martes, 31 de mayo de 2011

LAZO DE VEINTE

Después de cortar dos cueros
y de sacar cuatro tientos
entré a desvirar atento
como hace todo campero;
sin ser un hombre soguero
ni menos acostumbrao,
con cuatro tiento’oviyao
empecé a trenzar un lazo
que cada día, de paso,
lo iba dejando enterrao.

Como el tiempo nunca alcanza
para el que vive luchando
lo fui de a ratos trenzando
como quien trenza esperanza,
hasta que una noche mansa
-mientras que hervía la oya-
estiré esa prenda crioya
que al terminar la trenzada,
le medí veinte brazadas
de la presiya a la argoya.

Una vez para enlazar
se lo presté a un viejo crioyo
que armó como con diez royos
por gusto de compadrear,
y sin hacerse esperar
con mucha fuerza en el brazo
enlazó un toro machazo
que al cincharlo campo afuera
salió como si quisiera
hacérmelo triza, al lazo.

Erraron los de revés
y al quedarse el mancarrón
medio silbó en el tirón
pero el toro no se fue;
por eso de aqueya vez
con sus tientitos durones
anduvo por los galpones,
por yanuras y barrancas,
cascabeliando en el anca
de distintos redomones.

Los más camperos dirán
¿para qué un lazo tan largo?;
si lo esplico, sin embargo,
yo sé que lo entenderán:
no estando Pedro ni Juan,
no teniendo compañero,
aprende el hombre campero
a salir solo del paso
y con la ayuda del lazo
voltea al bagual más mañero.

Y al enlazar algún malo
pa’ poderlo embozalar,
lo he visto yegar a humear
con una vuelta en el palo;
mas si a su tiempo resbalo
tiene cien hazañas fieles
porque'ntre tirones crueles
con él bajé, si señor,
la bomba y el pescador
en diferentes jagüeles.

Potros, yuvias y mañanas,
tirones y desencantos
lo fueron sobando tanto
que parecía una badana;
clásica prenda paisana,
mezcla de patria y bandera,
que cuando pialé ayá afuera
al bagual más soberano,
no corría entre las manos
ni en la bombacha, siquiera.

Le dio fin una tordiya
entre pastos y matorros,
lo hayé mascao por los zorros
de la yapa a la presiya.
Perdido entre la flechiya
ya no servía pa’ nada...
Lazo de veinte brazadas
tioco, servicial y fuerte:
¿cómo no pudo, a la muerte
acogotarla tu armada...?

Versos de Saúl Huenchul

domingo, 29 de mayo de 2011

AMANECER EN MI PAGO

Se oye un cencerro a lo lejos
de alguna yegua madrina
entre la espesa neblina
que cubre el campo parejo…
Ni bien se asome un reflejo
entre los talas añosos
del gaucho sol bondadoso
emponchando al pobrerío,
saldrán corajeando al frío
los mensuales laboriosos.

El capataz en un “moro”
pa’l pechazo garantido…
yeva a los tiento’un torcido
como pa’ volcarlo a un toro.
Un domador mozo floro
redomoniando un gatiao
también se haya entreverao
entre risas y chacotas…
con una boina grandota
y tirador escamao.

Desde los campos linderos
se oyen balidos y gritos,
se escucha el “hopa”, clarito
de los paisanos reseros…
Entre el vocerío de teros
en un “tordiyo” charcón,
va rumbiando al cañadón
el nutriero de la estancia
mientras que busca distancia
disparando un charabón.

Sin más peón que una bandera
un alambrador muy crioyo,
va perfilando los hoyos
con el poste ‘e la tranquera.
El gringo ‘e la jardinera
cargao con papa y zapayos…
apura su pingo “bayo”
pa’ recostarse a la oriya
y dar paso a una tropiya
como de quince cabayos.

Entre los frescos terrones
aparceriao por gaviotas…
el arador da la nota
pa’ los curiosos mirones.
Dos puesteros ya viejones
comentan del temporal
y un tambero, del corral
sale en su carro lechero
mientras relincha el nochero
como exigiendo el morral.

Solo quedó en la matera
un viejito que’s soguero…
macetiando algunos cueros
tranquilón a su manera.
Así es la gente campera
que hoy en mis versos halago
mientras saboreo un trago
del amargo cimarrón…
me va inspirando el fogón
cuando amanece en mi pago.

Versos de Felipe Olivera Moreno

DE GÜELTA AL PAGO

Cuantos corcobos ha dáo
el corazón en el pecho,
al verme abajo del techo
ande de chico m’he criáo!
juguetón ha retozáo
golviendo al pago querido,
ande gozar he podido
en un tiempo que se jué,
tiempo de venturas que
guardo muy hondo escuendido!

Allí está el rancho tostáo
por los soles del verano;
allí es ande gocé ufano
dichas que el tiempo ha lleváo!
Allí es ande yo he soñáo
con margaritas y aromas
que lucen allá en las lomas
como queriendo decirme
dende que yo pensé en dirme,
que allí lloran las palomas!

Hasta el pastito mojáo
que allí aplasté con mis pieces,
se me hace, como otras veces,
que al verme me ha saludáo!
Pucha! y yo que lo he dejáo
solo, como una tapera,
sin mandarle tan siquiera
en el potro de los vientos,
unos cuantitos lamentos
pa’ decirle que me quiera!

Cuatro corcobos ha dáo
el corazón en el pecho,
al verme abajo del techo
ande de chico m’he criáo!
Los campos me han saludáo,
y la brisa, tristemente,
se ha posáo sobre mi frente
besándome, placentera;
¡que linda es la madriguera
pa’l cachorro que está ausente!...
(Ca. 1903)
(Se respeta la ortografía de época)

sábado, 28 de mayo de 2011

GUITARREOS

Es al ñudo balaquear
cuando no dá la osamenta,
que la guasca se revienta
de tanto hacerla estirar;
cuando me pongo á tocar
ya los dedos se me entumen
y aunque de máistros presumen
al ñudo es la presunción;
se pierde la ejecución
como se pierde el cacumen.

Puede horquetarse en el lomo
de un bagual, un viejo quiebra,
mas ya no muestra la hebra
como antes, ni por asomo;
pues por más que sepa como
se trabaja en el recao,
encontrándose pesao
ese saber es en vano,
que al ñudo, sin ser liviano,
es querer salir parao.

En el viaje de la vida
se marcha lindo y parejo
mientras que á matungo viejo
no se llega en la partida,
pero cuando ya entumida
se siente la chiquizuela
es al ñudo que le duela
cuando se siente aporriao,
porque á matungo cansao
no lo aligera la espuela.

En un tiempo fuí clavel
que en la mata se mecía
mientras su aroma esparcía
perfumándolo al verjel,
pero el invierno crüel
que la vida va agostando,
poco á poco ha ido secando
mis gajos más corpulentos
y aunque en el tronco hay alientos
ya no vivo perfumando.

Así es todo en la existencia,
incluso aquello del vino,
pues se me hace desatino
creer que sea eterna su esencia;
á toda, la Providencia
le ha puesto termino fijo,
y por eso yo colijo
que cuando sopla el pampero
lo lleva el diablo al sombrero
en cuanto afloja el barbijo.

Como les iba diciendo,
voy marchando á lo cangrejo,
como marcha todo viejo
que ya vichoco va siendo;
al ñudo agarro y enriendo
animal que bellaquea,
cuando le aflojo colea,
se hamaca si lo sujeto
y en cuanto me le enorqueto
dejuro me basurea.

Precaviendo machucones
aura matungos prefiero,
pues con matungo aguatero
no hay peligros de arriesgones.
En mi saco hay chicharrones,
se me hace cosa sabida,
pero no arriesgo partida
si la flor no es de cuarenta,
porque así no me revienta
ningún chambón ¡en la vida!

La vida tiene ilusión
mientras que brindan placeres
flores, música y mujeres,
cuando el hombre es mocetón,
pero llegando á treintón
ya la cosa es más formal,
hay que cuidar el caudal
mezquinándole á los tantos,
y al pingo de los encantos
echarle medio bozal.

Yo ya soy de los que viajan
despuntando cañadones,
y hacen el viaje á tirones
si escollos no los atajan;
con los años se rebajan
las fuerzas, eso es sabido,
y cuando al hombre entumido
lo deja la suerte adversa
tiene que buscar por fuerza
el calorcito del nido.

Eso es lo que me sucede
y lo que el mal me aconseja,
el arrimarme á mi vieja
que es quien aliviarme puede.
No hay nadie que desenrede
con más tino la madeja;
¡dichoso del que se queja
de dolor en la cadera
si tiene una curandera
que cure como vieja!

Quien á buen árbol se arrima
de buena sombra disfruta,
y come la mejor fruta
quien del árbol está encima.
Y aquí le aflojo á la prima
por temor que se reviente,
pues siempre tengo presente
que con la cuerda añadida
es serenata perdida
por más que el pulso se asiente.

Pajarito que á la aurora
te columpias en la rama,
mientras que trinos derrama
tu gargantita sonora,
si hay algún triste que llora
cuéntale que no me has visto,
porque si en el mundo existo
ya no es para consolar;
que es un puro suspirar
el pobre viejo Calisto.
                                            (03/1901)
Versos de Alcides De María
                      (uruguayo)

viernes, 27 de mayo de 2011

LA CARRERA

Se están dorando al juego los costillares
que ha prieparao el dueño de la carrera;
se oyen en las guitarras dulces cantares
y van yegando gauchos a la tranquera.

El “pago” está de fiesta. Corre el tordiyo
del dueño de la estancia “Los Mojinetes”;
con el pingo ‘e Ño Braulio, lindo potriyo
de pura sangre criolla, duros jarretes.

Tienen fama los fletes de ser ligeros
y guapos en el tiro de los quinientos;
pa’ la largada vivos y ventajeros
y corriendo s’estiran como los tientos.

Caminan las “chiruzas” de un lao pa’l otro
las trienzas remachadas con margaritas;
en tanto los troveros de bota ‘e potro
cantan zambas y gatos y vidalitas.

¡Esas si que son fiestas! Se ven las chinas
lucir las maravillas de sus ojazos,
y al verlas tan hermosas como ladinas
cáin lo mesmo que chorlos, criollos machazos…

Ya se oyen estos gritos entre’l gauchaje:
“-¡Voy mi cinto de plata al pingo oscuro!”
-grita un paisano-. Y otro: “-¡Yo hasta el prendaje
me lo juego al tordiyo de lo de Luro!”

Y siguen las apuestas al favorito
ritrucao con un “-¡Pago! voy la parada”.
Porque pa’ las carreras como el máiz frito
se le priende de un salto la paisanada.

Ya están listos los fletes. Los corredores
han montao ágilmente los parejeros;
han dao güelta sus violas los trovadores
y prosiguen yegando los forasteros.

El más viejo del “pago” será el rayero…
Tuitos están conformes, porque no faya;
yeva sobre la nuca puesto el sombrero,
y se ha parao justito sobre la raya.

Hay un corto silencio. De pronto, gritos…
“-¡Ya largaron! ¡Se vienen! ¡Dejen más cancha!”
Hay ruidaje de cascos y tendiditos
cruzan los parejeros como avalancha…

En seguida el rayero piensa un segundo;
luego alza despacioso su mano enhiesta;
y dice con voz clara: “-¡Que tuito el mundo
degüelva las paradas, ha sido puesta!...”

Se oyen risas y gritos: “-¡Viva el rayero!”
los dueños de los fletes se dan las manos…
en tanto ya está a punto el asao con cuero,
que ha’bierto el apetito de los paisanos…

Versos de Enrique M. Gaudino

lunes, 23 de mayo de 2011

CANTO AL NOCHERO

Al remover los tizones
del fogoncito surero
mientras sigue el aguacero
y avanzan los chaparrones,
viá emparejar los bordones
del instrumento campero,
para cantar con esmero
si es que a definirle alcanzo,
a ese pingo noble y manso
que le llamamos nochero.

Fue el orgullo de una estancia
y el lujo del estanciero
y en él se lució el puestero
trabajando con prestancia.
Un animal de arrogancia,
vivaracho y coscojero,
supo ser buen parejero,
aguantador y parejo,
y aura ya bichoco y viejo
solo sirve pa’ nochero.

De mañana fue el primero
en ponerse en movimiento
cuando un boyerito atento
le puso el freno y un cuero.
Él soportó el aguacero
en un rincón del corral,
cuando la noche invernal
soplaba su ventolera
se pasó la noche entera
dando el anca al temporal.

Caballito de emergencia
en cualquier caso de apuro,
muy lento pero seguro
tratándolo con paciencia.
Animal de inteligencia
yo lo pinto en mis matices
por sus viejas cicatrices
con todo lujo detallo:
en él, a andar a caballo
aprendieron los gurises.

Él cumple una obligación
como si fuera sereno
y a veces tascando el freno
lo agarraba la oración.
Allá, detrás del galpón
un peoncito veterano
como todo buen cristiano
antes de echarlo al corral
suele colgarle un morral
con algún poco de grano.

Y ya pasando la historia
en el fondo de un potrero
quedará el viejo nochero
pero cargado de gloria.
En honor de su memoria,
por su guapeza y coraje,
cuando en el último viaje
nos deje su adiós postrero
he de rendirle al nochero
un merecido homenaje.

Versos de Arnolfo "Quicho" Peralta

MILONGA DEL PEÓN DE CAMPO

Yo nunca tuve tropilla
siempre he montao en ajeno,
tuve un zaino que de bueno
ni pisaba la gramilla.
Paso una vida sencilla
como es la del pobre peón,
madrugón tras madrugón
con lluvia, escarcha o pampero,
a veces me duelen fiero
los hígados o el riñón.

Soy peón de la “Estancia Vieja”
partido de Madalena,
y aunque no valga la pena
anote que no son quejas:
una tranquera con rejas,
un jardín grande, un chalet,
lo recibirá un valet
que anda siempre disfrazao
no se me asuste, cuñao,
y por mi preguntelé.

No se le ocurra explicar
que viene pa’ visitarme
diga que viene a cobrarme
y lo han de dejar pasar.
El hombre le va a indicar
que siga los ucalitos,
al final está el ranchito
que han levantao estas manos,
esa es mi casa, paisano,
y áhi puede pegar el grito.

De entrada le viá mostrar
mi mancarrón, mis dos perros,
varias espuelas de fierro
y un montón de cosas más.
Si es entendido verá
un poncho de fina trama,
y el retrato de mi mama
en donde rezo pensando,
mientras lo voy adornando
con florcitas de retama.

Que puede ofrecer un peón
que no sean sus pobrezas,
a veces me entra tristeza
y otras veces rebelión.
En más de alguna ocasión
yo quise hacerme perdiz,
pa’ tratar de ser feliz
en algún pago lejano,
pero la verdad, paisano,
me gusta el aire de aquí.

Versos de Atahualpa Yupanqui

domingo, 22 de mayo de 2011

TIRANDO UNA CUARTA

El sol ya me acariciaba
con su gigantesca mano
y aunque era medio temprano
alguna perdiz silbaba.
El oscuro que montaba
le quería ganar al viento,
un pingo de gran aliento
que nunca pedía una tregua
y devoraba las leguas
como si estuviera hambriento.

Recuerdo en esa ocasión,
cosas que tiene el destino,
en un cruce del camino
lo encuentro al Floro Almirón.
“- He manchao a mi facón
-me confesó arrepentido-
sabe Dios que no he querido
este lance provocar,
y si me voy a entregar
seguro que estoy perdido.

El dueño ‘e la estancia “El Mate”
me sacudió un talerazo
y aquel que levanta el brazo
está dispuesto al combate.
No nació quien me maltrate
le dije sin titubear,
usté podrá controlar
si cumplo mi obligación
pero el día ‘e la eleción
yo sé a quien debo votar.

Mi vergüenza no se quiebra
y menos ante el ultraje
y yo, por suerte, al coraje
no lo gano en la ginebra.
El hombre no era culebra
y ya se armó la de a pie,
aunque un susto me llevé
es de agallas el caudillo,
se aflojaron sus colmillos
cuando el brazo le corté.

Hasta aquí me trajo el ruano,
siete leguas de un tirón,
pero a causa de un tendón
está aflojando una mano.”
-No se preocupe paisano,
le contesté muy seguro,
lamento este trance duro
pero todo saldrá bien,
para que no pierda el tren
aquí le ofrezco mi oscuro.

Muchos años ya han pasao,
siempre el hombre en libertá;
por mi gesto de amistá
me tuvieron apurao.
El tiempo todo ha borrao
pero yo recuerdo el día,
apenas amanecía,
un relincho trajo el viento
y el oscuro, muy contento,
me anunciaba que volvía.

APADRINADOR

Oh! gaucho apadrinador
que sobre el lomo de un pingo
cuidás en cada domingo
al jinete o domador,
en el caballo mejor,
de buena rienda y ligero,
todo el ambiente campero
comenta de tu experiencia,
apadrinar, una ciencia
donde hay que jugarse el cuero.

He visto algún reservao
tomar el campo con furia
y en situación de penuria
al jinete enhorquetao,
fue allí donde tu montao
supo jugarse al instante,
siendo lo más importante
salvar el hombre del caso
sacándolo con un brazo
y echándolo por delante.

En aquella jineteada
que no talle tu presencia
tal vez que la concurrencia
observe gente golpeada,
la estampa prefabricada
de aquellos que quieren ser,
jamás podría reponer
tu destreza conocida
porque cuidar una vida
no se trata de aprender.

Vos cortaste la estribera
del quedó en el estribo
y ya más muerto que vivo
flameaba como bandera.
En cada fiesta campera
donde el pago está reunido,
pasas desapercibido,
te olvida el animador,
pero yo, apadrinador,
te canté lo merecido.

Versos de Juan José Somohano

TATA NICA

Tata Nica era entrerriano
y había andao en las cuchiyas.
Cincuenta vacas de vientre
le había regalao Urquiza.

Un chumbo como hecho a dedo
le sumió una carretiya,
y las lanzas en el cuerpo
le araron melgas torcidas.

Viejito más embustero
nunca he topao en mi vida;
sacaban briyo sus ojos,
los yevaba a las esquinas,
cuando riyendo contaba
mientras pa’ mentir tosía:
“po aquí me dentró la mora
chiflada por garabina”.

(Y si alguno pa’ cargargarlo
le preguntaba a Don Nica
¿por donde puertió la bala
que no se le ve salida?
el viejo componía el pecho
refalando con malicia:
“yo iba pu…ntiándolos m’hijo
y mientras me divertía
la’e plomo vio el horno abierto,
tiró un colmiyo a la cincha,
y buscó luz apurada
mientras yo gané la oriya”).

Y uno de su mesma edá
que mucho lo conocía,
sabía decir qu’eran cuentos
esos de lanza y guerriyas;
qu’el chumbo era un grano malo
que supo salirle un día;
las cicatrices de chuzas
eran… de alambre de espinas
ande cayó bien pintón
cuando de un baile venía.
Era más boca que hechuras,
era más miedo que Nica.
Nunca sintió el pororó
de las doñas garabinas,
ni lo sintió a don Trabuco
toser en las escupidas.
Vacas de vientre las daba
Don Justo José de Urquiza
pero eran vacas pa’ toros
no p’andar con las gayinas.
“¡Que mienta adelante mío:
ni pa’ cebador servía!”

Juera cierto o juera falso
me gustaba el Tata Nica.
Da lo mesmo hacer un sueño
que vivirlo en esta vida.

“¡Guá mi sobrino… -empezaba-
parece que’l sandial pinta.
Hembra que tope en la güeya
debe ser siempre seguida.
(Siga la avispa en su rumbo
p’hayar la miel escondida).

“Su rebenque debe ser:
en el cabo picardía,
y en l’azotera una pluma
pa’ tratar con las gurisas.

“Si puede guardar un peso
no está demás en la vida,
que’s triste yegar a viejo
sin un hijo que sea espejo
y sin un rial pa’ comida…”

Tata Nica tenía un poncho
como carpa, yeno ‘e listas.
No le faltaba ni un diente,
y a los ochenta en la liña,
ricién el jacarandá
tuvo en la copa ceniza.

Cambió cabayo por sulky
de los noventa p’arriba,
y “El Tero”, su tranquiador,
lo acarreaba al lanciador
chiflando pa’ su guarida.

Una mañana de invierno
el sulkicito gemía,
el overito tranquiaba
y el Tata Nica dormía.

Riyendo sestió pa’ siempre
con su ponchito de listas,
y apuntando con el dedo
la chumbiada carretiya,
l’iba contando a la muerte:
“jué un chiflido ‘e garabina”.

sábado, 21 de mayo de 2011

LOS DOS HERMANOS

Entre sauces coloraos
que cimbran como bordonas
y los lagos de esa zona,
hay dos ranchos afamaos;
viven en ellos guasquiaos
por la lonja del destino
dos criollo’a cual más ladino
pa’ conocer el terreno!,
uno es un roto chileno,
el otro, un gaucho argentino.

Hasta la mesma cumbrera
alzaron su rancho igual
con barro ‘e tembladeral
y paja de vizcachera;
cada cual una bandera
ostenta en el mojinete,
y a cada cual le compete
al tremolar sobre el quincho
esta leyenda: “El Relincho”,
y estas palabras: “El Flete”.

Tropilla de doradillos
monta el paisano argentino,
y el chileno campesino
viaja en caballos tordillos,
pellizcan los culandrillos
y las matitas de berros,
y el tintín de los cencerros
bordeando el tembladeral,
es el mismo; como igual
el alerta de los perros.

Hasta ayer fueron rivales
y los vieron no sé cuando
sin lastimarse, peliando
veinte minutos cabales;
iban los largos puñales
de hacha, punta y de revés,
yendo al mover de los pies
los golpes de arriba a’bajo
y cuando llegaba un tajo
paraba el poncho a la vez.

Pero, murió un hacendao
dejando dolores fijos
y se supo que eran hijos
los dos del mesmo finao…
Tenía aquel viejo endiablao
a más del rancho querido,
otro calor, otro nido
que abandonó en sus desbandes
del otro lao de los Andes
donde el chileno ha nacido.

Esta es la historia sencilla
de éstos que, si en su existencia
el poncho lo diferencia,
no la bota y la golilla;
la una y la otra tropilla
sabe de apartes sin bretes,
y en los lagos, ¡no es juguete!,
se azotan como el carpincho
nadando los de “El Relincho”
mesturaos a los de “El Flete”.

Versos de Francisco "Pancho" Gandola

UN PATACON ES MI PLATA

Un patacón es mi plata
y no quiero más fortuna,
con el que encuentro en la luna
compro añoranzas baratas.
Un patacón es mi plata
y a veces me anda sobrando;
ocasiones voy andando
con buena suerte en la güeya
¡y miyonario de estreyas
caigo a mi rancho cantando!

Un mancarrón es mi bayo,
pero yo les aseguro,
¡que aunque me ofrescan un puro
me quedo con mi cabayo!
Un mancarrón es mi bayo,
¡ni sombra de lo que juera!
Quién antes lo conociera
sabrá bien porque les digo
¡que jamás hayé un amigo
que al bayo se pareciera!

Mi rancho es una tapera
y no quiero más querencia;
en el descansa la cencia
de mis edades primeras.
Mi rancho es una tapera
encogida en su humildá;
en tres palabras se dá:
piesa, cocina y alero,
¡pero no haya un estanciero
la pas que yo encuentro acá!

Mi plata es un patacón,
una tapera mi rancho,
y un destino de caranchos
espera a mi mancarrón.
Otro en igual condición
yoraría su suerte ingrata,
pero mi concencia trata
por orguyo soberano
¡dimostrar que no es en vano
que soy hijo de mi tata!

viernes, 20 de mayo de 2011

MI CANTO

Yo nunca he cantao florido
aunque me gusta cantar,
y no se hacerme rogar
cuando me hacen un pedido;
pero queden alvertidos
que humilde, como me ven,
mi canto encierra también
aunque en senciyo lenguaje:
la rebeldía y el coraje
que’l crioyo heredó al nacer.

Mi canto no es de salón;
mi canto es pampa y güeya;
nació, cara a las estreyas.
y al yamariar de un fogón.
Mi canto está hecho pa’l pión,
pa’l puestero, pa’l mensual,
pa’ la maestra rural
que cumple un apostolao
y pa’l pobre hombre que ha’rao
pa’ que otro venga a cobrar.

Mi canto nunca ha servido
de alfombra pa’ los caudiyos;
mi canto será senciyo
pero jamás lo he vendido.
Si alguno lo ha pretendido
le he contestao hiriente:
“-Jamás el hombre valiente
se vende o canta en voz baja,
y dando yo la baraja
no miró al que tengo enfrente”.

Mi canto es grito del pampa
peliando a lanzaso y bola;
mi divisa es una sola
¡la gloriosa azul y blanca!
Mentiras he visto tantas
en nombre del patriotismo,
he visto tanto cinismo
pa’ engañar al puebleraje,
que mi canto es voz salvaje
combatiendo al servilismo.

Mi canto no es dotorao,
son los trinos de un surero,
pero vea… compañero,
tampoco es charla ‘e mamao.
No es de pájaro enjaulao
que’l cautiverio soporta;
si lo persiguen… ¡que importa!
no han de acayar su razón
¡porque no es tira ‘e calzón
que al primer tirón se corta!

Yo canto porque me gusta
no canto pa’ que me paguen,
no canto pa’ que me alaben
y al cantar nada me asusta.
Y cuando la ley mas justa
me tropée pa’l campo santo,
no quiero esenas ni yantos
que si yo canté lo cierto:
mi cuerpo podrá estar muerto…
¡pero ha de vivir mi canto!

Versos de José Mauricio "Coco" García

LLUVIA DE INVIERNO

Se agacha el cielo de plomo
como p’apretar los cerros
y en la cocina los perros
tiritan hinchando el lomo.
Carraspea el mayordomo
que se dirige al galpón,
y entre las carchas, un pión
que está sobando un ronquido,
da un salto medio dormido
y enderieza pa’l fogón.

El viejo Don Irineo
que ha yerbiao dende temprano,
le ofrece un mate orejano
que ya no entra en su rodeo;
pa’ sacarse el gusto feo,
el pión, lo chupa y saliva,
junto a las brasas estriba,
pita, bosteza y al rato
encojiéndose a lo gato
sale mirando p’arriba…

Las nubes, zainas escuras,
le cierran el paso al día
y una lluvia lenta y fría
baja dende las alturas.
Por entre las dentaduras
de la sierra, cruza el viento,
peina el pasto amarillento,
trepa luego a la cuchilla
y al dirse, en el coronilla
deja colgao un lamento.

Dando el anca a la garúa,
guapiando contra la escarcha,
la hacienda empapada marcha
junto al alambrao de púa.
La llovizna continúa,
se corta el agua en ramblones,
rebalsan los cañadones,
echan humo los baguales
y gime en los pastizales
el frío de los pichones.

Lo mesmo que pilchas viejas,
grasientas y amontonadas,
rumean quietas y echadas
entre el pajal, las ovejas.
El lechuzón, tuito orejas
que está en su guarida atento
se asoma a cada momento
y luego al quedar callao,
parece un fraile parao
en la puerta de un convento.

En el arroyo projundo
de tala y chalchal cubierto
parece que hablara un muerto
con la voz del otro mundo.
Juego azufrao de un segundo
tras el estruendo revienta,
de miedo el tero se asienta
y el hornero embravecido
¡canta el triunfo de su nido
desafiando a la tormenta!
(Minas, ROU, 1930)

miércoles, 18 de mayo de 2011

MI TROPILLA

Son catorce y la madrina
los bayos de mi tropilla;
catorce y una “rosilla”,
yegua puntera y ladina.
Desde que el sol ilumina
hasta que quiere morir,
cualquiera, sin elegir,
suelo a veces ensillar,
seguro que al regresar
está mejor que al salir.

Vivarachos, bien domados,
guapos para galopar,
buenos para trabajar,
mansos y tan entablados,
que los tengo acostumbrados
a parar en donde quiera:
lo mismo en una tranquera
que costeando un alambrado,
y si me encuentro apurado
a rodearlos campo afuera.

Si es “El Claro” o “El Bandido”,
“El Peligro” o “El Charrúa”,
cualquiera de ellos es púa
para galopar tendido…
“El Engaño” es conocido
entre todos como bueno;
no es nada maula “El Veneno”
y hasta el mismo “Cimarrón”
aunque medio redomón
ya baraja bien el freno.

Galopar de cara al viento
da gusto si es en un flete
liberal como “El Pebete”,
“El Capricho” o “El Tormento”;
y orgullo de gaucho siento
al nombrar al más mansito,
escarceador y bonito
que en la tropilla se exhibe:
bayo naranjo, “El Caribe”,
solo te iguala “El Solito”…

Ninguno se va a aplastar;
son pingos como de fierro
si al sonido del cencerro
es preciso galopar;
y no vaya usté a pensar
al verlos de poca traza
que “El Cariño” o “El Cachaza”
se pueden poner pesados:
son guapos bien comprobados
porque les viene de raza…

Su color de oro al sol brilla
y se distinguen de lejos
cuando juntos y parejos
van siguiendo a la “rosilla”…
¡Cha que es linda mi tropilla
cuando marchan deshilados,
uno tras otro, entablados,
tras el cencerro sonoro!..
¡Son catorce cuentas de oro
mis bayos anaranjados!...

Versos de Eduardo Freije Sáenz

PREVENCIÓN

Vieja, cerrá la ventana
y bajale la cortina;
buscate alguna vecina
que se quede hasta mañana,
mandale a decir con Ana
que precisas compañía.
Todo el cuerpo se me enfría,
tengo temblores de chucho,
la espalda me duele mucho…
¡quién sabe si llego al día!

Bueno Vieja, me voy yendo,
esto no es broma ni es cuento,
ya se ha llegao el momento
quiero que vayás sabiendo;
lo que más te recomiendo
que tengás serenidá;
ya van tres noches que está
la lechuza en la tranquera.
La bruja de la tapera
sabe cuando uno se va!

Me voy para no volver
porque el viaje es medio largo,
pero desde ya te encargo
que hagás lo que haya que hacer;
si morirse es un deber,
cumpliré la ley de Dios;
el día que te toque a vos
se terminará la guerra
y en un rincón de la tierra
descansaremos los dos!

Para las hijas les dejo
un ¡Adios! interminable;
todas fueron muy amables
hasta que he llegao a viejo.
A mi guitarra la dejo
valorada con tu amor
agradeciendo el favor
que me ha prestao en la vida.
Si hay alguien que no me olvida
pondrá en mi tumba una flor!

Versos de Juan Quiroga

lunes, 16 de mayo de 2011

LA YERRA

1
Jué en el bajo grande de los Tapalquenes
ande acorralamos la hacienda baguala.
Trujimos vacunos dende los caldenes
hasta ande comienzan los montes de tala.

Redondel de leguas, entre fachinales,
sáis días por junto duró la batida.
Ciegos de la rabia cáiban animales
que enantes juyeran de otra recogida.

Pa’ hacer el encierro no jué cosa ‘e juego.
Yo no mezquinaba mi caballo moro:
-¡Chuá já já la vaca de ojos como juego!
-¡Chuá já já el torito de las aspas de oro!..

Y diban dentrando por la empalizada
y se arrempujaban en los remolinos,
vaquillonas hoscas de guampa afilada,
vacas yaguanesas y toros barcinos.

2
De vaca baguala, chúcaro ternero.
Cuernos despuntados, en guay siñuelero.
Blanquiando de espumas cuerpiaba mi moro
cuando lo embestían las aspas de un toro.

A poncho y rebenque y haciendo gambetas,
yo ispiaba a una moza de entre las carretas
que habían desuñido la mesma mañana
trayendo pa’l pago gente padentrana.

3
Ah, tiempos! Se vían la mar de jinetes
que cáiban luciendo los pingos mejores.
Puertiaron; y agatas largamos los fletes,
ya empezó el floreo de los pialadores.

Yo gané güen sitio contra la tranquera
pa’ estar al acecho de los orejanos.
Cimbraba mi lazo cada puerta ajuera
y se diba fijo de sobre las manos.

Toros con las guampas como dos pilares,
las puntas hincudas igual que alfileres,
¡rodaban, el ruido de los costillares!
Y se óiban, nerviosas, ráirse las mujeres.

Sobre una carreta tában los mirones.
¡Era ‘e ver los gritos, dispués las risadas,
cuando un novillo hosco topó unas caronas
ande en una trebe fráian empanadas!

4
Anque con el lazo todo hecho un ovillo,
por sobre del lomo lo pialé a un novillo.
¡Pueblerita linda de ojos dentradores!
Por ella mi lazo tramaba primores.

¡Bienaiga el ricuerdo de aquel pial lucido
que penas y tiempos no han dao al olvido!
¡Bienaiga la gloria de aquella mirada
que hasta en las entrañas me dejó clavada!

5
Jué una yerra grande! El vacaje a veces
por ganar la puerta se golpiaba ciego.
Olor a chamusco se alzaba ‘e las reses
cuando les plantaban la marca de juego.

¡Cuidao. Al largarlas, con el chaguarazo!
¡Era una chacota pa’ la paisanada!...
Anque bien güenona la gente de lazo,
sol a sol, sin tregua, duró la pialada.

¡Mi acuerdo esa noche! Cansao y a deshoras
rumbié pa’l arroyo sin gana ninguna;
me envolví en las pilchas, entre unas totoras,
y vide en silencio despuntar la luna.

Siguro lidiando por una ternera,
llegaban bramidos de dos cimarrones:
chairaban las aspas en el campu ajuera
y se óiba el retumbo por los cañadones.

6
Cosas que suceden! Dispués de esa yerra,
anduve los años rodando la tierra
y juese de noche, juese en la mañana,
vía aquellos ojos de la padentrana.

Visité otros pagos, busqué otros placeres,
anduve en amores con otras mujeres,
mas no hallé en ninguna mirar tan extraño.
¡dejuro que adrede jué que me hizo daño!...

Versos de Carlos Molina Massey

sábado, 14 de mayo de 2011

ROMANCE DEL BOYERITO

Yo tendré algún día
si antes no me muero
mi tropiya‘e bayos.
¡Tropiya de un pelo!
¡Unos, clinas blancas,
otros, cabos negros,
enceraos, naranjos
y algún bayo overo!
Con madrina oscura,
que resalte’e lejos
pa’ que todos digan
“¡Áhi va Juan Lucero!!”
No hay ningún apuro
puej’agatas tengo
cumplidos doce años
y gano diez pesos.
¡Soy chico entuavía
y es chico mi sueldo!
Pero el tiempo pasa
y amás ¡qué canejo!
no toda la vida
vi’a ganar diez pesos
y hay que dir pensando
las cosas con tiempo.
L’armaré despacio…
despacio… prefiero
no apurarlos mucho
pa’ sacarlos güenos.
El primer galope
lo daré yo mesmo
porque pa’ los bastos
nunca he sido lerdo,
y si me apadrinan
Hilario y Nemesio,
tendrán que hamacarse
pa’ verme en el suelo.
Los tendré al chiflido
pa’ que formen. Quiero
que’n vez de tropiya
parezca un colegio.
Tendré pa’l trabajo
dos recaos ¡Lo menos!
y otro ¡Pura plata
como el de Nemesio!

De copas grandotas
me compraré un freno
que entre unos reloses
lo tiene el joyero
d’enfrente a la plaza.
Lo he visto en el pueblo.

Cabezadas, riendas,
bozal y cabresto,
tendrán cien virolas
-¡O más!- si es que puedo
y unas bombas grandes
¡así! como güevos.
En la puntizuela
con oro del güeno
la J y la L
dirán: Juan Lucero.
¿Estribos? ¡De plata!
Y en la cincha’e cuero
la J y la L
bordadas con tiento.

Después, pa’ que quede
mi recau completo
un güen cojinillo,
un güen sobrepuesto,
pegual de asidera,
rebenque arequero.

¡Oh! ¡Cuando yo vaya
detrás de un arreo,
por esos caminos,
con otros reseros,
puntiando “la oscura”,
cantando el cencerro
y la fila’e bayos
peyizcando el suelo!
¡Ah! Cuando yo vaya
como aura Nemesio,
pa’ los carnavales
en un bayo d’esos
bien tapau de plata,
y dentrando al pueblo
se asomen las mozas
pu’arriba’e los cercos
y digan al verme:
“¡Áhi va Juan Lucero!”

UNA CRUZ PARA EL CAMINO

Era un picazo lucero
el pingo que lo mató.
El que un día le quitó
la vida a mi compañero.
Aquel quince de febrero
bajo un negro atardecer
le juro, me cuesta creer
lo que le vino a pasar,
si hasta a veces sin mirar
otra vez lo vuelvo a ver.

Mas vale no recordar,
los dos veníamos tranqueando,
la noche se iba cerrando
y empezaba a lloviznar,
cuando se pudo emponchar,
el picazo mansejón
no tuvo esa condición…
Bajo las nubes del cielo
parecía el poncho un pihuelo
que chuceaba al redomón.

El caballo corcoveando
salió en las patas parao
y aquel paisano emponchao
a estribo y rienda peleando;
las piernas le fui cerrando
a mi “moro”, sin tardar,
cuando lo fui a manotear
con la fuerza de mi brazo
cambió de vuelta el picazo
y no lo pude agarrar.

Esa vuelta desgraciada
allí me dejó pagando
y pa’ que seguir contando,
no pude intentar más nada.
Fue terrible la boleada.
Peligrosa y agresiva…
Rosendo, que atento iba
intentó salir parao,
pero igual quedó apretao
con todo el caballo arriba.

Desmonté, corrí a su lao
y en mis brazos lo tomé,
casi perdiendo la fe
cuando lo vi tan golpeao.
Con el rostro ensangrentao
y con la voz apagada
una frase entrecortada
me dio por última vez:
“-Hermano… no te asustés
que no me ha pasado nada”.

Era el fin de un domador
y de mi gran compañero
en un día de febrero
barroso y lloviznador.
Hoy cada día una flor
sobre su tumba le inclino
y por el triste destino
donde mi amigo cayera,
hay una cruz de madera
que le regalé al camino.

Versos de Patricio Somohano

viernes, 13 de mayo de 2011

TORMENTA 'E VERANO

Cáiba la tarde y el cielo
por el medio despejao,
mostraba algunos ñublao
cuasi cerquita del suelo.

Rejucilos por el sur
incendiaban la cañada
pu’el pago de Chascomús.

El agua estaba tajiada
por las sombra de los juncos
y el güeyón quedaba trunco
al meterse en la cañada.

Y se véia un nubarrón
que arriao por un viento fresco
tráiba muy mala intención.

Dispués se yeno de aujeros
todo el espejo del agua
y soplaba como fragua
el viento pu’entre el estero.

Iban garsas y flamencos,
patos, cigüeñas y teros,
arriaos por la juerza ‘el viento.

Aparecieron manchones
plateaos en los desniveles
que parecían jagüeles
sin brocal y sin horcones.

Se vido aclarar al sur
y se blanquió la cañada
pu’el pago de Chascomús.

UNA ESTAMPA DEL AYER

Don Ventura y Don Venero
eran dos amigos leales,
dispuestos y serviciales.
Se trataban de “aparcero”
Don Ventura y Don Venero.

Ventura en un colorado
lo esperaba en la tranquera.
Y salían campo afuera
Venero sobre un tostado
Ventura en un colorado.

Venero era retacón,
el otro más estirado.
Pero era igual el chapeado
que emprendaba el corazón…
Venero era retacón.

Ha de ser como les cuento
porque ya medio alejados,
quedaban emparejados
bajo el sol y contra el viento.
Ha de ser como les cuento.

Conversaban de caballos
liando sus cigarrillos.
Mentando pelos y brillos
-alazán, overos, bayos-
conversaban de caballos.

No sé quien fue superior
echando un pial de volcado
o repuntando ganado.
Y puestos a domador
no sé quien fue superior.

Después que murió Ventura
Venero, como señal,
llevó siempre en el pretal
un fleco de cinta oscura
después que murió Ventura…

Cuando en el llano rumbeaba
ya bichoco, se le hacía,
que la antigua compañía
su sombra triste buscaba
cuando en el llano rumbeaba.

Don Ventura y Don Venero
espejos de la honradez,
criolla y serena altivez…
Dos tientos de un mismo cuero
Don Ventura y Don Venero.

Ventura en un colorado
lo espera en la tranquera.
Y salían campo afuera
Venero sobre un tostado
Ventura en un colorado…

miércoles, 11 de mayo de 2011

¡VIVAN LOS DE MI COLOR!

Como que juera invitao
a una yerra y señalada,
ensillé una madrugada
y me largué pa’l Bragao.
A tres leguas del poblao,
justo en l’estancia “El Horcón”
sofrené mi redomón,
y en un potrero ‘e gramilla
acomodé mi tropilla
y enderecé pa’ un galpón.

Se comentaba y sabía
de que la hacienda era brava
y cada cual aguardaba
lo que nos tráiba ese día.
Y que jué sin picardía
lo aseguro por mi honor
al moreno Nicanor,
aquel negro liendre y pillo:
¡le pegó un susto un novillo
que hasta cambió de color!

Jué así: se paró rodeo,
y ya algunos se ayuntaron
pa’ enlazar; y otros se apearon
pa’ lucirse en el pialeo.
El viejito Timoteo
se hizo cargo del fogón,
pa’ tener en la ocasión
la marca bien calentada,
y alguna cosita asada;
y allí lo vide a Rendón.

Y se dentró a trabajar
y cada uno se esmeraba,
pero ninguno lograba
siquiera al negro igualar.
Tan seguro pa’ pialar
se mostraba “el sabandija”
cada tiro era una fija
de palanca o de volcao:
¡quedando como plantao
cuantito echaba verija!

Tráiba el Vasco Apesteguía
un novillo yaguané,
lo habían enlazao porqué
la marca no se le vía.
Sobre el lazo se venía
buscándole el mancarrón,
quiso evitar el tirón
más no lo pudo lograr
¡se vino el lazo a cortar
y ya lo encaró a Rendón!

¡Más de uno se santiguó!
Cuando el yaguané bramando
créibamos lo iba alcanzando
y medio nos apampó.
Pero al punto apareció
como del suelo brotao,
otro “negro” en un tostao
marca del dueño ‘e “Los Talas”
¡que pareció tener alas
cuando pasó a nuestro lao!

¡¡Pechazo!! ¡Cayó el novillo!
Jué todito un entrevero,
y el tostao al forastero
también se le hizo un ovillo.
Pero él corriendo y sencillo
salió. ¡Ah “negro” parador!
Se dio vuelta Nicanor,
y al verlo, ya agradecido,
lanzó como un alarido:
¡¡Vivan los de mi color!!

DEL TIEMPO DE ANTES

A la hora en que’l sosiego
de la oración se venía
y en el poniente se hundía
el sol, como bola ‘e fuego,
cuando el lucero muy luego
a encenderse comenzaba,
desde lejos se alcanzaba
a divisar un jinete
que al galope de su flete
cortando campo avanzaba.

Fácilmente se hacía cargo
quien lo mirara un instante
de que tenía por delante
algún viaje medio largo.
Pues se vía sin embargo
d’ir bajo el pellón guardau
más de un chifle y a su lau
pa’ que menos sitio abarque,
un gran pedazo de charque
tras de los bastos atau.

Montaba un gatiao overo
entuavía tan potrillo
que a gatitas el colmillo
le asomaba por entero.
Tanta pinta de ligero
tenía el animal aquel
que’l avaro más sin yel
le hubiera sin duda alguna,
fiado todo su fortuna
en cualquier andarivel.

Las narices como hornalla,
ancho el pecho, corto el lomo,
no se vía ni por asomo
en todo el pingo una falla
y si por su linda laya
era de justa alabanza,
no tenía comparanza
pa’ correr en el rodeo,
o florearse en lo más feo
de algún entrevero a lanza.

De redomón al estilo
iba el potrillo enriendau
con un sencillo bocau
hecho de puro pabilo
y pa’ viajar más tranquilo,
como gaucho previsor,
al cogote el maniador,
y a manera de cencerro
iba la pava de fierro
colgándole del fiador.

Vestía poncho de pañete
grueso y largo por demás
pues por la parte de atrás
le tapaba el anca al flete.
Pa’ que’l frío lo respete
iba en bayeta forrau,
a la cabeza añudau
un pañuelo que se atara
y haciendo sombra a la cara
el panza ‘e burro inclinau.
.......................................

Y cuando allá en el confín
de los horizontes vastos
murió el sol sobre los pastos
entre celajes carmín,
en la llanura sin fin
el jinete del gateado
cada vez más esfumado
por la oscuridad creciente
era un símbolo viviente
de nuestro heroico pasado.

Versos de Justo P. Sáenz (h)

martes, 10 de mayo de 2011

PREPARATE, BAYO RUANO

Tres días que’stá lloviendo
y ni miras de parar…
Sin barajas pa’ jugar
-que ya me estoy aburriendo-
seguro que estaba friendo
pero harina… ¡ni pensar!
voy a tener que ensillar,
teniendo mi pingo a mano…
“preparate, bayo ruano,
que vamos a galopiar”.

No viá dir pa’l almacén,
como tenía pensao;
esa idea la he cambiao
al doblar el terraplén.
Si quiere Dios de que estén
-seguro que van a estar-
pienso dir a visitar
la familia de un paisano…
“preparate, bayo ruano,
que vamos a galopiar”.

Las hijas del dueño ‘e casa,
cual de las dos, más lindona;
ni que hablar de la patrona,
-¡la vieja es macanudaza!-
En cuanto llego, me amasa
torta frita, pa’ empezar;
después, me invita a cenar
¡y como cocina, hermano!...
“preparate, bayo ruano,
que vamos a galopiar”.

De postre: la lotería,
café con bombilla y jarro,
y la brasa de un cigarro
se confunde con el día…
el patrón con picardía,
la cordiona va a tocar;
dos mozas que pa’ bailar,
no precisa ser baquiano…
“preparate, bayo ruano,
que vamos a galopiar”.

Con largas crines al viento
-que no le quiero tuzar-
mi bayo quiere volar
-él sabe que estoy contento-
Imagino ese momento
-cómo se van a alegrar-
Ya comienzo a divisar,
el monte no está lejano…
“preparate, bayo ruano,
que vamos a galopiar”.

Dibuja la chimenea,
con humo, la bienvenida;
de tanta lluvia caída,
el encerao me chorrea,
el cielo relampaguea
-pa’ mi que no va a parar-
vi la tranquera blanquear,
ya queda lo más liviano…
“aflojale!, bayo ruano,
que ya estamos por llegar!”.

ALETEANDO

Aunque me encuentro boliao
en el instante en que vivo
salgo a campear un motivo
para traerlo enlazao.
Viá cortar el alambrao
que ataja mis emociones
para sacar a tirones
alguna rima encerrada
que a’gua n’el charco estancada
el pasto la descompone.

Siempre busco lo seguro
para no ir a un fracaso
aunque sé salir del paso
cuando me veo en un apuro.
Yo no me tengo por duro
pero tampoco por blando,
no me achico ni me ablando
cuando cambio de lugar
y a veces sin alcanzar
seguro que estoy sobrando.

Yo no sé pa’ donde voy
tampoco de donde vengo
y lo que soy le prevengo
que lo grito donde estoy.
Todo lo que digo hoy
mañana yo lo sostengo
y aunque me haga el chancho rengo
cuando me toca perder
soy rico de no tener
y me sobra lo que tengo.

Para no perder el tino,
yo nunca me hago el pesao
y no aprendí a ser ahijao
para no tener padrino.
Casi siempre es el destino
quien templa los corazones
por eso en mis conclusiones
he llegao a comprobar
que a veces el tropezar
pone a prueba los talones.

En el loco desconcierto
de este mundo pervertido
más vale hacerse el dormido
que demasiado despierto.
Fingir el ronco concierto
de la sierra cuando tronza
pues yo no doy ni una onza
al vivo que se amilana.
La rana con ser tan rana
la pescan siempre por sonsa.

Yo que sabio me creía,
cuando rodé cuesta abajo
me costó mucho trabajo
saber que nada sabía.
La vida al mostrarse fría
es la fuente del saber
por eso que a mi entender
mirando de cualquier modo,
aquel que lo sabe todo
tiene mucho que aprender.

Perdí la fortuna entera
tal vez por no ser muy cuerdo
con pingos que fueron lerdos
y mujeres muy ligeras,
pero de todas maneras
a nadie pido clemencia,
ni me muerde la conciencia
de encontrarme ahora así,
porque cuando yo perdí
gané toda mi experiencia.
                                    (1951)
Versos de Emilio J. Frattini

lunes, 9 de mayo de 2011

EL VIEJO NICANOR

Todo el pilchaje completo
puso en venta Nicanor,
ya que: “De mal en pior
-dijo- anda mi esqueleto;
estoy pa’ quedarme quieto
viejo y maceta, paisano,
junto al lobuno eché mano
a la rastra, al tirador,
a una daga flor y flor
y a un viejo poncho araucano.

Pa’ armar el viejo recao
los pesos que me costó,
y el tiempo que me llevó
por pensar en el pasao.
Aquí lo tenía embolsao
durmiendo sus tradiciones,
lo lucí en mil ocasiones
entre la gente del sú,
pero a veces la salú
se salva con patacones.

El hijo de un tal Morales
no sé como se enteró,
en plata me lo tapó
y empecé a contar los reales.
Culpa, dije, de mis males,
fierón cuando ansí se anda,
pasa el tiempo y más se agranda
y si usté hace reflexión,
amigo, en esta cuestión
el que tiene plata, manda.

Me pagó todo el paisano,
al lobuno lo dejó,
lo demás se lo llevó
diciendo: <-Estamos a mano,
yo tengo un moro y un ruano
de muy buenas condiciones,
pero en estas situaciones
no debe quedarse a pie
un paisano como usté
que cultivó tradiciones>.

Aun en mi pecho lo acuno
al que todo me compró,
quizás lagrimear me vio
cuando le entregué el lobuno.
Es el gran amor que a uno
a veces la ley le aplica,
si me viera, en la botica
dejé hasta el último real
por componerme del mal
que hasta hoy me mortifica”.

Versos de Héctor Del Valle

EL TOBIANO COLORAO

Don Lima, vengo a buscarlo
pa’ que me amanse el potrillo
que’n los Pagos del Tordillo
por suerte pude comprarlo,
y no es para alabanciarlo
al “tobiano colorao”,
me lo imagino tuzao,
patas y manos peladas,
al tranco por Madariaga
hecho un lujo pa’l recao.

Que tiene mano baquiana
pa’ las cuestiones camperas,
eso lo sabe cualquiera
que anda entre gente paisana.
Sin entrar en la macana
y aunque me mire asombrao,
le diré que donde he andao
hablando de amansadura,
¡se me ha agrandao su figura
como ñiebla en un bañao!

Por eso quiero confiarle
a mi potrillo “tobiano”,
seguro que entre sus manos
el cuidao no ha de faltarle
y cuando logre aflojarle
el cogote en el palenque
y sin mostrarle el rebenque
esté dispuesto a montar,
le pido me haga avisar
porque quiero estar presente.

Usté sabrá que pa’ males
hay quien se cree domador,
y es solo un frangoyador
que anda estropeando animales.
No es sentarse en los baguales
a espuela y lonja pelada,
eso es una chambonada
que tiene por resultao:
¡más de un pingo resabiao
que al fin no sirve pa’ nada!

Esa es una cencia vieja
que indica empezar de abajo
hasta que’l chuzo, ¡barajo!
queda manso como oveja.
Cuando manosear se deja
y ya está medio entregao,
sin cosquillas y confiao
después de un galope toca,
dentrar a hacerle la boca
estando arriba o voltiao.

Don Lima, solo quisiera
que mis razones comprienda,
mi pingo no es una prienda
pa’ las manos de cualquiera.
Sabré aguantarme la espera
demientras armo el recao,
donde han de verme sentao
si “Tata Dios” no me apaga,
¡luciendo por Madariaga
mi “tobiano colorao”!

SOY DE LOS POCOS QUE QUEDAN

Traigo templao mi instrumento
por si se da el caso emplearme,
y si gustan escucharme
paren la oreja un momento.
Voy a levantar mi acento
pa’ que aprendan los que puedan
estos versos que se enriedan
en mi pasado florido:
¡Soy de los muchos que han sido
y de los pocos que quedan!...

Vivo mi vida presente
tal cual viví mi pasao;
nunca mirando al costao
sino, mirando de frente.
Si alguna vez por prudente
lo cuerpeo al aguacero,
no es por mezquinar el cuero
ni por andar reculando,
pues, ¡aún me están sobrando
dedos para guitarrero!

Siempre le he pegao parejo
sin nunca andar mañeriando
y le he de seguir pegando
sin fruncir el entrecejo.
A naides pedí consejo
y a naides le pido nada,
y ande copo una parada
trato siempre de guapearla;
¡la taba hay que soliviarla
pa’ calcular la clavada!...

Cuando la mala me amaga
procuro salir parao,
mas, nunca desparramao
como mata‘e verdolaga.
Ardedor como biznaga
nunca serví pa’ tiznasa;
lo va diciendo mi traza
sencilla, pero… de macho;
¡soy como astiya‘e quebracho
que es la que da mejor brasa!

A cuesta con mi osamenta
he de seguir sin ladiarme;
no soy hombre de arrimarme
pa’l lao que el sol más calienta.
Prefiero perder la cuenta
que andar como jarro ‘e tambo.
No confundir patizambo
con chueco ni con torcido;
¡yo a la vida la he carpido
con figuras de malambo!...

Y, aquel que me ponga en duda
que salga al medio y que cope
que pa’ ganarla al galope
se las va ver bien peluda.
Se va a poner peliaguda
si entran a hacerse los locos,
y a no andar con equivocos
ni menos con atropeyos;
¡no olviden que soy de aqueyos
que van quedando muy pocos!...

Versos de Enrique Uzal

LA PUCHA CON LA VISITA

Medio como retaciada
de a rato en rato perdido
he dejao como al descuido
la tropilla bien tuzada,
patas bien desranillada’,
la cola corta al jamón,
y en un gatiao redomón
afiné todo mi empeño
porque va a venir “el dueño”
que’s el hijo del patrón.

El mocito que se ha criao
pegadito a mis talones
jugueteando en los galpones
con pilchas de mi recao,
compadrito y entonao
pa’ entrar en conversación,
siempre afilaba un facón
que yo le hice de una lata,
limpiándolo en la alpargata
soñando con que era un pión.

Con tres marlos del chiquero
le hice un par de boleadoras,
y él se pasaba las horas
con su cachorro ovejero;
por bolear algún cordero
que andaba por la bebida
casi siempre’n la embestida
de apurao las enredaba,
y una palabra largaba
de’sas que tenía prohibida.

Un día lo hallé llorando
sentadito en el galpón
y sentí que un lagrimón
el labio me iba salando,
despacio me fui arrimando,
no sea que se me apocara,
pero una sonrisa clara
al verme, le floreció,
de mis piernas se prendió
y yo me limpié la cara.

El tiempo que atropelló
como pa’ enseñar los años
le dio el primer desengaño
de su vida, y lo apretó;
el perro se le murió
y la yegua que él quería,
el padre se la vendía
porque s’hizo rodadora
pensando con la señora
que pa’l chico no servía.

Después que me casorié
y me dieron de puestero
ya no fui el compañero
de su día y lo estrañé,
por eso le regalé
el gatiao que aquí comento.
Un mensual me trajo el cuento
de que’l muchacho hoy vendría
a pasar conmigo el día
¡la pucha que’stoy contento!

domingo, 8 de mayo de 2011

LOS GATIAOS

La marca “El Escarabajo”
la lucen mis dos gatiaos,
que con paciencia he domao
mezquinándoles trabajo.
Aunque de alzada, algo bajos,
dan justo lo que preciso.
Con un padrillo mestizo
nacidos de madre criolla.
Para mi son una joya
esta yunta de petisos.

El llamado “Miralejos”,
de carácter medio huraño,
tiene ya como seis años
y es de los dos el más viejo.
Lo agarro porque es parejo
donde lo ponga o lo exija,
y con mis pilchas prolijas
me supe floriar, señores,
en El Carmen de Las flores
bajo el arco ‘e la sortija.

Por consejo de un amigo
le di máiz blanco, chanchero.
Sin creerlo parejero
porque ese fin no persigo.
De la helada halló el abrigo
de la tapa de arpillera,
y en una fiesta campera
de la escuela “El Tropezón”
yo tuve la tentación
de armarle alguna carrera.

Ya que en el relato estoy
del debú de mi gatiao
a un tobiano colorao
muenta de Quique Yacoi
me dije, a correrle voy
para completar la fiesta,
cuando fue sí, la respuesta,
¡sacó el tobiano ventaja!
Pero me ceñí la faja
y el rayero, la dio puesta.

El otro es algo más chico
de edá y tamaño, cuñao,
pero aunque está de bocao
es muy sujeto del pico.
Lo quiero, más lo critico,
por ser medio querendón,
cargoso con la ración,
la caricia lo enamora…
lo bautizó mi señora
y se llama “El Acordeón”.

Calculo va ser muy bueno,
y tal vez, mejor que el otro.
Porque viendo que está potro,
muestra un temple muy sereno.
Pa’ fin de año, si lo enfreno
veré como se amontona…
y su estampa redomona
la luciré en el asfalto,
en julio, pues nunca falto
el día de la patrona.

Son de esta laya, sencillo,
como el hombre que los monta.
Peligrosos si se aprontan
como loco con cuchillo.
Y yo me siento caudillo,
cuando les pongo el recao
pues si hay algo que ha soñao,
tener, quien esto les narra:
es campo abierto, guitarra
y una yunta de gatiaos.
                                     (1990)
Versos de Pablo Díaz

DECIMAS SUELTAS

A LO MEJOR…

La viuda de Nicolás
consiguió, dispués de todo,
atrapar, ¡y de qué modo!
al chúcaro capataz.
Como lo hizo ansí nomás,
pobre, fiera y sin ayuda,
ya en el pago naides duda,
a ráiz d’este sucedido,
de que hasta al más alvertido
se le aparece la viuda.

COMO ÑANDÚ

Vido, un indio caturao,
nel fortín, una cuchara,
y algo como “¡cosa rara!”
dijo en su lengua, estrañao.
Por señas, a un enganchao
“¿Qué es eso?”, le preguntó.
El melico contestó
tamién -pa’ hacerse entender-
por señas: “Es pa’ comer”.
¡y el indio se la comió!

INSEPARABLES

Facón en mano, peliaron
Eleuterio y don Facundo,
por no caber en el mundo
los dos, sigún declararon.
Y áhi nomás tiesos quedaron
don Facundo y Eleuterio.
Dispués (y éste es un misterio
que solo compriende Dios)
cabieron muy bien los dos
en el mesmo cementerio.

CON ARMAS IGUALES

A Juan Fierro que al fortín
llevó preso el cabo Fuentes,
y que con uñas y dientes
se le resistió hasta el fin,
lo embistió un feroz mastín,
justo al salir del encierro;
hizo la pata ancha Fierro,
y jue tal la mordedura
que acabó en la sepoltura
ese mesmo día, el perro.

PA’ NO DESMENTIRSE

De defetos que tenía
Ponciano ya reventaba,
pero él siempre los negaba
y lo mesmo repetía.
Tanto se envició que un día
que alguien le dijo: “Parece
usté hombre honrao”, en sus trece
se mantuvo y en sus modos
y retrucó: “Tendré todos
los defetos, menos ese.”

Versos de Cupertino del Campo

PUESTA 'E SOL

Entre la tarde y el sol
hubo aquel día un gran duelo
qui’asustao el mesmo cielo
s’escuendió en el arrebol.
El sol sin ningún control
quiso inventar una treta,
pero haciéndole gambeta
la tarde, ni caso l’hiso…
p’agarrarlo d’improviso
y hacerle un tajo en la jeta!...

A gritos estaba un tero
yorando en la soledá
y se burlaba el chajá
del otro lao del estero.
De vez en cuando un ternero
balaba encerrao. Y fieras
las lechusas agoreras
miraban dende las lomas
a las inquietas palomas
picar en las sementeras.

Dio el sol una reculada
cubierto ‘e sangre cobarde
porque’n el duelo, la tarde
le pegó una puñalada.
La escuridá, unque asustada,
yegó hasta el mesmo entrevero.
El silencio rainó entero
en el yano y el espacio
y entonce’, el sorro, dispacio
s’encamino al gayinero!...

Versos de Pedro C. De María

CIENCIA GAUCHA

La ciencia de un domador
quiero pintarle este día
que hasta hace poco lucía
puñal, rastra y tirador,
fue en un tiempo superior
en el ambiente paisano
y como es de buena mano
pa’ que ninguno se asombre,
ya mesmo les doy el nombre:
lo llaman “El Rubio” Urbano.

Allá por Olavarría
donde acredita sus mentas,
cuando pasó los setenta
lo vi domando entuavía.
Hoy que la vejez porfía
en apartarlo del llano
tendría que ser Urbano
-por su ciencia y valor-
¡jubilao de domador
como Angelito Moyano!

Dicen que Eduardo Bilbao
que ya ha desaparecido
-domador reconocido
y entablador muy mentao-,
al “Rubio” lo ha respetao
como al indio y su coraje;
dicen que a potros salvajes
que no conocían bozales,
los sacó medio baguales
y los domaba de un viaje.

¡Malhaya! y pueda domar
aunque sea con engaños,
la tropilla de los años
tan difícil de entablar.
Yo lo quisiera igualar,
mantener su ciencia viva,
pero hay un refrán que estriba
-dijo Hernández sin recelo-
“el que no nació pa’l cielo
de balde es que mire arriba”.

De a poco se va perdiendo
la ciencia del domador
que en un tiempo superior
se iba al lomo sacudiendo;
pero no hay razón, sabiendo
que en la madrina puntera
-sin manea y sin coyera-
desde el llano hasta los Andes
se va a perder lo más grande
en toda ciencia campera.

Por eso cuando se aleja
un domador como Urbano,
como Bilbao o Moyano
se acorta más la madeja;
gente criolla tan pareja
que anduvo en tantos caminos,
será triste, me imagino,
como el auyido de un perro
cuando no suene el cencerro
en los campos argentinos.

Versos de Rafael Bueno

sábado, 7 de mayo de 2011

ENTRE CRIOLLOS

- Desmontá que forastero
no sos pa’ enseñarte el trillo,
desensilla el doradillo
y echalo en aquel potrero,
ahí al lao del mortero
podés tender el recao
y arrocinate a mi lao
que hayastes el agua a punto,
puede que yerbeando juntos
endulcemos el pasao.

- No quisiera incomodarte
y el envite te agradezco ,
aunque ya nada merezco
lo mesmo sabes brindarte.
Juré una noche pelearte
y se me fue la sin hueso,
más no he venido por eso
hoy tengo el alma tristona,
se me corta la patrona
y me encuentro sin un peso.

- Desmontá, que esas cuestiones
no se arreglan de montao
y dejá que en el pasao
duerman ciertas situaciones.
- Es que hubo murmuraciones
algo fuertes pa’ un paisano.
- Sabes que soy orejano
y también de garrón duro
pero estás en un apuro
y voy a darte una mano.

Por los pesos, no hay cuidao
contá con lo que haga falta,
la vieja amistá resalta
en un trance disgraciao;
y siendo tan delicao
el momento que ella pasa
podés traerla pa’ casa
que no es ningún sacrificio
y aquí ha de darle servicio
mi compañera Tomasa.

- Viá maniar el doradillo
pa’ envolverte en un abrazo.
- Estoy siempre a tiro ‘e lazo
como guampa de novillo;
y como te sé potrillo
después que pase este susto
si es que te sigue el disgusto
y entuavía querés pelearme,
cái nomás sin avisarme
que te voy a hacer el gusto.

Versos de Víctor Nicolás Di Santo

UN BOZAL PA' PALENQUEAR

Amigo Manuel le encargo
un bozal pa’ palenquear,
pronto un “pesao” viá agarrar
muy arisco, y sin embargo
dejarle el cogote largo
quiero en la primer atada;
le he visto bien maceteada
soga colgando de un gancho,
cuando pasé por su rancho
en la última resereada.

Como sé que es medio “brujo”
pa’l trabajo en tiento fino
y es pa’ la trenza ladino
¡capaz de cualquier dibujo!,
le aclaro… no haga de lujo
este bozal, compañero,
tan solo fuerte lo quiero
pa’ que al mayor resabiao
lo deje como estaquiao
por más que se asiente fiero.

Me gusta la “cogotera”
doble y ancha, pa’l bagual,
y pa’ prender del ojal
haga el “botón” que prefiera,
ancha también la “hociquera”,
la “testera” regulable,
por más práctica y manuable
déjemela corrediza
y la argolla… bien maciza,
de fierro o inoxidable.

Imagino que va emplear
su cencia y conocimientos
pa’ trenzar con ocho tientos
un “travesaño” ejemplar,
buen “remate” le va a dar,
no lo dudo, y me complace,
sé que cuando un bozal hace
cada detalle ha cuidao…
¡por algo es tan admirao
lo que de sus manos nace!

Hágamele la “frentera”
de soga lisa nomás,
¡y que se largue pa’ atrás
después el potro que quiera!,
aquí… su trabajo espera
un “atador”, arrollao,
y en cuanto me haya avisao
que lo terminó de hacer
por su rancho viá a caer …
¡con el vino… y el asao!

Versos de Pablo Gallastegui

RECOSTAO EN LA TRANQUERA

Cuando ruede a plena luz
y me piale en los tobillos
he de arrollar el ovillo
que tuve en mi juventú.
Cuando un bagual, de la cruz
me haga besar la clinera,
y cuando ya puerta afuera
erre en un pial de revés…
Como un maula lloraré
recostao en la tranquera.

Cuando el patrón en enero
halle un potrillo abichao,
o algún vacuno, empastao,
al recorrer los potreros;
cuando al ñandú más ligero
no le eche mis ñanduceras;
cuando llegue a unas cuadreras
mal empilchao y de a pie…
Como un maula lloraré
recostao en la tranquera.

Cuando al bocao de pabilo
ya no lo pueda trenzar
ni en mi guitarra arrancar
cifras, milongas y estilos;
cuando de plano o de filo
me machuquen la sesera;
cuando un borrego cualquiera
se burlase ‘e mi vejez…
Como un maula lloraré
recostao en la tranquera.

Cuando tenga que charquiar
un potro crudo ensillao;
cuando me quede colgao
en los bastos, pa’ montar;
cuando no pueda enlazar
a nuestra usanza campera
de las aspa’ una ternera
con tres rollo’ y de revés…
Como un maula lloraré
recostao en la tranquera.

Versos de Julio Secundino Cabezas

A BUSCARLA

Temprano me levanté,
mucho antes del aclarar,
y al acabar de yerbiar
apuradón, charrusquié,
por áhi medio me atoré
de lo nervioso qu’estaba,
y mientras güeltas yo daba
lo mesmito que’l carancho
parecía ahumarse el rancho
por lo tanto que pitaba.

Dispués manotié’l bozal
y apurao, al trotecito,
salí chiflando bajito
en direción al corral,
ayí agarré el animal
un colorao malacara,
que’n la noche yo encerrara
pa’ que se’sté alivianao
y hoy al ponerle el recao
ni por broma se aplastara.

Prolijo lo cepiyé
(me gusta ser cuidadoso),
y al dejarlo bien briyoso
más prolijo lo ensiyé,
en una planta lo até
pa’ tenerlo más a mano,
quedó escarbando el julano
mientras yo me jui a vestir,
como queriendo decir:
“-¡metele, apurate hermano!”

Ya pa’l rancho me gané
sudando, casi sin vista,
y al estar el agua lista
en un Cristo me afeité,
ni bien las botas lustré
las puse al lao de la cama,
dispués cepiyé con gana’
el de la retranca ‘e plata
porque le gusta a mi ñata
y no visto a la macana.

Me lavé reapuradazo
hasta el cogote y las patas,
me cambié las alpargatas
y jui a vestirme, amigazo,
lo hice apurao y despacio,
me puse mi tirador,
un colorao volador
de’sos que valen la pena…
me gustan las cosas güenas
cuanto más güenas, mejor.

Me terminé d’empilchar
y me miré’n el espejo
pues soy muy diablo y no dejo
nunca nada ‘e revisar,
al acabarme ‘e mirar
jui a la cocina a apagarla,
salí, pa’ dispués cerrarla,
una última ojiada eché
y muy contento monté
porque me voy… a buscarla.

Versos de Álavaro Istueta Landajo

RESERIANDO

En la tropa ‘e los años,
yevo unas cuantas reses por delante.
Aqueyos, los que van balando al viento
son los primeros que pasé arrogante.
Este lote del medio
son mis años de mozo ya distantes.
Y estos de atrás, los negros,
que cuasi los arreo agonizantes,
son los de ahura, tan tristes y tan lerdos
que da pena apurarlos pa’ que marchen.
Mi flete que nombré “El Esperanzao”
lo perdí hace treinta años, más o menos,
me lo ganaron por lerdiarme ‘e sonso
en el amor, que viene a ser un juego
y ensiyo desde entonces pa’ mis viajes
mi pobrecito overo
que me ha dao por nombrarlo “El Esperencia”
y cada año es mejor, aunque más viejo.
Del lazo traigo dudas.
Las boliadoras son mi confianza.
Conformidá el talero.
Mi recao, la honradez, y de mis manos
nunca largo las riendas del aprecio
y pa’ que me acompañe tengo un cuzco
que se yama “El Silencio”.
Por esa güeya que marcó el destino
ansí voy siempre con el mesmo arreo
pechando mientras viva,
los animales que ha juntao el tiempo.
Y en esas noches largas, cuando ‘e frente
siento en la cara que chucea el viento,
pa’ no sentir el frío ‘e mis desgracias
me arrebozo en el poncho ‘e los recuerdos.
                                                           (1946)
Versos de Omar Italiano

jueves, 5 de mayo de 2011

LA CITA

Arisquiando a los perros, prevenido,
llega el mozo, vaquiano, viento en contra,
y, hasta al freno, del pingo que desmonta,
le manea la coscoja, por el ruido…

Se aproxima hasta el quincho de la huerta
vigilando hacia el rancho que dormita,
y allí espera hasta la hora de la cita,
siempre atento al rumor de algún alerta.

Son las once -más bien medio corridas-
y la noche estival se desperesa,
en la luna grandota que bosteza
galopeando en el cielo, mal dormida…

Sonríe el gaucho feliz, y sin urgencia,
arma un “negro” de puntas hilachadas,
y ocultando el tizón echa pitadas
por matar, con el humo, la impaciencia.

Derrepente, una puerta silenciosa,
va agrandando una hendija con recelo,
y allí asoma, emponchada con su pelo,
una criolla vestida color rosa.

Tira el pucho el paisano, y de goloso,
se refriega el hocico, cual si fuera
a prenderse a un churrasco de ternera
que se está derritiendo de jugoso!

Y estirando a lo cisne los pescuezos
al toparse nomás, en cuanto apenas
se saludan, bajito, con las “Güenas…”
ya se quedan prendidos en un beso.

(Y, hasta el pingo, primero sorprendido
viendo el bulto “rosao” con extrañeza,
inclinando de apoco la cabeza
por no ver… se ha quedao entre dormido).


Versos de Pedro Boloqui

PA' MI LA COSA ES ANSÍ

Despacio, sin apurarme
y sin fama de cantor
voy orejeando la flor
que’l destino quiso darme,
siempre me gustó hamacarme
al compás de lo que tocan,
de apurao, hay quien desoca
el caballo que más quiere
y ansina el mismo se hiere
como el pescao, por la boca.

Cualquier bulla no es cantar
ni cualquier copla es sentencia,
los años dan experiencia
si se sabe aprovechar,
quien se largue a bolacear
tiene un final muy cercano,
suele suceder paisano
que al primer desacomodo
le hagan borrar con el codo
lo que escribió con la mano.

Cantar de lo que se sabe
si no es gloria, es gran prudencia
y mantener esa ciencia
en el campo es buena llave,
no habrá candao que se trabe
ni arisco que me lo baje
y no sufrirá el ultraje
vergonzoso por demás,
tener que volver pa’atrás
estando en medio del viaje.

Palabra que se ha soltao
ya nunca vuelve al silencio
y eso yo se lo sentencio
porque me apoya el pasao,
hay que tener gran cuidao
con la idea que se desata
suele costar fama o plata
si por falta de cordura
después de tantas posturas
salimos bailando en patas.

Por eso yo considero
que es mejor el ir despacio
y ocupar justo el espacio
que abarca mi propio cuero.
Ni modesto, ni altanero,
simplemente sosegao,
sigo el consejo escuchao
de uno que estudio pa’ fraile:
¡Es triste llegar a un baile
con el caballo cansao!

Versos de Osvaldo Andino Álvarez

EL MORO Y EL ALAZÁN

Cierta vez que cabresteando
a la vida, su mandao…
iba en “el moro” montao
por la huella, rezongando
ya que la suerte amagando
no tocaba mi portal…
llegué a la estancia “El Puntal”
del criollo Antenor Maidana
porque andaba con las ganas
de trabajar de mensual.

Vide atrás de un montecito
una larga fila ‘e gente,
y siguiendo la corriente
me aproximé al trotecito.
Don Farías, pegó el grito:
“-¡Llega justo, Don Ramón!
…hay carreras y el patrón
puso feriao en la zona
por el santo ‘e la patrona
y el compromiso del peón.

Bájele al “moro” el recao
y busque pa’ encarrerarse,
pero mire, ha de cuidarse
de aquel “alazán tostao”,
qu’es ligero pa’l mandao,
salidor como saeta,
pelo ni marca respeta
su dueño en el desafío.
¡No olvide el consejo mío
y lárguele al meta y meta!”

Agradeciendo a Farías
por sus claras intenciones,
relojié los mancarrones
y me dije… ¡Esta es la mía!
Aunque plata no tenía
ni ha correr había venido,
si alguno por atrevido
me convida una carrera
le corro el tiro que quiera
pero ¡a caballo perdido!

Y así fue, vino el mocito
con modales de orgulloso,
diciendo… “-¡Pa’l ‘moro’ brioso
tengo aquel alazancito!”
charlamos un momentito
en forma pausada, lenta,
a él, la soberbia lo alienta
y mi propuesta permite…
La carrera es a convite
metros: trecientos cincuenta.

Palmié en el pescuezo al “moro”,
él al pingazo montó,
la gente se amontonó
pa’ ver quien era más toro.
Al largar, medio lo atoro
y pa’ que seguir?, cuñao,
aquí me ve, desahuciao,
sin conchabo de mensual,
¡pero llevo del bozal
un lindo “alazán tostao”!

Versos de Darío Alfredo Lemos

miércoles, 4 de mayo de 2011

EL PRIMER GALOPE

“Áhi tiene el potro ensiyao,
acomódese la faja
que nu’hay que darle ventaja
aunque lo vea regalao;
de las porras malcornao
yo se lo viá sostener
tapao, que no pueda ver
cuando se le siente encima
y en la primer tremolina
tenga ventaja al mover.

No se apure pa’ montar
y atiéndame bien, ¡caracho!,
no vaya a quedar pa’l tacho
el pingo que va a domar.
Yo se lo viá acomodar
pa’ que salga pa’delante,
cuando lo suelte, al istante,
mire el campo y priéndase,
no se atore, tenga fe
que’s su Tata el ayudante.

Pínchelo un poco m’hijito
y sáquelo campo ajuera,
tantee las estriberas
y después péguele un grito.
Verá que’l animalito
de asustao se desatina
y aunque lo tienten las clinas
no manotee ni jugando:
que’l hombre se hace peliando
y no en la falda ‘e las chinas!

Afluéjele si dispara
cuando se haiga desahogao,
que después de sosegao
verá que solo se para.
Enderiésele la cara
con dos o tres tacacitos,
y ansí, que güelva solito,
déjelo de rigorear,
lo que le quiera enseñar
tiene que ser de a poquito.

Después de algunos galopes
le viá’yudar a tirarlo
y le enseñaré a taquiarlo
como hacía el finao López:
donde comienza el cogote
contrita la carretiya.
En el pecho la presiya
y el cabresto entre las manos,
¡pucha que Viejo baquiano…!
Los sentaba en las raniyas.”
.............................
...y cuando el sol de la tarde
medio se entraba a caer
se vio a dos gauchos volver
despacito y sin alarde,
y aunque en ambos pechos arde
una pasión tan campera,
el silencio de la esfera
los escucha conversar
y se ve al Viejo pasar
con el hijo a la’sidera.

DE VUELTA CON LOS OVEROS

Hoy hace un año Cisneros
que lo vine a visitar
y me llevé pa’ domar
esta tropilla de overos;
recorriendo los potreros
de su estancia “Las Dos Dagas”
esto decirle me halaga
porque lo noté gauchón
y en corta conversación
pronto arreglamos la paga.

Debo decirle paisano
que tienen camino andao,
que están prolijo’ domao
y la yegua para a mano;
de que son pingos baquianos
se lo puedo asegurar,
cualquiera puede enfrenar
y ensillarlo sin un miedo
y si se mete en el ruedo
vergüenza no va a pasar.

Le viá pintar en reflejos
a su tropilla de overos:
hay dos pingos tesoneros
vivarachos y parejos,
son esos dos azulejos
que vienen haciendo punta,
siempre trotean en yunta,
que lujo pa’ sus mensuales,
y de trabajos rurales
hágale cualquier pregunta.

Aquel overo rosao
tranquea de sobrepaso
es regular para el lazo,
pingo pa’ mi acreditao,
como el overo tostao
un poquito alto de alzada,
anda de orejas paradas
cual si fuera un redomón
y montao en él, patrón,
me lucí en las resereadas.

El lunar, ese gatiao,
es toda una garantía,
pingo de andar noche y día
como el overo tiznao;
el overo colorao,
el que olfatea el pantano,
es vivaracho, liviano,
escarceador, coscojero,
se lo aseguro Cisneros
que es de escupir en la mano.

Le nombraré a dos caballos,
ansí no queda ninguno:
está el overo lobuno
y aquel overito bayo;
en decirle yo me esplayo,
préstele atención paisano,
se lo advierto de antemano,
da trabajo pa’ enfrenar,
porque se suele sarnear
ni bien despunta el verano.

Usté le va a repartir
los pingo’ a la mensualada,
yo sé que es gente avezada
pero algo le viá decir:
no se vaya a resentir,
no crea que’s estravagancia,
quiero salvar la distancia
porque conozco el sendero:
¡domador y cocinero
son criticao’en la estancia!

Versos de El Paisano Mireya