sábado, 23 de noviembre de 2013

ESPIGUITA'E PASTO

¿Ti acordás, de gurises, di aquel juego’e nosotros?
Bos juntabas espigas de un pastito del campo,
y dispué, di una en una, me las dibas poniendo,
con las flechas p’abajo, por la manga del saco.

Le pasabas la mano a favor, dispasito,
y subía la espiga a lo largo del braso.
Me pinchaba las carnes más blanditas di arriba…
y dispué, pa’ sacarla, me sacabas el saco.

¡Por el campo’e la vida galopiaron los días!...
¡S’enyenó d’esperanzas la manguera del alma,
qu’el amor de nosotros, com’un gaucho baquiano,
en la estancia’e los sueños, di una en una pialaba!

Y ¡jue braso mi alma! ¡Y bos juistes com’una
espiguita de pasto colocada en la manga!
El amor, dispasito, jué pasando la mano…
Te dentrastes, ansina, ¡hasta el fondo de mi alma!

Y te juistes… ¡Te juistes! Por mis pobres taperas
han crusao, tranco y tranco, los sotretas del Tiempo…
¡Y entuabía te siento, como espiga de pasto,
con las chusas clavadas, que me pinchan por dentro!...

Versos de Guillermo Cuadri (“Santos Garrido”)
                                     (uruguayo)

martes, 12 de noviembre de 2013

LA PROMESA

La fiesta se originó
finalizada la trilla,
porque “sin las de semilla”
cuarenta bolsas les dio;
fue el patrón quien prometió
ante sus hijos y hermanos:
“Si son rindes soberanos
menos las monjas y el fraile
voy a convidar un baile
para premiar mis paisanos”.

Allí, tras acomodarse
las parejas en su rol ,
de la luz que da el farol
buscan bailando alejarse;
“¡Es cuestión de no ‘apamparse’!”
grita ocurrente el mensual,
y un viejo sentimental
que de temprano ha chupao
dice: “Se han entreverao
como cuero sin señal”.

Un vasco busca camorra
cuando comprobó su vista
que hasta el medio de la pista
le han hecho volar la gorra;
semejantes a cotorra
las chinas largan su rollo,
y bajito reza un criollo
a la hermana del puestero:
“Dios me hiciera jardinero
pa’ cuidar d’este pimpollo”.

Tiró el lazo con aplomo
un peón al oír: “¡ranchera!”
y pialó de compañera
la hija del mayordomo;
corajeando, ni sé cómo,
le dijo en tono de gozo:
“Soy dorreguero y buen mozo
mas le advierto sin cumplido,
que con usté voy metido
como balde dentro’el pozo”.

Escuchando su verseao
la chica le sonreía
pero astuta se venía
lo mismo que pampa alzao,,
y haciendo el pelo a un costao
replicó con voz de ruego:
“Los muchachos de Dorrego
que en amor no hallan fortuna
son como tronco de tuna
no sirven ni pa’ hacer fuego”.

Y otra vez trenza ilusiones
el soguero del destino,
hasta que se abre camino
el sol, entre los galpones;
si que vean los patrones
hay besos bajo el alero,
un gato lame el talero
culpa del vaso volcao,
y un cusco ya muy cansao
se arrolla sobre el apero.
        
Versos de Eduardo González