sábado, 31 de diciembre de 2011

MI NOVIA ES LA SOLEDÁ

Se oye un lejano torido
que al dir despertando calma
se va metiendo en el alma
como en el óido un chiflido;
el día, que se ha aburrido
se yeva la claridá
y empresta tranquilidá
pa’ que corra la memoria…
Y yo solo, pues mi novia,
mi novia es la soledá.

Ya está el campo por dormirse
cansado de tanto luz,
y la tan mentada cruz
en el cielo, quiere abrirse,
trae la noche al venirse
su poncho de oscuridá
y tapa un rancho que’stá
como cuidando a una noria…
Y yo solo, pues mi novia,
mi novia es la soledá.

Como ispiando, de una en una,
las estreyas van saliendo
y medio se van corriendo
pa’ darle paso a la luna,
se cayan en la laguna
la gayareta, el macá,
el silencio envuelve ya
como una sombra que agobia…
Y yo solo, pues mi novia,
mi novia es la soledá.

Versos de Álvaro Istueta Landajo

LA BENDICIÓN

1
Estancia “La Bendición”
con tu gaucha marca “el gato”
bien plantada de hace rato
en un pago muy lindón,
pago crioyo y antiguón
yamao… General Belgrano,
lugar donde soberano
campea un sabor que’ncierra
para querer más mi tierra
y sentirme más paisano.
2
Tu casa chata y largota,
gastao patio de ladriyo,
y el viejo aljibe, senciyo,
con su roldana yorona,
aqueyas rejas tiocona’
que’n tus ventanas había,
ese frescor que salía
de la gran enredadera
que la tierra, gaucha entera,
como un poncho te tejía.
3
Ese algo que’n la pieza
semejó tendida mano
dando sombra en el verano
y en el invierno, tibieza,
grandura que jué grandeza
tamaño y comodidá,
altar de hospitalidá
ande supe cobijarme…
sin que quieras preguntarme:
quien sabe como estará?
4
Tu corredor de baldosa,
columna ‘e fierro redondo,
pintao en el frente y fondo
de un lindo color de rosa,
tu cocina tan ruidosa
lo mismo que’l comedor,
las siyas alrededor
de la mesa, que si hablara,
es capaz que me abrazara
en mi sueño evocador.
5
Esa grande y vieja higuera
que daba sombra ‘e colores
porque había entre las flores
hasta paja cortadera,
ayá, la parte trasera,
ande sangraba el ceibal,
o en que yoraba un rosal
con el dolor de una espina
el amor de la glicina
por la estreya federal.
6
Tu parque alegre y senciyo
con paráisos, con higueras,
araucarias y palmeras,
ligustros, robles, membriyos,
aquel inmenso espiniyo,
manzanos y durazneros,
naranjos y limoneros,
nísperos, moras, ciruelos,
y a gatas alzao del suelo
el ranchito del parquero.
7
Ese colchón de hoja fina
de color medio perdido
que’ran las que habían caído
del monte de casuarina’,
la pálida cina-cina
achicada en su grandor
por el aire de señor
de un ligustro muy derecho
recostada -por despecho-
contra el árbol de alcanfor.
8
Tamién la casa ‘e los piones
petisona, bien blanquiada,
escondida y asomada
entre unos sauces yorones,
tus dos limpitos galpones
que supo besar l’aurora,
ande la desgranadora
con su insistencia de griyo
hizo reír al rastriyo
junto a la guadañadora.
9
Ese palenque de yanta
que unas argoyas tenía
y que a mi me parecía
que se abrazaba a una planta,
tamién la vieja volanta
pintada ‘e color marrón
que cobijaba un galpón
y en los dos, muy bien escrita
estaba bien pintadita
la marca y “La Bendición”.
10
Tu ancho camino de’ntrada
adornado de frescura
que pimientos y maclura’
daban en tarde soliada,
que’n tu güeya abovedada
soñé recorriendo al tranco,
ande a manera de banco
para mirar campo ajuera
me acomodé a tu tranquera
pintada de negro y blanco.
11
Y aquel cruza de ovejero
muy guardián, pero alunao,
que por quedar de agregao
le pusimos “Forastero”,
y tamién el ratonero
tan seriote, tan discreto,
que jamás tuvo ni un reto
cuando anduvo entre la gente
que por gauchito y prudente
lo yamábamos “Respeto”.
12
O de no el cuzquito aquel
tan gaucho como ninguno,
de pelo medio lobuno
que “Tata” yamó “Clavel”,
jué siempre el crédito d’él
por vivaracho y dispierto
y como sería de cierto
que “Tata”, por divertirse,
si lo mandaba morirse
“Clavel” se quedaba muerto.
13
Aquel cuadrao palomar
que no muy lejos se alzaba
ande nunca me faltaba
un pichón pa’ churrasquiar,
los nidos que supe hayar
de urraca, de carpintero,
de picaflor, de jilguero,
de ratona y de mistito
que del güevo al pichoncito
oservaba con esmero.
14
De churrinche, corbatita,
chingolito, leñatero,
de benteveo, de hornero,
de calandria y cenicita,
renegrido, cabecita,
y palomita torcaz,
¡ah! tiempos que fui rapaz
sin ignorar escondrijo
y que al recordar me aflijo
porque ya no vuelven más.
15
Y esos petisos que jueron
(eso lo sabe el Señor)
como el regalo mejor
que nunca jamás m’hicieron,
petisos que se perdieron
pero en mi pecho han quedao,
y hoy que los he recordao
vaya otro adiós, muy senciyo,
al “Valecuatro”, rosiyo,
y “Envido”, oscuro tapao.
16 …………………………..
Estancia que me traés
como el puntazo de un grito
ese recuerdo bonito
del tiempo de mi niñez,
que’n mi sentir pareces
un sueño viejo y lejón;
si tengo la sensación
cada qu’evoco tu estampa
que le robaste a la pampa
un poco de tradición.
(10/05/1966)
Versos de Álvaro Istueta Landajo

jueves, 29 de diciembre de 2011

AL PELAJE

Le canto al gatiao tiznao,
tamién le canto al cebruno,
y pa’ n’olvidar ninguno
canto al lobuno bragao,
le canto al entrepelao,
al briyoso doradiyo,
al zaino, al moro, al tordiyo,
al colorao y al overo
y además cantarles quiero
al pangaré y al rosiyo.

Canto al blanco porcelano,
al picazo gargantiya,
al barroso testeriya
sin dejar de lao al ruano,
al de’mprendar el paisano
que’s el oscuro tapao,
tamién al bayo encerao
y como nada me dejo
vá mi canto al azulejo
y al guapo alazán tostao.

Canto al palomo, al albino,
canto al overo rosao,
y porque soy de cuidao
le viá cantar al sabino,
le canto al gatito barcino
pasando por el tubiano,
al alazán blanca mano
y como al cantar me alegro
canto al bayo cabos negro’
y al castaño rabicano.

Y les canto a toda hora
al blanco orejas rosada’,
al rosiyo anca nevada
y hasta’l zaino mano mora,
y como nada me atora
(hasta aquí lo he demostrao),
canto al tordiyo rodao,
y en un estilo sincero
le canto a otros dos overo’
al negro y al colorao.

Al zaino lomos overo’
lo acoyaro en mi canción
al colorao corazón
y al doradiyo lucero,
y pa’ que’l canto sea entero
le viá cantar al rosao,
al tostado requemao,
al bayo güevo de pato
y ya qu’el cantar desato
vaya mi canto al manchao.

Versos de Álvaro Istueta Landajo

sábado, 24 de diciembre de 2011

DOÑA PAULINA

Ayá en un camino real
que va costiando un bañao
se ve un rancho abandonao
que casi cubre un cardal;
de su estampa sin igual
hoy solo quedan las ruinas,
y donde era la cocina
entre esas paredes viejas,
‘ta poblao de comadrejas
y otras especies dañinas.

Habitó aqueya tapera
en un tiempo ya lejano
Doña Paulina Medrano
viuda de Fausto Contrera.
Dice la gente de ajuera
que del puesto de “Los Valles”
la echaron sin más detayes
junto con otros puesteros,
y lo mesmo que’l hornero
levantó un rancho en la caye.

En muchos caminos reales
a lo largo y a lo ancho,
se jue poblando de ranchos
por desalojos rurales.
La verdá que a tantos males
nunca le ví la ventaja,
si en cada rancho de paja
una razón se sustenta:
la tierra no es bien de rentas
sino ¡del que la trabaja!

Jué vendiendo poco a poco
lo que nunca había pensao:
de la tropiya ‘el finao
no le quedó ningún soco;
junto a un petizo bichoco
de boyeriar, muy desecho,
entraron varios de pecho,
y un bayo -que’ra el mejor-
se lo dio al hijo mayor
que’ra su brazo derecho.

Jué madre y jué compañera
de sus hijos sin descuido,
y hasta en los ratos perdidos
jué maestra y culandrera;
cosa ‘e no creer de’ndevera
que habiendo tanta riqueza,
por unas cuantas cabezas
de avarientos sin escoyos
tenga de que andar el crioyo
a golpes con la pobreza.

Con su espíritu sereno
y su fibra de quebracho,
se crió todos los muchachos
y algunos cuantos ajenos,
pero unos más y otros menos
todos volaron temprano,
y asigún cuenta un paisano
que una noche de tormenta,
ya pisando los noventa
murió Paulina Medrano.

Versos de Rafael Bueno

SIN PEDIR PERDÓN

Pienso que’l gaucho surero
nunca ha sido alabancioso,
pa’ saludar, respetuoso
siempre se quitó el sombrero.
Jue’n el combate, altanero
repeliendo al invasor;
en las lides del amor
embozaló su coraje,
y al regresar al paraje
por vocación, jue cantor.

Cantor, sí, porque sentía
amor cristiano y profundo
por la gente de su mundo
y la tierra en que vivía.
Con lo poco que tenía
conciente de su pobreza,
jamás faltó a una promesa
y si llegaba un viajero
solía servirle primero
el mejor pan de su mesa.

Pero hoy, escucho cantores
cantar milongas sureras
con palabras altaneras
y versos provocadores,
suficientes, superiores;
parece -más que cantar-
que invitaran a peliar
como vulgares matones,
con semejantes facones
que ni saben afilar.

Hablan más de un parejero
que de un pingo pa’l trabajo;
mentan al que luce un tajo
que otro le marcó en el cuero.
Con lenguaje pendenciero
cantan, como provocando
mientras le siguen cantando
al paisano verdadero:
¡que no hay hombre más campero
que’l hombre que’stá cantando!

No hablo del cantor social
que denuncia un atropeyo
o defiende todo aqueyo
de interés universal.
Hablo del cantor “trivial”
que desperdicia el talento
y no sigue un mandamiento
muy difícil de olvidar:
“-Acostúmbrense a cantar
en cosas de fundamento”.

No quiero un cantor sumiso
que aguante cualquier chirlazo
o, que pa’ salir del paso
eluda algún compromiso,
ni aquel que pide permiso
pa’ dejar una verseada
usa de la compadrada
cosa que yo no la entiendo
pues, dispués sale pidiendo
perdón por la refalada.

Bueno… ¡ya me desahugué!
no solo por criticar,
yo no canto por cantar
mi canto tiene por qué.
Si a algún colega chucié
por lo que he dicho opinando
no han de verme disculpando
porque siento un soberano
respeto por el paisano
¡que’s pa’ quien estoy cantando!

Versos de Carlos López Terra

viernes, 23 de diciembre de 2011

PULPERIA "LA COLORADA"

Dicen que fue pulpería
pa’l tiempo de las galeras,
aura tan solo es tapera,
rincón, pa’ las brujerías;
pero conserva entuavía
una paré levantada
con varias letras pintadas
que al leerlas, al pasar,
uno se viene a enterar
que’sa fue ¡"La Colorada"!

Viejos que tienen memoria
cuentan de que aqueya esquina
fue pa’ los tiempos de Alsina
un mojón para la historia;
que ayí perdieron su gloria
entre pelea y jugada,
gente que fue muy mentada
recorriendo los caminos,
y que hasta el mismo Gabino
ayí templó su encordada.

Como si leyenda jueran
cuentan, que’sa pulpería,
en su costado tenía
una cancha pa’ cuadreras;
que un día yegó de ajuera
-del lao del ‘Rincón del Toro’-
un mozo yamado Floro
y desafió en güena ley,
al flete “Pangaré Güey”
pa’ correrle con su moro.

Y se amontonan las mentas
de aqueya esquina campera
que’n otros tiempos luciera
como el gauchaje lo cuenta,
y aunque tal vez se le aumentan
las cosas, como si nada,
pienso que’stá bien ganada
la fama que antes tuviera,
¡y que’s triste ver tapera
la que fue “La Colorada”!

Versos de Víctor Abel Giménez

CRECIENTE

El agua que era visita
se quedó de dueña ‘e casa,
y no tenemos ni grasa
pa’cer una torta frita.
Al reparo la pavita
gruñe cerquita del pie,
y el desteñido caicué
se va solito al galleta.
Si ya la yerba es receta
de algún boticario inglés.

Se han achicao las provistas,
escasean las raciones,
y se tumban los horcones
como si jueran pruebistas;
no se ve ni a largavistas
asao, galleta ni tinto;
hay que hacerle aujero al cinto
pa’ tapar retorcijones.
Esto es pior que diez malones
como dice el Viejo Pinto.

No se me ponga a llorar
que va a aumentar la creciente;
piense que en un redepente
se va a poner a bajar;
y otra vez güelta a quinchar
y a enderezar los horcones,
hacer pasear lo talones
pa’ salir del trance fiero.
Aunque esta es vida ‘e costero
me quedo en los albardones.

Nos sabremos remediar
como en otras anegadas.
Macá chiflando en la helada
es curtido pa’ aguantar;
pero puedo asegurar
y por ser terco, porfío:
pa’ que no nos mate el frío
si viene otra inundación,
o enaltan el albardón
o lo rebajan al río.

jueves, 22 de diciembre de 2011

LLUVIA SERRANA

Mientras la lluvia en los cerros
plomiza la serranía
se oyen en la lejanía
monótonos, los cencerros;
buscan el galpón los perros
tras un trueno que revienta,
entre el rancho se comenta
la furia del temporal
y hacen una cruz de sal
para auyentar la tormenta.

Tumbando tembetarices,
nidos, talas y quebrachos
silva el viento en los picachos
resoplando las narices;
conmoviendo las raíces
entre el pedregal trenzadas
baja el agua en correntadas
rumorosas y ondulantes
como serpientes gigantes
culebreando en las quebradas.

La hacienda con sutilezas
que el instinto le insinúa
le da el anca a la garúa
resguardando las cabezas,
hay balidos de ternesas
como notas lastimeras
y al descender las laderas
resfalando a los zanjones,
los terneritos mamones
tiemblan junto a las lecheras.

Los relámpagos chairando
bruñen su filo de luz
mientras que frente a una cruz
hay una anciana rezando.
Sigue lloviendo y tronando,
el rayo estalla y fulmina,
la oscuridá se ilumina
entre un canelón y un moye
y un ¡Santa Bárbara! se oye
de un viejo que se persina.

Los sauces con algazara
como en infantil recreo
con galante balanceo
se van lavando la cara;
la resaca en forma rara
va en brazos de la creciente
y en un columpio inocente
los camalotes floridos,
van con sus cirios prendidos
azulando la corriente.

En un palenque desnudo
retrucador del pampero
toca el clarín un hornero
desafiante y agalludo,
de albricias lanza un saludo
con gallarda bisarría
y al irse aclarando el día
su regocijo pronuncia
al arco iris que le anuncia
del tiempo, la mejoría.
(08/1964)

miércoles, 21 de diciembre de 2011

ORGULLO DE PUESTERO

Hoy me levanté temprano
con ganas de hacer un verso,
como no me cuesta esfuerzo
me fui derechito al grano,
para cantarle a un paisano
que ya lo mencionaré,
y pa’ que lo sepa usté
es justo que un verso engarce
pa’ cantarle a “Coco” Arce
puestero de “San José”.

Ya pisando los sesenta
este paisano campero,
bien criollito y bien surero
que a su pago representa.
Es del campo una herramienta
porque’n el campo se ha criao,
bien prolijo su recao,
montao en un pingo flor,
porque’s su orgullo mayor
andar siempre bien montao.

Como se crió en la campaña
y trabajando en hacienda
sacar un pingo de rienda
pa’ él, no es ninguna hazaña.
Porque’n todo se da maña,
desenvuelto en el potrero,
se luce porque es campero,
arriando, una maravilla,
y ha formao una tropilla
que’s su orgullo de “puestero”.

Cuatro caballos gateao
y tres lobunos parejos
que se notan desde lejos
de que’stán muy bien domao.
Y va siguiendo a su lao
otro pingo maravilla
que pisando la gramilla
al contemplarlo me alegro,
un caballo zaino negro
que’s “lunar” de la tropilla.

Muy linda picaza overa
es la yegüita madrina
de’sta tropilla divina
que recorre la pradera;
y hace flamear la bandera
de un viejo poncho escarlata,
y recordando horas gratas
con su tranco acompasao
lleva un cencerro cuadrao
que’s recuerdo de su Tata.

Ahora sí, quedo cumplido,
porque le canté a un amigo
y sepan que lo que digo
lo tiene bien merecido.
Nunca lo echaré al olvido
y siempre le cantaré
y presente lo tendré
por amigo y compañero,
a “Coco”, gaucho puestero
de la estancia “San José”

Versos de Arnolfo "Quicho" Peralta

sábado, 17 de diciembre de 2011

ENSILLANDO

1
El sol que se ha despertao
me manda una luz al cruce
al verme arreglarle el tuse
a un flete oscuro tapao.
Es que pa’ dir al poblao
saldré temprano del puesto,
y como es lindo el pretexto
en semejante ocasión
con mi emprendao pobretón
viá ensillar echando el resto.
2
En él no hay mucho valor
porque el dueño es un resero,
pero a prolijo y campero
puede arrimarse al mejor.
Cada prenda con mi amor
les voy a dir detallando,
pa’ que vayan observando
pilcha por pilcha en su aspecto,
o le saquen un defecto
mientras que voy ensillando.
3
Primero la sudadera
le asiento con gran cuidao
bien justa de cada lao
para que no haga “bandera”.
Al poner esa bajera
siempre precauciones tomo,
porque el hombre muestra aplomo
y hasta su ciencia resalta
cuando al pingo no le falta
ni un solo pelo en el lomo.
4
Pongo un mandil colorao
y otro azul, de buena lana,
pa’ que la gente paisana
no vaya a creerme un dejao.
Ser prolijo y delicao
no es nada muy trabajoso,
y suele ser ventajoso
ya que ande llegue a parar
siempre lo han de ponderar
al criollo que es cuidadoso.
5
La carona nunca olvido
por servicial y por crioya
que parejita se apoya
realzando el recao florido.
Todo gaucho presumido
con ella el pilchaje entona,
porque un recao sin carona
es verano sin chicharra,
o parece una guitarra
que le falta la bordona.
6
Con la mayor sencillez
pero realzando su estampa
le pongo una matra pampa
cuidando cada doblés.
Y así convertido en juez
que no perdona un descuido,
aunque he galopiao tupido
con mi oscuro en ocasiones,
de la cruz y los riñones
nunca lo vi dolorido.
7
Pongo los bastos, y veo
que cada tapa de plata
es señal que los delata
como emprendao de paseo.
Al ponerlos me floreo
y cuando los emparejo
entre el brillo y el reflejo
me hacen ver de tal manera
como si el sol se viniera
a mirarse en un espejo.
8
De anca ‘e potro la encimera
que un viejo me ha trabajao,
de un bagual bayo tiznao
quebrao en la vizcachera.
Es fuertona su asidera
y machazos sus corriones,
pa’ que aguanten los tirones
porque el criollo siempre adujo
que hasta en las pilchas de lujo
hay que tener precauciones.
9
Cincha muy bien trabajada
de cuero crudo elegido,
hecha por un entendido
pareja y bien macetiada.
Viene a copar la parada
con apuros de apretar,
pero yo siempre al cinchar
cualquier detalle contemplo,
como siguiendo el ejemplo
del que me enseñó a ensillar.
10
De cerca, o de medio lejos,
mirando en forma segura
verán a la misma altura
los dos estribos parejos.
La luna les dio reflejos
una noche al contemplarlos,
y aunque a menudo sé usarlos
en fiestas de tradición
de tan gauchitos que son
me da pena de pisarlos.
11
Haciendo grupa al recao
brillosas y tentadoras
le pongo las boleadoras
en su lugar obligao.
Son como un certificao
del tiempo que han recorrido,
y desafiando al olvido
hoy brillan airosamente,
cual si el pasao, al presente,
le echara una falta envido.
12
Un lazo bien trabajao
mostrando su trenza blanca
le acomodo sobre el anca
prolijamente arrollao.
En su trabajo esmerao,
vistoso y de resistencia
en todo el tiro evidencia
de la presilla a la argolla,
un sello de mano criolla
de lujo, de arte y de ciencia.
13
Como adorno superior
después le pongo el pretal
porque pa’ mi es habitual
salir como un gaucho flor.
Prenda de lujo mayor
siempre mi atención reclama,
y entre el brillo que derrama
de su patrón, con derecho,
justo en el medio del pecho
va luciendo un monograma.
14
Recortao a la medida
va un cuero negro gauchón,
blandito como un colchón
de lana corta y tupida.
El sobrepuesto enseguida
pongo con cierta cautela,
donde el carpincho revela
su suavidá y sus matices
y un sinfín de cicatrices
que parecen de viruela.
15
Doy una vuelta al cinchón
y vuelvo a darle otra más
pa’ que no digan jamás
que está ensillando un chambón.
Debe empezar de pichón
quien se quiera destacar,
y en el diario trajinar
algo nuevo hay que aprender,
porque dicen que el saber
no ocupan ningún lugar.
16
El rebenque está conmigo
y si ustedes no lo han visto
está siempre a mano y listo
como si fuera un amigo.
Ha sido y es el testigo
en cada ocasión que ensillo,
y mandón como un caudillo
que de su fuerza alardea
colgado, se balancea,
desde el cabo del cuchillo.
17
Formando un solo conjunto,
rienda, cabezada y freno,
como en el día del estreno
relumbran de contrapunto.
Mientras enfreno, repunto
la manada de mis versos,
y haciendo algunos esfuerzos
entre chiflido y chiflido
los traigo desde el olvido
aunque se encuentren dispersos.
18
Bozal bien cáido al hocico
dando al sol sus resplandores,
sumando sus pasadores
como trecientos y pico.
Y así como les explico
al seguir con mi tarea
el cabresto juguetea,
mientras yo en la cogotera
con los botones pa’ afuera
le prendo bien la manea.
19
Ponerle un recao a un flete
parece cosa sencilla,
pero no cualquiera ensilla
que ensillar no es un juguete.
Al que no sabe y se mete
ya renegando lo siento,
pues nadie dirá que miento
las molestias que ocasiona
si la mosca está bravona
o si sopla fuerte el viento.
20
Pa’ que opine cada cual
a su antojo y sin apuro
dejo ensillao a mi oscuro
rienda arriba en el corral.
Y como a carta cabal
soy criollo de campo afuera,
rogarle a Dios yo quisiera
pa’ que el recao y mi pingo
no anden en manos de gringo
el día que yo me muera.

Versos de Pedro Risso

SEMBLANZA SUREÑA

Hoy quiero cantarle al alma
de la llanura sureña
como una tierna reseña
de un atardecer en calma.
Su honda frescura ensalma
los males del pensamiento
refrescando sentimientos
de que tiempos que ahora son sueño
cuando tenía por dueño
al puma, el potro y el viento.

No voy a nombrar la gente
que sus campañas gastaron
ni las cruces que dejaron
al irse calladamente.
Nombro la paz imponente
que domina sus ocasos,
las vibraciones del lazo,
su cielo enorme y abierto
y su insondable desierto
erizado de lanzasos.

Nombro sus claras mañanas
emancipadas del mar
proyectando un aletear
de albas gaviotas lejanas,
la algarabía temprana
que empluma el aire de trinos,
sus arroyos cristalinos,
el rumor de sus cañadas,
y sus salinas cercadas
por el valor ranquelino.

Le canto al Río Salado
muriendo entre cangrejales
y a sus bravos pajonales
de crestón empenachado;
a los ombúes clavados
en las lomadas dormidas,
a las aguadas perdidas
en un silencioso orgullo
y a los solemnes mangrullos
de las montañas Mahuidas.

Nombro su noche estrellada
bitácora de baqueanos
y a los caldenes pampeanos
frontera de las boleadas,
a las crujientes heladas
plateando los fachinales,
a los tibios arenales
y al riesgo del forastero
por los piales traicioneros
que le tiran los guadales.

Versos de Osvaldo Andino Álvarez

miércoles, 14 de diciembre de 2011

COSTALADA

Aunque empezó a garugar,
los cueros le eché al lobuno,
sabiendo bien que denguno
me lo podría igualar.
El patrón mandó apartar
a campo, cien vaquiyonas,
negras ellas, cimarronas,
de poco roce con gente,
capaces de hacerle frente
a animales o personas.

Salimos a tranco lento
cuando empezaba a clariar,
a fin de cumplimentar
del patrón, su mandamiento.
Jue elegido pa’l evento
personal capacitao,
el que, atento a lo ordenao,
arriaría a la estación
aquel vacaje en custión
pa’ trasladarlo al mercao.

El capataz repartía
-montao en un azulejo-
ordenes y algún consejo
a tuita la compañía.
La mensualada, ese día,
conciente de su labor,
ensiyó de lo mejor
que tenía en su tropiya.
¡Ahijuna! ¡Qué maraviya!
¡Qué pingazos, por favor!

Pa’l mediodía, en rodeo,
la tropa quedó formada
en un rincón, prieparada
pa’ comenzar el arreo.
A pesar del tiempo feo
el aparte estaba hecho,
y al ver que enfiló derecho
pa’l potrero, una macaca,
yo dije: “-Es mía esa vaca…”
y salí sacando pecho.

Al lobuno le cerré
las chuecas, y en la marucha
topé a la arisca y ¡jue pucha!
contra un poste la estampé.
Pero el barrito, endispué,
me hizo una mala jugada,
mi pata quedó apretada
entre el suelo y el recao
cuando mi pingo, de lao
se me jue de costalada.

Hoy han pasao al olvido
las fáinas con animales,
ya no se ven los mensuales
en su diario recorrido.
Añoro el tiempo vivido
de trabajo y diversión
y guardó de aqueya ación
una marca que perdura:
me quedó una pata dura
fruto de aquel apretón.

Versos de Arnoldo Daniele

lunes, 12 de diciembre de 2011

DE PALO A PIQUE

Rodeao de un cardal espeso
con la altivez de un cacique
un corral de palo a pique
está enfrentando al progreso.
La luna siempre algún beso
le deja, muy cordialmente,
y él, con guapeza creciente
va desafiando al destino
como un soldao argentino
quen está gritando “presente”.

Aunque hoy está solitario
su gloria salta a la vista,
porque el gauchaje fue artista
en tan campero escenario.
Sobre el chiripá ordinario
vio las rastras de botones,
y en cantidad de ocasiones
vio entre gauchos superiores
patrones muy pialadores
de igual a igual con los peones.

Para él no fueron ajenos
el torido de los perros,
los relinchos, los cencerros,
ni la coscoja en los frenos.
Supo de pingos muy buenos
y lazos que se cortaron;
de toros que lo pecharon
como adversarios temidos,
ya que’n sus palos torcidos
muchas guampas se chairaron.

Por más que allí el domador
de su arte dejara un sello
parece que a todo aquello
se le ha quitado el valor.
Y aunque tenga a su favor
todo un pasado florido,
allí entre un cardal, perdido
como una reliquia pampa,
se va cubriendo su estampa
con nubarrones de olvido.

Versos de Pedro Risso

jueves, 8 de diciembre de 2011

CARTA

He léido de punta a punta
su carta ande nos porfea
y medio nos rigorea
pa’ que arranquemos en yunta.
Usté es hombre que repunta
y lo envidea la suerte,
ansí olvida que la muerte
al Dotor cuasi lo ha arriao
y como hunquillo ‘e bañao
lo ha zamarriao fiero y juerte.

De güena gana paisano
en su palenque ataría
y allí desensillaría
como en casa de un hermano.
Yo sé muy bien que su mano
de criollazo sin reveses,
no almite los intereses
y es una amistá la suya,
apretadita y sin buya
como alpargata en los pieses.

Este amigo no le falla
y ah’malaya… juera cuando!
Si ya me estoy revolcando
como chimango en la playa.
Y anque Don, hasta la raya
no me han mezquinao la lonja,
sepa que soy como esponja
ardo lindo y doy abrigo
y al defeto de un amigo
siempre le hallo una lisonja.

Le viá pedir Don González,
hombre capaz de un aguante,
que no m’eché por delante
como hace con sus baguales.
Los hombres no son iguales
ni cualesquier los arrea
y si un cuzco los torea
porfiando en la garroniada,
es capaz que de una nada
se dé güelta la batea.

Su invitación tengo en cuanta
y me le viá descolgar,
pa’nsí poder retozar
con gaucho de tanta menta.
De familia tan atenta
y con la cría pichona,
tan franco pa’ su persona
y con tanto cumplimiento,
pa’ mejor no hay un momento
que no lo atienda su piona!

Lotecito tan parejo
ni en una feria se ve,
dichoso amigazo usté
que se oserva en ese espejo.
No vay’a creer que me quejo
ni soy un arrepentido
Y si mi destino ha sido
ser yo, con mis otros dos,
siempre le agradezco a Dios
que ansina me haya servido.

Ahura me han anoticiao
que anda mansito y no escarba
y que se ha dejao la barba
como antes en el pasao.
Que al tabaco se ha entregao
y anda alegre, a las risadas,
que de lejos las humadas
se ven sin mayor ejuerzo
y juma como el escuerzo
apurando las pitadas.

Sin más reciba cuñao
un saludo a lo campero,
que con afeto sincero
le manda su arrocinao,
aura como ando ocupao
será difícil toparlo,
pero carculo abrazarlo
cuasi sin duda ninguna,
pa’l otro cambio ‘e la luna
en que diré a visitarlo.

Versos de Omar J. Menvielle

COMO INDIO PA' LA BOLA

“-Se las mandé y se las puse”
dijo Marciano Laprida
y el avestruz en la juida
se dio güelta sobre el tuse;
boliando el hombre se luce
como estrella en noche oscura
y si un tiro ‘e bola apura
pa’ darle gusto al colmillo,
vaya sacando el cuchillo
porqu’es picana segura.

“-¡A medias si lo bolea!
¿Qué le parece aparcero?”
“-Que las medias, compañero
no andan en pata tan fea…”
“-Güeno, entonces si aprecea
una amistá verdadera,
viá pedir pa’ una pollera
que le v’hacer el bordao,
un cogote bien sacao
p’hacerme una tabaquera”.

Versos de Omar J. Menvielle

martes, 6 de diciembre de 2011

PA'L LOBUNO TORCAZ

Gaucho el lobuno torcaz
amagando a ser bragao,
gragantilla, bien calzao
y pico blanco además.
Animalito capaz
de enderiezar ande quiera
y al jugar con la testera
como queriéndola ispiar
es caballo ‘e galopiar
todita la vida entera.

Es aparente el apero
y su priesencia sencilla
va cantando que’l que’ensilla
es un paisano surero;
matras, caronas y cuero,
han zarandeao los baguales
y conocen los percales
porque al patrón d’endeveras,
le gustan más las polleras
que al zorro los pajonales.

Se h’amacao juerte el bragao
porque ha sido fastidioso
y anque medio cosquilloso
ya está bastante entregao.
El hombre que lo ha lidiao
no le pierde ni los trancos,
porque sabe que no hay mancos
ni son como vela ‘e sebo,
esos de la marca “El Güevo”
del finao Don Manuel Campos.

Versos de Omar J. Menvielle

DE LAS BRASAS A UN COSTAO

Lindo es después de un asao
mientras corre el cimarrón,
tirarse sobre un jergón
a conversar del pasao;
y de las brasa’a un costao
la pava medio tiznada,
con la tapita ladeada
pa’ que no suelte el hervor;
un viejo bolaceador
y una guitarra prestada.

Y entre un “¡Sírvase, aparcero!”
y un pedido de cigarro,
alguien prepara en un jarro
café al estilo campero;
otros limpian con esmero
su cuchillo en la alpargata,
que’s una prenda barata
y a veces no hay más remedio,
que hacerle un tajo en el medio
para que dentre la pata.

Con un cielo oscurecido
y el viento que pasa auyando,
a poco ya están hablando
de historias de aparecidos;
el “viejo” por consabido
es el primero que muenta,
y al tiempo que un caso cuenta
de hacerles fruncir el cuero,
se enrieda en unos aperos
y al suelo va la osamenta.

Allí se armó un zafarrancho
de marca morrocotuda,
al diablo se fue la viuda
y las historias del chancho;
las mujeres desde el rancho
preguntaban, ¿qué ha pasao?,
y salieron misturao
los que el golpe festejaban
con los que se santiguaban
vichando pa’ todos lao.

Versos de Osvaldo Andino Álvarez

lunes, 5 de diciembre de 2011

PIBE DE ORO

Fue al potro como pegao
y con muy poca ventaja,
chiquitita la rodaja
y el cuero bien recortao,
le gustaba al bocao
ponerlo desde la encía
y en cuanto al lomo caía
gritaba: ¡largue, nomás!
Y echando su cuerpo atrás
el potro ni lo movía.

El hombre se fue temprano
al cumplir los veintidós,
y créanmé de que yo
lo sentí como un hermano;
linda pinta de paisano,
morocho, algo fornido,
bastante bien parecido,
de regular estatura;
les describo su figura
pa’ quien no lo ha conocido.

Fue, un oscuro tapao
el que lo costó la vida:
lo enganchó en una caída,
no pudo salir parao.
Dicen, los que han presenciao,
que iba mirando pa’tras
y no pensaba jamás
que adelante, en el camino
‘taba su propio destino
junto a la fatalidá.

El potro que hago mención
después del triste acidente,
recibió un tiro en la frente
por orden de su patrón.
Fue tan grande la emoción
ante el suceso pasao
que’l cielo quedó nublao
en la estancia ‘e Albarracín
donde tuvieran su fin
el jinete y reservao.

Lo cierto del caso fue
que jinete y adversario
tuvieron como escenario
la Estancia de “San José”,
y desde entonces se ve
sobre los pastos tendidos,
al vencedor, ya vencido
y convertido en la nada,
con las carnes desgarradas
y los huesos carcomidos.

A Armando Aguirre he nombrao,
le decían: “El Pibe de Oro”,
porque llevaba un tesoro
dentro su pecho guardao.
Que Dios lo tenga al finao
descansando eterna paz,
que nosotros desde acá,
los que andamos por la vida,
lamentamos la partida
de un gran jinete y audaz.

Versos de Julio Secundino Cabezas

sábado, 3 de diciembre de 2011

DE PASADA

-Con la licencia de ustedes
voy primero a saludar
pa’ dispués desensillar
(dijo Romualdo Paredes),
he salido ‘e “Las Mercedes”
junto al Río Colorao,
y como ya he galopiao
dando güelta pu’ “El Retiro”,
éste que traigo de tiro
viá cambiar por el montao.

-Güeno, desensille y largue
y vaya dispués dentrando
que lo estoy abarajando
pues llega como de encargue;
me aurra así de que me largue
hasta allá, hasta “La Inmortal”
que he trabajao un bozal
pa’ mi compadre Amaranto,
y como pronto es su santo
no quisiera quedar mal.

-Siempre estoy pa’ su mandao
pero… veo que a mi picazo
un bozal así, lindazo
le quedaría pintao.
-Que lo tenía destinao
ya lo sabe aquí, Don Soria,
pero… úselo pa’ mi gloria
y tamién pa’ su contento
y pa’ que al ver cada tiento
haga de mi una memoria.

-Bien tejida la esterilla
y lindo el botón barquero,
le va a venir a mi apero
como ñudo a una golilla;
tengo siempre en mi tropilla
alguno sobresaliente,
y ese alazán reluciente
es sin yel, galopiador,
y como es un pingo flor
queda pa’ usté, Don Vicente.

Versos de Charrúa

RETRIBUYENDO

Viera que lindo alegrón
me ha causao el otro día
cuando su mano en la mía
pegó tamaño apretón.
Y como en esa ucasión
me ha demostrao ser sincero
enredarlo, amigo, quiero
en el lazo ‘e la amistá
que con franqueza le dá
este paisano campero.

Estaba como desiando
de poderlo conocer
por eso le quise hacer
carrera en mi “Convidando”.
Que desde ya va quedando,
de acuerdo a lo conversao,
completamente anulao
porque los crioyos de laya
no deben en una raya
nunca, quedar mal parao.

Mi “azafranao”, usté vido,
no lo alabo porque’s mío,
pero en cualquier desafío
estuvo siempre priendido.
A ucasiones ha sabido
perder, no lo viá negar,
más cuando supo ganar
también, se lo digo yo,
todo el tiro, al que perdió,
la tierra l’hizo tragar.

Y su “tordillo platiao”
lo reconozco, aparcero,
que’s cabayo parejero
que hay que tenerle cuidao.
Algo me habían comentao
pero aura lo pude ver
que’l que le quiera correr
por más que venga limao
téngalo por descontao
que ni meya le v’hacer.

Ansí, ya qu’hemos quedao
amigos de tal manera
mi rancho, pa’ cuando quiera
también le ofrezco, cuñao,
que aunque vivo apueblerao
debido a la circustancia
lo mesmo que’n una estancia
se ayará en ese rincón
que’s templo de tradición
levantao con la costancia
(06/1948)

Versos de Rodolfo Nicanor Kruzich

ENTRE DOS LUCES

S’esconde el sol en los cerros,
no canta el viento sus quejas
y pa’l brete unas ovejas
vienen arreando los perros.
El tañido ‘e los cencerros
puebla de notas la loma;
el trebolar con su aroma
va embalzamando la brisa
y con su media sonrisa
la luna en creciente asoma.

Volando bajo y serena
la cerrazón se desliza
tendiendo un poncho ceniza
sobre el potrero de avena.
Pone en alerta la escena
con su grito el teru-tero,
el panorama campero
va perdiendo sus matices
entre un silbar de perdices
que vuelven al dormidero.

Mientras va Doña Tomasa
a entrompetar el ternero,
un muchacho arrea el nochero
pa’l potrerito ‘e las casa.
Un lucero como brasa
v’apadrinando a la luna
y al volar los patos de una
espantada en alboroto
parece un espejo roto
entre’l juncal la laguna.

En la quietú del ambiente,
en formación alineadas,
van cruzando las bandadas
en dirección al poniente.
En el ramaje imponente
donde todo fue alegría
no se oye l’algarabía
de los pájaros cantando
y están los sauces llorando
la triste muerte del día.

Versos de Andrés Eduardo Gromaz