domingo, 31 de marzo de 2013

EL SANTO DEL PATRÓN

1
En la estancia “El Cimarrón”
cuna de nuestro gauchaje
días van que el paisanaje
llega de toda región.
Es el santo del Patrón
y hay domas, yerra y cerdeada,
y ha tráido esa paisanada
¡cada chuzo coscojero,
cada tropilla y aperos
y soga bien trabajada!
2
¡Qué lazos! ¡Qué maneadores!
¡Qué bozales! ¡Qué cabrestos!
Cabezadas: que hombres diestros!
y riendas que son primores,
maneas en los fiadores,
en los pretales, y tientos,
espuelas que son portentos
de plata, otras de fierros;
el tin-tín de los cencerros
voces de criollazo acento.
3
Virolas, bombas, botones,
caronas, basto, encimeras,
estribos, bolas, sideras,
bocados, cinchas, correones,
peguales, dobles cinchones,
matras tejidas a mano,
además lucen ufanos
cojinillos, y carpinchos,
y crúzanse sus relinchos
los fletes de los paisanos.
4
¡Qué puñales! ¡Qué culeros!
¡Qué rastras! ¡Qué tiradores!
Bombillas, mates Señores,
y cuchillos verijeros,
de oro y plata, y aun taleros,
sello y labrado de Arce;
viera el gauchaje florearse
luciendo trabajos de él
¡y en verdad que ese cincel,
supo del gaucho copiarse!
5
¡Qué pilchas tráian más finas
realzando así sus aperos,
chiripas, ponchos, sombreros,
bombachas de gabardina,
botas, blusas de lustrina,
bordados y monogramas,
que fue comienzo de dramas
que terminaron en besos.
Y como andaban por eso
¡conquistaron a la dama!
6
Tropillas de tantos pelos
difícil se vuelva a ver;
¿qué gauchos la han de ofrecer
con tanto cariño y celo?
Va como olfateando el suelo
ya punteando un redomón,
y de cencerros al son
van casi marcando el paso
un moro, un zaino, un picaso,
y un “media res” con mechón.
7
Hay tropillas de tordillos,
de pangarés, y de ruanos,
manchado, overo, tobianos,
alazanes, doradillos,
bayos, moros y rosillos,
azulejos y rosados;
oscuros, blancos, pintados,
pampas, barrososo, cebrunos,
zainos, gateados, lobunos,
rabicanos y tostados.
8
Hay yaguanés y bragados,
colorados a elegir,
y si saben distinguir,
hay alazanes tostados,
bayos naranja, encerados,
cabos negros, crin flechillas,
picos blancos, testerillas,
malacaras argelinos,
tordillo oscuro, sabinos,
ancas moras, gargantillas.
9
Se ven zainos colorados
ases de la atropellada,
manos blancas y vendadas,
patas blancas y cruzados,
tordillos moros, plateados,
nevados y zainos mulos
y no es que estos sean nulos
pero son menos buscados,
por pícaros y aplicados
y entre ellos se hallan reyunos.
10
Ya en la rueda del fogón
gritan: “Que salte el jinete,
no se haga rogar al cuete
que le ha pedido el patrón”.
Y en pelo ya Don Zenón
abaraja un reservado,
que le han tráido de Bragado
pa’ divertir al gauchaje,
difícil que éste lo baje,
hoy no lo hace a ojos vendados.
11
Lo tienen los comedidos
y se enhorqueta Zenón,
gritando “larguemelón”
y sale despavorido.
Entre gritos y alaridos
le busca por las paletas
y con el anca el trompeta
se arrastra pa’ corcovear,
y el suelo le hace tocar
entre asentadas y tretas.
12
Paraliza la faena
el entusiasmo y la fama
mientras en trágico drama
se desarrolla la escena.
Recorren las nazarenas
desde el pescuezo al ijar,
es un juego verlo hachar
jineteando “a lo lechuza”.
De abajo arriba lo cruza
tanto que lo hace bramar.
13
De pié está la paisanada,
y nadie opiniones suelta,
va corcoveándole a vueltas
y de repente a sentadas,
se escucha una carcajada
y es que habla el fogonero:
“Montar lo he visto un overo
enancao cara pa’ atrás,
con Juan Luis, el capataz
en la Estancia “El Matrero”.
14
Un paisano muy mentado
va siguiendo la función
de cerca, en un redomón
hermoso, bayo tiznado!
Habiendo el gaucho triunfado,
grita entre ademanes francos:
“-No soy negro ni, soy manco”
y le echa el talero al tuse:
¡cae el animal de bruces
y el jinete sale al tranco!
                                          (3/1957)
Versos de Pedro Mamonde

sábado, 30 de marzo de 2013

PIONANDO

1
Más de una ocasión quedamos
con mi amigo Iyazuiré
sin plata y con poca fe
y a pionar “nos rebajamos”;
una vez nos conchabamos
por día, y pa’ remediar,
y unos pesitos juntar
en cerrada economía
sin dir a la pulpería
pa’ no beber ni jugar.
2
Allí, como en toda estancia,
a lo chajá madrugaban
y, ocasiones, nos mandaban
por días y a gran distancia;
campos había en abundancia,
leguas de un puesto hasta el otro,
mucha vaca, mucho potro,
mucha y muy güena invernada,
mucha sarna en la majada
pa’entretenernos nosotros.
3
Se amolda el pobre paisano
a la más dura tarea,
curvo sobre la batea
en tiempos de cura a mano;
en cuanto acaba el verano
ya comienza la “chorrera”
y, aunque gran sarna no hubiera,
siempre hay oveja “picada”…
Pasar l’última majada
y empezar por la primera…
4
En cuanto la mosca empieza
s’extienden las gusaneras;
si se curan diez bicheras,
cien se llenan de queresas.
Hay zonas que se tropieza
con mayor dificultá.
Es una barbaridá
lo que’n esto se trabaja;
apenas uno se baja
come, ensilla y ya se va.
5
Mil veces, de noche oscura
vuelve el pión, muerto’e cansáo,
con algún cuero terciáo
sobre su cabalgadura;
por estaquiarlo se apura,
pues tiene que madrugar,
y sin lavarse y matiar,
si pa’ese trajín no hay pión
pica leña pa’l fogón
y hace a veces de cenar.
6
No hay tregua pa’l pobre pión
con sol, con viento o garuga
se acuesta tarde y madruga
siempre con igual tesón;
si se güelve remolón
pronto güela del conchabo.
Ha de ser vago o esclavo,
su destino está marcáo:
pa’l pértigo o pa’l aráo
pero siempre clavo y clavo.
7
Menos mal que nos dejaban,
en algunas ocasiones,
tropiar en los redomones
en cuanto corriente estaban.
Ya pocos acostumbraban
sacar al camino rial,
ande s’entrega el bagual
como si escuchara a Dios,
y uno queda de “che y vos”
con el más perro animal.
8
Volver a la pulpería,
marchar atrás de una ganáo,
cruzar pagos enrabáos…
mentira nos parecía.
En nosotros s’encendía
liberto instinto salvaje
y, borrachos de paisaje,
en la campiña tendida
nos acercaba la vida
mujeres y beberaje.
9
Mas yo recordaba al pión
en su eterno trajinar,
con sueño, de madrugar,
y sin fe en el corazón.
También al criollo patrón
que’s a veces envidiáo,
sin pensar que ha trabajao
a lo negro y ’ende chico.
Si el trabajo lo hizo rico,
Dios lo ayude… si jué honráo!
10
La estancia es vida oriental,
aunque’l que’n ella pionó
de niño se’sclavizó
de una manera brutal.
La quiero porque al bagual
libre, matrero y fogoso,
dominé, en el anchuroso
escenario de su ayer.
…aunque alguna suele haber
con origen vergonzoso.

Versos de Wenceslao Varela
                     (uruguayo)

jueves, 28 de marzo de 2013

DOMADOR ENVEJECIDO

Sobre un "bayo" de penacho
lindo de ancas y de lomo
“Es el último que domo
-me decía el paisano Cacho-,
empecé desde muchacho
con bocas para ablandar.
Mi oficio ha sido domar
y mi saber se acrecienta,
pero ayer cumplí cincuenta,
es hora de abandonar.

Treinta y seis años andando
arriba de los baguales
no son dolores casuales
los que me están molestando.
Por forzarme tironeando
suelo dormirme sufriendo.
El tiempo pasó corriendo
y como es ruda mi ciencia
lo que gané en experiencia
en fuerzas lo fui perdiendo”.

Tenía razón el paisano
conocedor de la pampa.
Lo reflejaba su estampa
de domador veterano.
Más de uno confió en su mano
pa’ que le amanse un bagual
en su trabajo rural
aunque pasó algún apuro,
ni por malo, ni por duro
¡jamás! largó un animal.

También decía al conversar
de las cosas de la vida:
“La vejez es una herida
que nadie puede curar…
la doma voy a dejar
¡si cuesta creerlo, canejo!,
ayer, un pingo azulejo
entró a tirar sacudones
y al apretar los garrones
me convencí que estoy viejo”.

Versos de Juan José Somohano

ALBOREANDO

Con los primeros destellos
de las auras incipientes,
el monte muestra su frente
y el pajonal sus cabellos,
un gallo estirando el cuello
arrea su clarinada
y el vapor de las cañadas
sobre el ondulante cauce,
besa las ramas de un sauce
que llora en su correntada.

La hacienda se despereza
al tiempo que se disgrega,
mientra’un molino despliega
su sonido con pereza.
Allá en un rancho bosteza
de a ratos los chimenea,
los borregos juguetean
en el tronco de un ombú,
y al divisarme un ñandú
sus alones balancea.

Un mensual con un puestero
que están arroyo por medio,
gritan: “-No habrá más remedio
que perseguir los nutrieros”.
“-Y lo que valen los cueros…”
Entre otras cosas se dicen.
Echao en una raíces
tapo con uncos las trampas,
y al divisarme se zampan
entre unas matas, los cuíces.

Un vuelo de martineta
se despierta en la llanura
y cruzan de patas duras
al tranco, las gallaretas.
Allá las garzas inquietas
en las barrancas vigilan,
las lechuzas intranquilas
le chistan a los caranchos
y yo gano rumbo al rancho
como a su cueva la anguila.

De miedo que alguna ‘mora’
quiera rasguñarme el cuero
me hago un gato en el estero
y un relámpago en la aurora.
Me chairo entre las totoras,
me peino en los cañadones
y me siento en los garrones
igual que carpincho viejo,
si grita un tero a lo lejos
o los horneros arcones.

Sé que si tomo una copa
a vece’en la pulpería
me tienen antipatía
como toruno en la tropa.
Y en cuanto cambio de ropa
se dicen: “-Este ha robao”.
Y si me ven bien montao,
se averiguan de soslayo:
“-¿De quién será ese cabayo
que está tan bien ensiyao?”

En una reunión de criollos
hay torcidos y derechos,
y atrás de cada repecho
hay flores como pimpollos.
En el vuelo de los rollos
va la posición del brazo,
se defiende a los zarpazos
el puma que se ha sentao
y el animal muy peliao
¡previene los cimbronazos!

Versos de Juan Carlos Bares
                "El Indio" -uruguayo-

sábado, 23 de marzo de 2013

COSAS QUE PASAN


Junto a Patricio, mi hermano,
por la semana pasada
encerramos la manada
en el corral, bien temprano,
porque resulta, paisano,
que teníamos que marcar
unas yeguas pa’ llevar
a la feria al otro día.
Él y yo con alegría
porque ibamos a pialar.

Mi hermano entró en el corral
porque ya estaba la marca
y le echó el ojo a una zarca,
¡que belleza de animal…!
Viéndola tan servicial
dando vueltas, asustada,
dentró a revolear la armada
y al pasarle de derecho
el lazo paró en el pecho
de la potranca gateada.

Patricio, ya acostumbrao
a pialadas, puerta afuera
le aflojó pa’ que cayera
más para abajo el trenzao
después estando afirmao,
un tirón fuerte pegó.
La gateada pie perdió
y al caerse sin trabajo,
le quedó el cogote abajo
y el golpe la desnucó.

Que “va ser”, se había matao
y lamentando aquel caso,
monté sobre mi picaso
y la cinché pa’un costao.
Luego con el lazo armao,
viendo puntear una blanca,
hice un tiro de payanca,
erré y volví a tirar
pero no pude agarrar
ni siquiera una potranca.

Patricio a gritos decía,
desde afuera del corral:
“-Hombre más chambón pa’l pial
pensaba que no existía…”
Como tanto se reía
me dejó de malas ganas
y siguiendo en sus jaranas
me decía: “-Salí, payaso
que si no me das el lazo
van a quedar orejanas.”

El lazo le entregué yo.
Ya medio cansao estaba
y cuando el sol calentaba,
el trabajo terminó.
Una potranca quedó
tendida, sin palpitar…
Saqué de botas un par
a medida de mis patas,
pero andaré en alpargatas
hasta que aprenda a pialar.

Versos de Juan José Somohano

viernes, 15 de marzo de 2013

PROBANDO LAS SOGAS

Con el motivo sencillo
de cumplir una gauchada,
eché al corral la potrada
y embozalé un doradillo;
marca de Urbano Estabillo,
criador de puros de trote,
quien me encargó de rebote
que en cuanto un lugar le hiciera,
le agarre ese potro que’ra
medio durón de cogote.

El bagual de encuentros anchos,
alto y de estampa morruda,
podía decirse sin duda
que’ra grande como un rancho.
Entró a gritar a lo chancho
ni bien le apliqué el rigor
-cuando ayudao por Fanor,
el mayor de mis muchachos-
lo acollaré al de quebracho
con un nudo potreador.

Al verse atao, con asombro
se entró a sentar de manera,
que parecía que quisiera
echarse el palenque al hombro.
Yo cerca y sin mucho escombro
por mis guascas campechanas
le iba gritando con ganas
-aunque midiendo los kilos-
¡¡Podés sentarte tranquilo
que no estás atao con lanas!!

A las dos o tres jornadas,
de tirar a lo pavote,
lo vi aflojar el cogote
y mezquinar las colgadas.
Mis sogas por bien sobadas
ni lo habían lonjiao siquiera,
entonces a la manera
del que conoce el trabajo,
lo entré a zamarrear de abajo
a dos laos, de la hociquera.

Decirles, está de más
que aquel cogote de fierro
al mes era como el perro
pa’ cabrestiarme de atrás.
Era tan dócil y audaz
que en más de una ocasión
se me vino, el mancarrón,
tan encima de las patas
que me sacó la alpargata
machucándome un garrón.

Hoy ya listo pa’ entregarlo,
y ver coronao mi empeño,
espero que venga el dueño
un día de’stos a buscarlo.
Mientras me place mirarlo,
cuando en el palo se azoga
mi estirpe criolla se arroga
deseando que alguien me mande
cada tanto un potro grande
pa’ poder probar las sogas.

Versos de Carlos Loray

martes, 12 de marzo de 2013

TEMPORAL

Es tremendo el temporal,
noviembre parece invierno,
resulta aquello un infierno
como no se vio otro igual;
enloquecido un bagual
dispara rumbo a la estancia,
cae el agua en abundancia
lavando la espiga rubia
y el viento tira la lluvia
veinte metros de distancia.

Un arroyito crecido
va cargado de reptiles,
el agua cae a  barriles
sobre un suelo endurecido;
aquel cielo enloquecido
que no conoce adversario
desata su abecedario
desafiando al mismo Dios
y un rayo lo parte en dos
al ombú ya centenario.

Aquel temporal terrible
se ha salido de la vaina
y como el viento no amaina
avanzar se hace imposible;
aquello resulta horrible,
llueve y llueve sin cesar,
se ve en el bajo flotar
los gajos del viejo sauce
y el agua busca su cauce
para seguir rumbo al mar.

Mi encerado veterano
no permite que me moje,
sin que la tormenta afloje
se hace de noche temprano;
es una laguna el llano,
ya no se ve media vara
y al ver que la lluvia para
monto y sigo campo afuera
y en una pobre tapera
hago noche hasta que aclara.

Amanece, prendo fuego,
caliento el agua y mateo,
sin apuro churrasqueo
y un beso al porrón le pego;
después con un “hasta luego”
dejo la vieja tapera,
ningún problema me espera,
¡vamos!, me grita el camino…
Y como soy argentino
vengo y voy, por donde quiera.

Versos de José Alaiz

jueves, 7 de marzo de 2013

EL ROSILLO Y EL OVERO

Hoy, se toparon de güelta
“el rosillo” y “el overo”…
¡¡Como empardando el hocico
vandiaron los cuatrocientos…!!
El paisanaje gritaba
apostando, allá a lo lejos,
y debieron consultar
al veedor con los rayeros…

Era a largar de la cinta.
Paró “el rosillo” bien quieto,
pero “el overo”, nervioso,
estaba que… daba miedo.
Y Don Pocholo Bengoa,
ande enfrentaron parejos
les levantó… y ¡¡¡Ya largaron!!!
con la clin flotando al viento…
El ruido era atronador
de los cascos en el suelo,
achicándolo en segundo,
de a metro… a los cuatrocientos.
Sobre la cruz: dos valientes
echados sobre el pescuezo
y adivinando en los ojos
del otro… los movimientos…
Los vasos en la cantina
sonaban como cencerros
y la furia de los fletes
le daba vergüenza al viento…!!!

-Pago mil más al “rosillo”.
-Tenga… me juego al “overo”.
-Me quedan quinientos más
por si le gusta… -Están puestos.

Y allá, la curiosidad,
detrás de los parejeros
y pegada a los garrones
pregunta… ¿Quién fue el primero?
Y endespués de consultar
el veedor con los rayeros
suena como un latigazo:
¡¡Hicieron puesta de nuevo!!

En medio de los aplausos
dan güelta los parejeros…
La gente, se abre en dos bandos,
pero, felices… contentos…
Hay quien lo palmea al “rosillo”
le acarician el pescuezo,
y otros tantos preocupados
en sosegar “el overo”
que escarciando, pide rienda
y es un manojo de nervios…!
La sotera de las fustas
parecen ponchos de flecos
y se han mojao de sudor
después del tremendo esfuerzo…

Pa’l 25 de Mayo
(si nos acompaña el tiempo)
dicen los compositores
que van a correr de nuevo…
Y ésta vez… cien metros más.
¡¡Todo lo que esté parejo!!
Pa’l 25 de Mayo
“la fiesta mayor del pueblo”
habrá misa. Procesión.
Habrá jineteada en pelo
y en la cancha de carreras
haciendo vibrar los pechos,
algo que ya es pa’ la historia:
¡¡”El Rosillo” y “El Overo”!!

Versos de Eduardo César Viglietti

sábado, 2 de marzo de 2013

SURERO

Sí, señora, soy surero
pelechao con luna y brasa,
y bien criao sobre los lomos
de los fletes de la pampa.
Un poco guaso, tal ves,
y enduresido en la escarcha
del despresio que entumese,
pero puro como el agua
de la lluvia bienhechora
que le da verde a las plantas.
No sé, si usté me habrá visto
florearme en una payada
o domar a un potro chúcaro
con la lus de una esperansa.
No sé, si usté, por rasones
sentimentales de rasa,
me vio pasar en tropilla
confundido con mi lansa,
rastreando campo en silensio
y trasnochao en la mala,
desmelenao y sin pilchas
o rotoso, en las patriadas.
No sé, señora, si ha visto
en lo más hondo de su alma,
emosiones de querensia
en toda la aurora gaucha
que se hiso ovillo en el pecho
pa’ no ser desilachada
cuando demarcó horisontes
con un flete y su guitarra.
Tal ves, usté, no ha oservao,
porque las cosas estrañas
le hacen olvidar el claro
color de nuestra alborada
que pasó como una sombra
en flechasos de aire pampa
con los colores del sielo
en mis horas de añoransa.
Güelva los ojos, señora,
que ya tengo vincha y alas
y un lusero brillador
de mi tobiano en las ancas,
pa’ dirme donde usté guste
en las güenas o en las malas
como chispaso de sol
bordao en la asul y blanca.
Güelva los ojos, señora,
que los dos haremos patria.
Pa’ nutrirnos de coraje
y de emosiones yenarla;
a ella que es la donosa
dueña de todas mis ansias.

Versos de José Juan Bianchi