miércoles, 18 de octubre de 2023

¡QUE BUEN REGALO, MI AMIGO!

 En la casa de un amigo

que yo bien lo tengo en cuenta,

recibí un día una herramienta

que andará siempre conmigo,

y aunque viejaza, bien digo

a agradecerle procedo

si hasta de alegría me excedo

porque’s campera y bonita,

y es esa chaira finita

que me dio Martín Oviedo.


La prenda que yo recibo

en la “Estancia La Juamela”

antigua historia revela,

en su estampa lo percibo,

a más de un cuchiyo altivo

pa’ emparejarlo en el ruedo,

poniéndole’l pecho al miedo

-si hasta he desmayao mulitas-

con esa chaira finita

que me dio Martín Oviedo.


Del principio de la historia

se usó en el medio rural,

instrumento excepcional

y una herramienta notoria

de una época inmigratoria

de Eskiltuna o Toledo,

y hoy yo también intercedo

a usar, si conmigo habita,

y es esa chaira finita

que me dio Martín Oviedo.


Chaira lisa, sin estrías,

donde’l filo no se traba,

tampoco genera haba

y empareja con maestría.

Como le agarré baquía

de alabanciarme transgredo

cuando hace falta, remedo

si un filo se debilita

con esa chaira finita

que me dio Martín Oviedo.


Carniando chanchos, se atraca,

y a la hora de lavar

la máquina de picar,

la usé, pa’ limpiar las placas;

como en todo se destaca

al degoyar con denuedo

a revolver sangre cedo

si cuagula y precipita,

con esa chaira finita

que me dio Martín Oviedo.

 

Para el campo, si cocino,

sea cual sea la labor,

si falta destapador,

con eya hundo el corcho a un vino

y aunque eyo es algo dañino

p’l que entiende de viñedo,

a tomármelo me quedo,

si hasta he aujeriao tortas fritas

con esa chaira finita

que me dio Martín Oviedo.

 

Si desoyando un cordero

después de garriar me acuño,

con su cabo y con el puño

se que viá bajarle’l cuero.

Sin dármelas de soguero

aunque algún botón enredo,

a falta de lezna puedo,

cambiar yapas, si se cita,

con esa chaira finita

que me dio Martín Oviedo.

 

Como tengo una panzona

cuchiya de tres remaches,

cachas color azabache,

que conmigo es querendona,

acompaña a mi persona,

eso lo tengo por credo,

la vaina donde la hospedo

es ancha y posibilita

que’ntre la chaira finita

que me dio Martín Oviedo.

 

Y al estar bien imantada

al fierro, y a mí, se pega,

juntos, nada nos doblega

por eso está resguardada,

cabo en madera torneada

prolongación de mis dedos,

como recuerdo que heredo

cuidarla bien amerita

¡a esa gran chaira finita

que me dio Martín Oviedo!


 Versos de Santiago Vaquero