lunes, 4 de abril de 2016

MORALES, EL DOMADOR

(relato)

1
Llegó José Luis Morales
-un gaucho trabajador,
buen jinete y domador-
a la estancia “Los Cardales”,
encontró allí a los mensuales
mateando junto al fogón
después que con atención
saludó a la rueda entera,
preguntó de qué manera
podía hablar con el patrón.
 2
Quien dijo ser capataz
le contestó sin jactancia
“-Él no se encuentra en la estancia
vendrá esta noche quizás,
porque hace un mes o algo más
anda buscando, señor,
un paisano domador
de esos medios corajudos
porque hay quince colmilludos
de esos que meten temor.”
3
Morales, entusiasmao
le dio al capataz su nombre
y con permiso del hombre
desensillo su montao,
prolijamente el recao
arregló junto a un galpón,
lo espueleaba la ilusión
al paisano forastero
de hablar con el estanciero
pa’ conchabarse de peón.
4
Cuando el sol ya se escondía
al volver el estanciero,
se presentó el forastero
con respeto y cortesía,
diciéndole que tenía
urgencia por trabajar,
que si él lo quería probar
en una changa aunque fuera,
en cualquier tarea campera
se podía desempeñar.
5
Aunque con cierto recelo
dijo el patrón: “-Siendo así
usted ha venido aquí
como caído del cielo;
tengo tropilla de un pelo
y unos potros superiores,
van quedando los mejores,
algunos medios viejones,
porque por estas regiones
escasean los domadores.”
6
“Hay quince moros clinudos
que verlos es un encanto,
esos quince le garanto
que con todos potros crudos;
suelen salir macanudos
con muy buenas condiciones,
algunos salen diablones
pero un domador de oficio
le hará perder el peor vicio
si tiene buenos garrones.”
7
“También hay un moro entero
ya tusao de cogotillo,
quiso domarlo al padrillo
el hijo de otro estanciero,
pero me lo hizo mañero
y se acostumbró a voltear
por ahora, pa’ padrear
aquí en la estancia lo dejo,
después, junto a un zaino viejo
al tacho va ir a parar.”
8
“-Si usted quiere, de algún modo
yo lo amanso a ese sotreta
si no lo corto en la jeta
seguro se lo acomodo
así, mal tusao y todo
tiene una preciosa estampa,
hay que amansarlo con trampa
y después que agarre el freno
tiene que salir de bueno
como pa’ lucirse un pampa.”
9
Le dijo el dueño al muchacho:
“-Se va hacer golpear al ñudo,
el padrillo es bien morrudo
con buen kilaje pa’l tacho”,
y al mozo su orgullo macho
le multiplicó el valor
y le pidió por favor
que le permita probar:
“-Si yo no lo hago de andar
dejo de ser domador.”
10
Fue así que quedó domando
un lote de cimarrones
colmilludos y ariscones,
de abajo los fue amansando;
de a poco se fue ganando
la simpatía del patrón
porque además, de afición,
lindo el mozo guitarreaba
y payando cautivaba
a la campera reunión.
11
Al mes cada uno metía
la cabeza en el bozal
y con un silbo, al corral
entropillao los traía;
tempranito se veía
lidiando con los baguales,
mostrando sus credenciales
de hombre campero completo,
y así se ganó el respeto
del patrón y los mensuales.
12
Y después que cada crudo
como entregar estaba
vino la parte más brava
y entró a campear al cojudo;
en la mañana no pudo
encerrarlo en la manguera,
ensilló una yegua overa
que le domó a otro paisano,
y en un tiro soberano
lo pescueció campo afuera.
13
Ya cuando sintió ceñido
el sobeo en el cogote
de malo, el moro grandote
dio un salvaje resoplido,
pero el gaucho decidido
de la overa desmontó,
por el sobeo se acercó
con el bozal en la mano
conversándole el paisano
al moro lo embozaló.
14
A piquete y a manguera
de abajo lo trabajó
hasta que lo alivianó
como pa’ correr carrera,
toda su ciencia campera
puso el paisano en el freno
trabajándolo sereno
difícil que el pingo erre
y al decir del “tata” Humpierre
se puede pasar de bueno.
15
Más de un mes en corral chico
de abajo lo trabajó
hasta que el pingo quedó
que era una seda en el pico,
tan sobao en el hocico
que ni tanteaba el bozal;
tanto amansó al semental
sin rigorearlo a rebenque
que podía atarlo al palenque
 con tiras de delantal.
16
Con todos los pormenores,
con precaución, un domingo,
lo montó y salió aquel pingo
como pisando entre flores,
por eso, entre los mejores
luce hoy su estampa de macho;
tenía destino de tacho
pero lo salvó Morales
y hoy en él, entre mensuales
se luce cualquier muchacho.

Versos de Bautista Tolosa

                  -poeta oriental-