domingo, 26 de febrero de 2017

CON BUENA MANO

Hace unos meses escasos
m’enteré que un tal Ramallo
vendía en el pueblo un caballo
y lo fui a ver por si acaso.
Resultó ser un picazo
de pelo zaino-bragao
que su dueño acobardao
lo vendía por las razones
que en dos o tres ocasiones
con él se había disparao.

El hombre poco campero
más bien tirando a chambón
lo había comprao redomón
a la viuda de un puestero
y aunque trató con esmero
sacar una buena prenda
nunca pudo hallar la senda
y ande entraba a abalanzarse
era capaz de bolearse
con el peso de las riendas.

También era de cuidao
si lo montaba de apuro
pues salía de lomo duro
mirándose los costaos
bufarrón y desconfiao
espiaba con gesto altivo
o con un brinco a lo chivo
era capaz sin ver como
de abarajarlo en el lomo
ni bien pisaba el estribo.

Sincero como se ve
el hombre me dio esos datos
de igual modo al ser barato
el pingo le negocié
pa’ las casas lo llevé
ansioso como un muchacho
aceptando sin empacho
que si por esa ventura
nunca le hallaba la cura
lo hacía moneda en el tacho.

Lo dejé esa noche atao
y al otro, día bien temprano
l’eché la pampa a la manos
y al lomo todo el recao
lo monté con gran cuidao
de arriba lo desmanié
y al tranquito lo saqué
hasta pasar la bebida
y al campo abierto enseguida
a galopear lo invité.

Ni bien pisó la gramilla
quiso tomas las alturas
pero de ande yerba pura
cuando en la bolsa hay semilla
¡es un criollo el que t’ensilla!
le recordé por mi cuenta
y como manda el que muenta
con apenas dos tirones
lo hice arar con los garrones
cuando l’eché los noventa.

Dos tacazo a cada lao
le acomodé de propina
y un chirlo por la pretina
al notarlo abatatao
otro tirón bien pegao
le di pa’ su desconsuelo
y sin dejarlo alzar vuelo
lo hice marchar largo trecho
con la pera contra el pecho
que ni pisaba en el suelo.

Después de algunas volcadas
buscando probarlo a fondo
lo metí al corral redondo
con toda la novillada
cuando intentó unas moneadas
l’entré a’prietar las clavijas
y al ratito era una fija
metido entre los terneros
como cuzco ratonero
siguiendo una sabandija.

La cuestión que de ese día
ando demás bien montao
sin que le encuentre al  bragao
ni una falla todavía
y si esto sirve de guía
o alguna enseñanza deja
vayan parando la oreja
que aquí me juego en el fallo
¡¡es bueno cualquier caballo!!
cuando el criollo lo maneja.


Versos de Carlos Loray

martes, 14 de febrero de 2017

ANTOJOS DE VIEJO

1
Lo mesmo que Wenceslao
le voy hacer un pedido
porque sé que’s entendido
haciendo un lazo trenzao,
en mi modesto recao
va’hacer un lujo yevarlo
porque además de adornarlo
con esa pilcha campera
usté sabe que ande quiera
si se ofrece sabré usarlo.
2
Si lo elegí a usté pa’l caso
es porque’ntre los sogueros
son poquitos aparceros
los que trenzan bien un lazo
además será un gustazo
por nuestra amistá sincera
pero, pedirle quisiera
sin que usté lo tome a mal
que a mí me lo cobre igual
que si no me conociera.
3
Aunque usté’s hombre campero
conocedor del oficio
permítame que de vicio
le diga como lo quiero
en lo posible que’l cuero
sea de vaca colorada
con trenza bien apretada
de seis tientos bien parejos
pa’ que al volcarlo ayá lejos
obedezca bien la armada.
4
O le haga muchas brazadas
porque ya no soy muchacho
y con los años caracho
mis fuerzas están mermadas
sobre todo en las pialadas
la vista suele fayarme
y aunque suelo entreverarme
ya no es el tiempo’e nosotros
que solía pialando potros
con la presiya quedarme.
5
No lo haga fino ni grueso
más o menos regular
que me sirva pa’ pialar
y pa’garrar del pescuezo
que la argoya tenga peso
así el viento no la mata
trenzada de cinco chata
le hace doble la presiya
así es bien fuerte y senciya
como suela de alpargata.
6
La yapa de ocho largona
pues donde ciñe l‘armada
suele cortarse gastada
y hay que cambiarla nuevona
si es larga se soluciona
y aquí mi saber descoya
porque aunque sea a la crioya
algunos tientos enriedo
y con un remate puedo
cambiar yo nomás l’argoya.
7
Disculpe las pretensiones
son solo antojos de viejo
a su criterio lo dejo
más que sea de los juertones
porque haciendo redomones
siempre hay algún dormilón
que no obedece al talón
o lo abatata el lazazo
y al no poder darle lazo
revienta al primer tirón.
8
No se moleste en traerlo
ni se apure en terminarlo
me avisa que iré a buscarlo
ni bien termine de hacerlo,
pues con tiempo quiero verlo
pa’ charlar largo y tendido
no se me gaste en cumplido
que yo yevaré el churrasco
y haciendo escarciar el frasco
volveremos tiempos idos.


Versos de Ricardo “Tito” Urnissa

lunes, 13 de febrero de 2017

RECORDANDO LO PASAU

Hoy se me dio por pensar
en las cosas del pasau
mientras me hayaba sentau
y comenzaba a matiar,
cuando empezó a castigar
lluvia y viento sobre’l rancho,
y a lo largo y a lo ancho
se tupía el aguacero,
mientras gritaban los tero’
peliando con un carancho.

Y se vinieron cayau
los recuerdos en tropel
y me ví en el tiempo aquel
en los clinudo’ sentau;
me vi en más de un reservau
en una fiesta campera,
con los basto y la encimera
y lo imaginé al que anima
anotando pa’ las clina’
o pa’ la grupa surera.

Me vi entre la polvadera
de potros en el corral
con maneas y bozal,
desvasador y tijera,
pa’ voltiarles la clinera
y después de bien soguiau’
acomodar el recau,
atarlos corto en el palo
y asegurar -si son malo’-
cincha, estribos y bocau.

Recordé la madrugada
cuando el trote del nochero
salía por el potrero
mientras blanquiaba la helada,
con las manos escarchada’
hasta juntar las lechera’,
desfilaban las overa’
derecho al farol nochero
entre un balar de ternero
empujando la tranquera.

Y recordé esa mañana
-mientras seguía el aguacero-
hasta ‘el turco’ de los cuero’
que son su chata liviana
compraba cerdas y lana
y algún encargue traía,
que más de una vez le hacía
la gente de aquel paraje
y así se ahorraban el viaje
de galopiar medio día.

Y como no tiene freno
ni mordaza el pensamiento
dejé que lo lleve el viento
esperando el tiempo bueno.
Hasta que por áhi un trueno
me hizo volver del pasau…
y al ver el mate chorriau
lo imaginé en contrapunto
lagrimiando los dos junto
recordando lo pasau.

Versos de Hugo Pino

A MI OVERO PAMPA

Con una tremenda helada
de un galopito cortón
me ayegué hasta “El Boquerón”
pa’ juntar la cabayada;
Don Jigena a la pasada
me hizo seña con la mano,
me dijo: “-Abajate, hermano”,
y como es gente vecina,
nos dentramo’a la cocina
para yerbiar mano a mano.

Yo en el corral oservé
un zaino pampa, un gatiao,
un tubiano colorao
y un mestizo pangaré;
el Viejo, me dijo: “-Che,
le echastes el ojo al pampa,
no andes haciendo retranca,
ponele el recao, probalo,
y si te gusta… yevalo!”,
y me dio su mano franca.

Al pampa se lo cambié
por una crioya lobuna
que me costó una fortuna,
iba con la cría al pie;
cuando al pingo lo ensiyé
ni bien estuve montao,
lo volqué pa’ los dos lao
y pa’ no andar con fracaso,
áhi nomás desprendí el lazo
y revolié entusiasmao.

Al cabayo lo yevé
a la’sidera aquel día,
hoy toda la pampa es mía
y en sus patas tengo fe.
¿Qué vale un gaucho de a pie?
Es un linye sin destino,
es un jilguero sin trino,
es un freno sin coscoja..
Un gaucho a pie se me antoja
que’s un paria en el camino.

Mi recao, es una siya,
el pampa, un niño mimao;
lo junté con un gatiao
que quedó de la tropiya.
La cosa no es tan senciya
pa’ los crioyos argentinos,
hay que andar por los caminos
para no pisar la soja…
Entre un cantar de coscoja
será el fin de mi destino.

Versos de Mario Triviño Montiel

sábado, 11 de febrero de 2017

OCASO

OCASO

Con flecos grises de yuvia
se había emponchao la tarde
y el viento creció angustiando
ramas desnudas de sauce
el frío, oviyaba perros
ayí donde iban a echarse
y cuando las horas lerdas
mañeriaban pa’ marcharse
pa’echar por delante el tiempo
solía ensiyar su mate.

Los años manea redonda
que nadie puede sacarse
al acortarle su tranco
le achicaron el paisaje
y él, que montao en sus moros
no envidió el vuelo’e las aves
ni preguntaba ¿pa’ donde?
cuando le salían viajes
se le hacen leguas los metros
que hay desde’l fogón al catre.

Curiosidá de gramiya
borra el patio al atracarse
y se confunde el alero
con los verdes cicutales
del potrero sin tropiya
se adueñaron los cardales
y el silencio de un cencerro
que escucha por todas partes
le va amadrinando penas
que’n su alma van a rodiarse.

Desde la puerta del rancho
mirando pasar la caye
de tanto buscar distancias
sus ojos solían nublarse
y se iban con una tropa
por mil rumbos y parajes
parajes que yevó el tiempo
pero como él no sabe
desensiya y hace noche
rondando sueños baguales.

Y así se marchó su vida
lo mismo que aqueya tarde
con su tropiya’e recuerdos
reseriando soledades
su nombre por los fogones
siempre se toma algún mate
o entra en las pulperías
y se acoda entre’l gauchaje
pues no murió aquel resero
solo se fue en otro viaje.


Versos de Ricardo “Tito” Urnissa