miércoles, 30 de abril de 2014

EL ÚLTIMO PIAL

Tal vez por haber venido
de algún criollo antepasau,
salí bastante avispau
pa’ revolear el torcido.
Entre muchos fui tenido
como un picaflor certero,
y en el ambiente campero
ni bien las yerras llegaban,
los patrones se peleaban
pa’ convidarme primero.

Sin hacer distingo alguno
de corral o puerta afuera,
tumbé manadas enteras
con otros tantos vacunos.
Yeguas, potros y torunos,
padrillos de crin volcada
al toparse con mi armada,
atestiguarlo me atrevo,
¡quedaban mostrando el cebo
como cuzco en tierra arada!

Entrando un poco en detalles
y hablando de piales puros,
era pa’l golpe seguro
como rodada en la calle.
Una vez a un tal Lavalle,
criador de criollos lobunos,
en el momento oportuno
que quiso probarme el filo,
le agarré “dieciocho” al hilo
sin que se zafe ninguno.

Tenía un lacito cortón
entrador y silencioso,
que era pa’ mi de goloso
como el queso pa’l ratón.
Con él en una ocasión
que era pión de un tal Arriola
porque no me daba bola
la menor de las muchachas,
le quebré una oveja guacha
y me pelaron la cola.

Cada vez más ponderau
por patrones y mensuales,
anduve por mil corrales
con mi lisito mentau,
sin darme cuenta, encelau,
que descuidaba mi hacienda,
la cosa fue que mi prienda
por ligerona y despierta
al ver la tranquera abierta
buscó el campo a media rienda.

¿Ande te irás orejana?
le grité y armé con torta,
que si el tiento no se corta
aquí te espero mañana.
Le tiré con tantas ganas
que de angurriento la paso,
y pa’ aumentar mi fracaso
en mi tiro más maleta
le agarré media paleta
y se me fue con el lazo.

Versos de Carlos Loray

domingo, 27 de abril de 2014

MI LAZO

Del cuero de un noviyo hice una lonja;
de la lonja, dispués fabriqué un lazo
con tientos desviraos y parejitos
y bien trenzao, con una trenza’e cuatro.

Como prenda de lujo, la presiya,
era de lo mejor como trabajo,
y  lo mesmo la yapa de seis tientos
que con esmero trabajé de a ratos.

Era un lazo campero, pero cumpa,
porque en la argoya le encajé unos cuantos
cascabeles de fierro, chiquititos,
como pa’enfurecer a un toro bravo.

Cuando estaba lidiando en el rodeo
si un toro montaraz miraba al campo,
¡ahijuna!, era mi orguyo la guampiada,
cerrándole la armada cuanto cuanto.

Si enlazaba en el círculo, no erraba
aunque tirara de revés el lazo,
y quiebra que mirase campo ajuera
en tierra lo estiraba, largo a largo.

Si pialaba en la playa’e la manguera,
entre taitas de menta de algún pago,
en la vida de Dios largaba armada
que no juera a pialar de las dos manos.

Dispués de algún trabajo, le pasaba
un poco de chipá pa’ conservarlo;
pues con él agenciaba algunos riales
pa’ comprarme los vicios y algún trago.
                                                             (10/1899)
 Versos de Juan Escayola

                   -uruguayo-

jueves, 17 de abril de 2014

POR EL GATIAU DE HUENCHUL

Salú, paisano Huenchul,
que ha de’star preocupadazo
vaya primero, un abrazo,
más grande que’l cielo azul.
Paso a decirle, Saúl,
con abultada alegría
que de aquí en más no querría
verlo triste y preocupau,
porque le tengo el “gatiau”
que se le jue’l otro día.

En verdá, una pinturita,
hermoso pingo el “gatiau”,
hasta los vasos calzau
y de orejas chiquititas,
cabeza bien formadita
y en las riendas obediente,
vivaracho, inteligente…
lo entré a una yerra el domingo
y le aseguro, que al pingo,
le falta hablar solamente.

Usté, en el rastro encontrau,
notó que no se había juido…
pero no ha sido un bandido
el que se lo hubo llevau…
Se le sentó de apurau
el chico Claudio Maciel,
al decirle Don Fidel,
que su madre agonizaba
y a viva voz lo llamaba
para despedirse de él…

En tan grave circunstancia
de su “gatiau” se agenciaba,
porque su tropilla estaba
en el puesto de la estancia;
antes de acortar distancia,
en su ranchada llamó,
como usté no respondió
tal vez, por haber salido,
el pobre no había tenido
ni tiempo a pedírseló…

Llegó hasta el puesto pidiendo
que por favor lo ayudara…
y le ensillé el “malacara”
que le cambié al Coti Rendo;
noté al muchacho sufriendo
y no es pa’ menos el caso,
se despidió, apuradazo
y junto con su animal
también me dejó el bozal,
los dos cabrestos y el lazo.

Me dijo entre otras cuestiones
que en cuanto pueda, realmente,
él mismo, personalmente
le va a dar esplicaciones.
Como agarré vacaciones
-que buena falta me hacía-,
saldré de “Las 3 Marías”
con rumbo al Río Colorau
para llevarle el “gatiau”
que se le jué’l otro día…


Versos de Jorge A. Soccodato

EL REGALO DEL MATRERO

Este poncho pampa overo
grueso, pesau y macuco,
fue’cho hayá por “los temucos”
en Chile, país lindero,
Don Luis Vitale “el matrero”
en un gesto leal, sin trampa,
me aclaró: “-Es pa’ su estampa”,
y yo empezaba a decirme…
“No sé si podré lucirme
con el poncho overo pampa”.

Que india chilena machaza
será la que lo ha tejido,
que si la lluvia al descuido
me agarra fuera de casa…
el agua no lo traspasa,
lo hace más pesao, y vea…
es tanto el peso que arrea,
que cualquiera se da cuenta
que tengo buena osamenta,
sino… capaz que me arquea…

¡Qué poncho para el frío cruel…!
Si en realidá pareciera
que’l mismo invierno viniera
para refugiarse en él;
y las chinas en tropel
sabiendo que soy cantor,
medio pueta, payador,
tocan su tejido indiano,
y les entibia las manos
el poncho de un servidor…

Pero claro, el movimiento
de la vida todo gasta…
la muerte nos dice basta
y nos ataja el aliento,
cuando llegue ese momento
del que nadie se salvó,
allí firme estaré yo
con el poncho pampa overo
que Luis Vitale “el matrero”
un día me regaló…

Versos de Jorge A. Soccodato

EL LUJO DE CORVALÁN

Don Jacinto Corvalán
del suelo felicianero,
montaba un “picaso tero”
si lo apuraba su afán…
Y tenía el “alazán”
calzado -de patas blancas-
de cargar chinas en ancas…
Y el “sabino”, fue una pluma:
sobre el río que hace  espuma
borboteando en las barrancas.

“Tordilla” fue la madrina
de lunar en el cuadril,
punteando como alguacil
que el viento no arremolina…
Cada aurora campesina,
cencerreaba en la “tordilla”…
Y al trotear por la gramilla
casi se volvió un refrán:
“Donde chifla Corvalán
es que viene la tropilla”.

Muy mansos los dos “overos”…
Y el “moro”, tirando a plomo,
siempre era frío de lomo
cuando le ponía los cueros…
cuidaba dos parejeros
“zainos” para el otro evento…
Cada uno era un portento
para las lides cuadreras:
que silbaban las clineras
si corrían contra el viento.

De acollarar redomones
tenía el “bayo”, por si acaso,
lunanco del lao del lazo,
pero con sus condiciones…
También por las extensiones
cruzó el “ruano testerilla”
y el “obscuro gargantilla”
que era bueno como el pan:
y sostenía Corvalán
que era un lujo en su tropilla.

Versos de Adolfo Fortunato Cosso

lunes, 7 de abril de 2014

CAMPIANDO

“-Ave María, patrón.
-Sin pecao es concebida.
De güelta pu’esa bebida
y dentre en aquel portón…
-Busco quien me dea razón
o me sepa anoticiar
si no me han visto pasar
unos caballos perdidos,
o que güenos conocidos
me los jueron a buscar…

…a la madrina gatiada,
va acollarao un bagual,
que es lunanco el animal,
punta de oreja rajada;
va un rosillo anca nevada,
dos picazos, como teros,
de unos muchachos puesteros
del lao de “La Dorotea”,
y va un rosillo batea
y un zaino lomos overos.

Va un escurito cacunda
con un cebruno sillón,
y un pangaré redomón
de la estancia “La Segunda”;
y pa’ que naide confunda
la tropilla que campeo,
va un colorao algo feo,
contramarca’e “la mojarra”,
que Don Florentino Parra
me regaló en “El Recreo”.

-Si han pasao, yo no he’cho caso;
ningún cencerro he sentido;
solo anoche oyí un chiflido
y después un rebencazo…
Se despidió; rumbo a un paso
siguió aquel hombre apenao
que se había lamentao
que tan solo le dejaron,
dos petizos que no arriaron,
el de tiro y el montao.”

Versos de Charrúa