miércoles, 31 de octubre de 2012

VIEJA COCINA

Vieja cocina‘e terrón
de la estancia en que nací
cuántos recuerdos pa’ mi
guardás en cada rincón.
Sos pedazo’e tradición
que se conserva orgulloso,
sos el punto luminoso
donde el gaucho se guarece,
sos como el criollo que ofrece
su poncho para el reposo.

Cuando el invierno empezaba
a hacer sentir su crudeza,
junto al fogón, con presteza,
la gente se acomodaba.
Un cantor nunca faltaba
que a pedido de un mirón,
entonaba una canción,
pa’ darle gusto al oido,
mientras algún comedido
ensillaba un cimarrón.

Solo había en su interior,
dos candiles pa’ dar luz,
y un par de fierros en cruz
que servían de asador.
Una pava de color
y un mate grande y bocudo,
adornao con un escudo
hecho a punta de facón,
y unas leñas pa’l fogón
que se encendía a menudo.
  
Versos de Tomas García

sábado, 20 de octubre de 2012

LA FIAMBRERA

Por lo mucho traqueteau
y sin entrar en cuestiones
me están sobrando razones
como pa’ hablar del pasau.
Y aunque quedaron de lau
casi todas por igual
ya que no les cae mal
como ha sido tan campera
les viá hablar de la fiambrera
que ha sido tan servicial.

Bajo una planta colgada
no eras motivo de adorno
si las mosca’, en tu contorno
zumbaban desesperadas.
El resto de una carneada
supo engordar tu esqueleto
dicho con todo respeto
ya que naciste vacía
y si te llenaste un día
jamás te han visto en aprieto.

De tranquera siempre abierta
pa’ recibir cualquier cosa
allí el paisano la goza
viéndola siempre cubierta.
El bicherío no acierta
como bandear tu enrejau
y al ver que del otro lau
está el manjar preferido
muchos se quedan dormidos
prendidos del alambrau.

Se me hace verla a mi vieja
tranqueando a tu alrededor
arreglando tu interior
pa’ que después no haya quejas.
Hoy mi memoria refleja
los años de chiquilín
que en caluroso trajín
le echaba otra mancha al piso
desgrasándose un chorizo
queriendo ser salamín.

Guardó desde la manteca
a un peludo sancochau
el queso, un hueso pelau
y a veces carne reseca.
Porque si el invierno enteca
el bolsillo del cristiano
uno de a poco echa mano
y por áhi queda vacía
hasta que vende una cria
o puede cobrar el grano.

Suelo verte a las perdidas
en algún rancho pobrón
triste como el corazón
que va perdiendo su vida.
Por eso en la despedida
te quiero nombrar con ganas
si un día fuiste campana
bien te ganaste el derecho
porque afirmau a tu techo
un gallito cantó a diana.

Hoy se vive el modernismo
de aparatos enchufau
muchos ya te han olvidau
pero vivís pa’l criollismo.
Te has perdido en un abismo
difícil de regresar
mientras yo pueda cantar
despacio y a mi manera
te voy a nombrar, fiambrera,
como algo más de mi hogar.

Versos de Juan Carlos Gaffoglio (El Cimarrón)

domingo, 14 de octubre de 2012

MI VIEJO RECAO

Hoy al dentrar al galpón
pude ver a mi recao.
Si habré pasao por su lao
y no le presté atención.
Áhi estaba en el rincón
donde un día lo dejé
y, vaya a saber por qué,
a mi memoria volvieron,
los tiempos que ya se fueron
cuando con él ensillé.

La reseca sudadera
por encima lo tapaba,
como siempre la dejaba
oreando de tal manera.
Yo recorté esa bajera
de un viejo poncho encerao
que un redomón asustao
me terminó malogrando
entre el monte, bellaquiando
cuando lo monté emponchao.

El cojinillo de oveja,
medio moro y lana chilla,
muestra su estampa sencilla
donde el trajín se refleja.
Con una matrita vieja
lo he retobao por debajo
y en alguno que otro tajo,
zurcidos y peladuras,
se ven cicatrices duras
de una vida de trabajo.

Recuerdo que a la encimera
del anca se la saqué
a una yegua que quebré
en un pial de puerta afuera.
La argolla de la asidera
se ve bastante ovalada,
señal que fué rigoriada
porque ha habido buenos lazos,
buenos pingos y buen brazo
en más de alguna enlazada.


Al ver los viejos mandiles,
los estribos, el cinchón,
se fué llenando el galpón
con los recuerdos de a miles.
Hemos apilao abriles,
mi viejo recao, los dos.
Quisiera tenerte a vos
retemplándome el coraje
cuando, pa’l último viaje,
“a ensillar” me mande Dios.
                                (1979)
 Versos de Juan Antonio Beherán

lunes, 8 de octubre de 2012

TUS MANOS

Echao p’atrás y muy juancho
iba yo al trote cortón
del que no tiene patrón
ni quien lo espere en el rancho.

Mi tropilla sin apuro
iba laderiando un cerro
atrás del duro cencerro
por sobre el camino duro.

¡Qué lindo el campo!, tenía
bajo cada piedra un grillo
y el sol en cada espinillo
espuma de oro cernía.

Limpio el pincel del cardal
en azul tinta teñido
parecía haber subido
al alto cielo estival.

Y, hasta la planta raída
pobre de aromas y flores
tenía multicolores
aladas flores con vida.

Y el pedregoso camino
por donde lleva el linyera
en un fardo de arpillera
su tragedia y su destino,

camino de los poetas
de los aludos sombreros
que limaron los troperos,
los vientos y las carretas:

¡que lindo estaba! Tenía
oculto tambor sonoro
y, era como un chorro de oro
que por la tarde corría.

Y en esas regiones bajas
dilatadas y serenas
gotiaron mis nazarenas
música por las rodajas.

Era un musical gotero
el monótono sonido,
monótono y repetido
del cencerro madrinero.

Y, por el camino aquel
en repecho y en bajada
tráiba la boca endulzada
con unas coplas de miel.

Vos cazabas mariposas
-o fingías que cazabas-
y plena en gracia elevabas
tus bellas manos hermosas.

Me miraste, te miré
tan alegre, tan sencilla
que di güelta la tropilla
y áhi nomás desensillé.

Y viste por sobre el tul
del cicutal sombrillero
dende mi fogón tropero
alzarse un suspiro azul.

Se jue borrando la güeya
de horizontal lividez
y quedó el día a través
de cada aujero de estrella.

Y sobre el campo desierto
bajo un silencio de arcilla
tocó a “rancho” en la cuchilla
un gran clarín de oro muerto.

Cuando se borra el sendero,
una lechuza se asombra
y une girones de sombra
con un pespunte agorero.

Nunca más te vi. En los llanos
miro en las tardes hermosas
aletiar de mariposas
por ver… si veo… tus manos!

Versos de Wenceslao Varela
                     (uruguayo)

lunes, 1 de octubre de 2012

COMO EL ESCUDO

A la memoria de
Don Roberto Coppari. Con respeto

Yo conocí un argentino
-gorro frigio el corazón-,
defensor de tradición
resultó el santafesino
que batalló en su destino
con un andar muy modesto,
dispuesto a jugarse el resto
por esta tierra sagrada,
como “el Santo de la Espada”:
¡imagen de un hombre honesto!

Contempló el sol naciente
trabajando de boyero,
y en ese ambiente campero
se rodeó de buena gente;
muy servicial y prudente
se vino pa’ la ciudá,
con trabajo y dignidá
fue trenzando ilusiones
y escuché sus opiniones
de respeto y libertá.

A través de la vivencia
y por sus manos inquieta’
le nace un criollo poeta
entre un malón de experiencia,
pa’ defender la existencia
de un pueblo originario
fue en verso su comentario
y con mucho fundamento,
dejó bien claro el acento
sin buscar un adversario.

Es mi sentido homenaje
para un hombre, que no dudo
es reflejo del escudo,
un símbolo del gauchaje,
ejemplo de fe pa’ un viaje
cuando uno encara el camino,
el alma de peregrino
para nosotros no ha muerto,
si está latente en Roberto
su corazón argentino.
                                 (14/11/2007)

Versos de Carlos Daniel Líneas