miércoles, 25 de abril de 2012

DOS AMIGOS Y UN PICAZO

-Por algo que va a gustarle,
Don Morales, vengo a verlo,
he decidido venderlo
y me yegué p’avisarle,
está de sobra esplicarle
que aquí el trabajo es escaso,
y si a mi suerte hago caso
le diré que me es ingrata,
y haciéndome falta plata
vengo a ofrecerle el “Picazo”.



-Siempre he querido comprarlo
pero me apena, Contreras,
que tenga de’sta manera
que venir a negociarlo.
El antojo de montarlo
todavía lo mantengo,
más lo miro, ¡más sostengo!,
que pa’ mi sería un gustazo,
que me luciera el “Picazo”
algunas pilchas que tengo.

-Si se lo vine a ofertar
(aunque me cueste dejarlo),
es porque a más de apreciarlo
se que Usté lo va a cuidar.
Como manso ¡ni que hablar!,
es su condición mejor,
y si acrecienta el valor
también decirle quisiera:
¡que pa’ enlazar campo ajuera
es cabayo superior!

-Yo lo he visto una ocasión
que hubo yerra en “La Enramada
haciendo zumbar la armada
en su mentao redomón;
¡que pingazo pa’ un tirón!
esclamaban los paisanos,
si entre fletes soberanos
el suyo se destacaba,
siendo luz si atropellaba
y un lujo al cambiar las manos.

-Contreras, vamos al grano,
no se lo voy a comprar,
pues no le quiero quitar
lo que’s su orguyo paisano;
tengo pa’ darle una mano
algunos pesos que ahorré,
con gusto se los daré
y a que me acete, lo obligo,
porque sepa que a un amigo
¡nunca lo dejo de a pie!

Versos de Julio Tomisaki

¡ANSÍ LO QUISIERA VER!

Don Carlos Risso, paisano
con afecto lo saludo
camperazo y entrañudo
aquí le tiendo la mano…,
con sinceridad de hermano…
me alegró mucho saber,
que ha llegao a florecer
un nuevo bástago suyo…,
y le digo con orguyo
que “ansí lo quisiera ver…!”

Yo quiero verlo mañana
redomoneando un bagüal
ó costuriando un pegüal
en la forma más paisana,
churrasqueando una picana
con güen vino de la bota…,
de risa franca y grandota
como su padre lo és…
poblao de gaucha altivéz
y de corazón patriota.

Entrevereló temprano
en los quehaceres camperos
pa’ que dengún estranjero
le vaya a ganar de mano…,
enseñeló… bien paisano…,
para atuar y pa’ decir
que sepa bien definir
a los destintos pelajes
que sea güeno pa’l hembraje
y ducho para escrebir.

Enseñelé que’l patrón
es un bicho peligroso…
y que aveces por tramposo
le hace bién un coscorrón…;
que… si amansa un redomón
po’abajo debe empezar
pués si sabe trabajar
como el indio… debe hacer
“manosearlo hasta saber
que nada lo hace temblar…!”

Que sepa a una res vacuna
sacarle los siete asau…,
manejar bien el trenzau…,
y juerzas que dá la luna;
que conozca el pasto puna
el tala, las cina-cinas…,
que pa’ montar de las clinas
hace falta güén garrón.
“¡No me lo saque un sobón
apegao a las cocinas…!”

Quisiera verlo vestir
a nuestra usanza campera
de bota, de corralera
y que las sepa lucir…,
francamente viá decir
si no sirve ni pa’ grupo…,
que sea tramposo en el truco
cuatrero… hágalo hacer…
“enánte ‘e yegarlo a ver
de pito y de mameluco…!”
                                   (02/05/1981)
                                        
Versos de Benito P. Aranda

Aclaración: grafía y puntuación según el manuscrito original.
Nota: En su momento dudé de incluir este verso, por pudor, porque me involucra, pero a raíz del fallecimiento de Alberto Merlo, quien a pocos meses de escrito lo grabó, y por la emoción que significaba escucharme nombrado por el gran cantor, es que lo publico. Si me equivoco, sepan disculpar.

miércoles, 18 de abril de 2012

PA' MI TODOS SON IGUALES

Traigo el pingo trajinao
y deshecha la osamenta:
casi he perdido la cuenta
de leguas que he galopiao!
Pero, a pesar de lo andao
haré talón ande quiera:
no me han de arrear campo ajuera
haciéndome arar el piso:
¡no soy quincho de chorizo
pa’ que me embarre un cualquiera!

Le han puesto precio a mi cuero
según me han yegao las mentas;
comiencen a sacar cuentas
y a rejuntar el dinero.
Les va a resultar muy fiero
si entran a pedir rebaja;
aprétensen bien la faja
que tan solo Dios perdona:
¡yo no soy fruta pintona
que se madura en la paja!

No me importa que se diga
de mi lo que más le cuadre:
déjenlo al cuzco que ladre…
-será… que’l miedo lo obliga-.
Viá puertiar pa’ que me siga
quien pretenda esplicaciones;
nunca dentro en discusiones
mas, si provocan… provoco:
¡no soy matungo bichoco
pa’ndar a los trompezones!

Pido disculpas si ofiendo
pero, si me ofienden… reto;
si me respetan… respeto…
si me arriman fuego… priendo.
Justo es que vayan sabiendo
pa’ cuando les yegue el plazo:
yo no soy un “por si acaso”
como cualquier porquería
¡ni candil de pulpería
que se apaga de un ponchazo!

A naides le doy ventajas
y a naides ventaja pido;
si me convidan… convido…
-no me han de hayar sin barajas-.
Nunca me duermo en las pajas
si anda cerca el enemigo;
cuando me obligan… obligo
y escarbo cuando otro escarba:
¡ande se peina una parva
señal de que ha habido trigo!

Aquel que juegue sus “nales”
que sepa a que carta apunta:
comiencen, pues, a hacer punta
que estamos en las finales.
Pa’ mi todos son iguales
como rabo de conejo;
les voy a dar un consejo
pa’ que le saquen provecho:
¡varón qu’entra a sacar pecho
es pa’ jugarse el peyejo!

……………………………
Bien haiga lengua de trapo
zafada y entrometida:
perdónenla… de atrevida
se dio a floriarse a lo guapo.
Cayate lengua de sapo,
te has bandiao más de lo justo:
ya me has dao más de un disgusto
hablando de esta manera,
decime lengua parlera…
y aura… quién me saca el susto?

Versos de Enrique Uzal

jueves, 12 de abril de 2012

COCINA A LEÑA

Cada vez que está lloviendo
y un olor a humo, siento,
rescato en el pensamiento
el tiempo, que se va yendo.
De a poco, se fue perdiendo
lo que no vuelve jamás
las cosas, del tiempo atrás
que me dejaron su seña:
la vieja cocina a leña,
que ya no funciona más…

Un tesoro que tuviera
y que se lució lustrosa,
hoy su siluetas herrumbrosa
se deja morir afuera.
Y aquel horno, que le diera
tanto servicio a su dueño
aquel, que con tanto empeño
brindó calor al abuelo.
Hoy con la tapa en el suelo
bosteza el último sueño…

Los churrascos de capón,
que’n su plancha se doraron
sus recuerdos enredaron
en las sombras del rincón.
Nunca faltaba el cajón
lleno de astillas, también,
y lo que recuerdo bien
que pa’ prender la fogata:
los marlos, en una lata
se empapaba’en kerosén…

Es casi historia pasada,
aunque aún se ven bastantes
se podía, en tiempos de antes
secar la ropa mojada.
Al horno, la carne asada
o tortas, pa’ hincarle el diente
también se me hace presente
el tacho que’n una orilla
-abriéndole la canilla-
salía el agua caliente.

Corderos, lechones, pollos
por el horno, desfilaron
en cuya tapa grabaron
la marca de “Tres Arroyos”.
Hoy que despliego los rollos
del lazo, te tiro un pial
y si le pongo el bozal,
al tiempo aquel en que andabas,
tal vez, al calor que dabas
yo lo encuentre en otra igual.

Versos de Pacho Esperón

sábado, 7 de abril de 2012

EL REGALO

(motivo entrerriano)

¡Güenas tardes, niña!
Le tráiba este cuero…
Sí, pues… es de tigre… Lo maté yo mesmo…
Vez pasada supe que andaba queriendo
uno ansí grandote
pa’ llevar pa’l pueblo…

Y quiso mi suerte
que ayer a la tarde,
al dir recorriendo el “Rodeo del Sauce”,
le hallara los rastros entre unos chilcales,
ái sobre la costa
del Arroyo Grande.

¡Cha, con el overo,
que nos dio trabajo!
¡Toca!¡Toca!¡Zorro!¡Chua!¡Chua!¡Picazo!
Y contra unos talas ya me lo empacaron…
¡Sin perros el hombre
no es naide en el campo!

¡Y los tres mejores
me mató el indino!
Pero, loco ‘e rabia, no le di respiro,
y al pegar el salto como un rejucilo,
¡hasta el mesmo puño
le sumí el cuchillo!

¿Qué tengo en el pecho?
Es una zoncera…
Me rajuñó un poco, igual que’n la pierna.
¡Pero no se aflija, que nu es cosa seria!
Ya m’hice una cura
con “yerba ‘e la piedra”.

No, niña, dispense…
Yo no busco plata…
Su deseo he cumplido. Con eso me basta.
Llévelo ‘e ricuerdo de aquí de la estancia…
Tal vez que le sirva
pa’l pie de su cama.

Ansí, cuando se halle
de güelta en el pueblo
y al ganar la cuja lo vea en el suelo,
se acuerde un poquito, mientras llega el sueño,
del pobre paisano
que le trujo el cuero…

Versos de Justo P. Sáenz (h)

viernes, 6 de abril de 2012

A DON TITO

Viene un uncal oriyando
de lo que ha sido un arroyo
en un “pampa overo”, un crioyo,
la madrina cabrestiando;
cencerro con voz de mando
cantor de bronce al compás,
dieciocho fletes detrás
sin más ayuda ni pión,
que un cuzco negro rabón
que se siente capataz.

Entra hasta’l fondo‘el corral,
se apea y ata en el palo.
Bufa y se espantan de malo
cuando encierra algún bagual.
Lazos, manea, bozal,
maniador de gran fatura;
las cuatro patas seguras
en el suelo y con esmero
con un ungüento casero
les sana las mataduras.

Quema chala pa’ yerbiar,
de a pie v’a echar tres terneros,
los encierra, arrima un cuero
a un tronco, pa’ mazetiar;
antes que la luz lunar
piale al día que retoza,
del eje de una carroza
tapa con lona el apero
y en un concierto campero
chmpurrea “La Mentirosa”.

Horcón pa’ la juventú
es Don Tito Margariche,
no son versos de boliche,
pa’l resero es como ombú.
Raza entera la del sú
donde mi raíz se apoya,
venido como en macoya
por donde mi sangre grita
¡pues mi país necesita
nutrirse de sabia crioya!

Versos de
Jorge A. Suárez

CAPATAZ DE TROPA

Aun me parece ver su cara seria
entre el montón de gente de la feria
y el cálido fulgor de su mirada
bajo el chambergo de ala levantada.
El contraste purpúreo del pañuelo
le arrebolaba el ébano del pelo
y la retinta blusa de lustrina
que abrochaba en el cuello una esterlina.
Sobre la faja pampa, como llama,
la rastra entrelazaba el monograma,
prolongando el reflejo de su brillo
hasta el cabo de plata del cuchillo
y la bombacha blanca era una nota
de luz junto al acero de la bota.

Lo estoy viendo, apoyado en la tranquera,
desdoblar la sobada tabaquera
de buche de ñandú, que en el derecho
tenía un bordado pálido y deshecho
y armar pausadamente un cigarrillo
calculando los quilos de un novillo.

Lo contemplo después, entre el ganado
en un potrillo zaino, ya enfrenado,
atajar con el poncho una ternera
al viento la vistosa corralera,
y diviso su mano al saludar
levantando el rebenque en el pulgar.

Alguien me dijo que debía una muerte
agregando que fue por mala suerte.
Eso justificaba la tristeza
que le inclinaba un poco la cabeza,
su silencio que siempre consentía
con un gesto que apenas respondía
y su mano nerviosa y recatada
como si la tuviera ensangrentada.

Yo no volví después por esa zona
ni supe nada más de su persona.
Aun andará en el pago si lo deja
el acérrimo avance de la reja:
no era hombre para cortas extensiones
ni para batallar con los terrones.
Ha de seguir arreando la tropilla
hacia un confín de cardos y gramilla
hasta perderse al fondo de un camino
en el galope corto del destino.

Versos de Miguel D. Etchebarne

ALBORADA

El día como un resero
pechando las sombras llega
y el viento manso doblega
los juncos en los esteros;
muestra pendiente el lucero
sobre el campo su rodaja
y queda sangre en la faja
del horizonte encendido,
después de haber descorrido
la neblina, su mortaja.

Con la alborada, el puestero
que habita el rancho del bajo,
se apresta para el trabajo
cargando liado su apero;
mientras ensilla, su overo
le relincha a la madrina,
y sale de la cocina
-donde arde la leña humosa-,
diligente y cariñosa
con el amargo su china.

Devuelve el mate a su amada,
le da el cabresto del flete
y abre la puerta del brete
que acorrala la majada;
al regresar, su mirada
se baña en la faz querida,
y en la corta despedida,
ella, con gesto travieso,
lo incita a quemar un beso
sobre la boca encendida.

La brisa expande el aroma
del trébol, donde el rocío
se hace chispiante atavío
cuando el sol brillante asoma.
Cruza un jinete la loma,
un tero levanta el vuelo
y mostrando su recelo
su alerta insistido grita,
mientras en el bajo agita
una morocha el pañuelo.

Versos de Salvador Riese

MI PONCHO PAMPA

Compañero de mi vida
hoy te quisiera evocar
y te voy a recordar
como una prenda querida.
Cuando tuve una salida
y quise adornar mi estampa
fuiste con el cabo ‘e guampa
lo que manotié primero,
por eso cantarte quiero
mi querido poncho pampa.

Fuiste adorno y fuiste abrigo
según fuera la ocasión,
siempre con gran emoción
te llevaba, como amigo;
por eso, poncho, te digo
sin estar equivocao:
fuiste mi único emprendao
cuando me dije: “¡hoy ensillo!”
Ibas sobre’l cojinillo
adelante, en el recao.

Si una noche que llovía
y no llevaba encerao,
pa’ que no llegue mojao
vos, el cuerpo me cubrías;
y al llegar el otro día
yo te atendía primero
poniendo todo mi esmero
un rato al sol te sacaba,
y allí mil gracias te daba
por salvarme ‘el aguacero.

Por eso que al evocarte
con todo mi sentimiento,
con cariño y muy contento
mi poncho, quiero cantarte.
Yo no he querido alabarte
sino, tratar un asunto:
si es que esiste’l otro mundo
y no te parece mal,
¡que al dir llegando al final
nos marchemos los dos juntos!

Versos de Miguel Petto Gómez

CON ESTO ME ALCANZA

Tengo un overo rosao,
y de seis, un lindo lazo
y pa’ cuando se dá el caso
tengo un rebenque trenzao;
bien armadito un recao
con un pegual superior,
y pa’ que me dé calor
tengo un grueso poncho pampa,
mi filoso cabo ‘e guampa,
botas, rastro y tirador.

Riendas, cabresto, bozal,
-que cuido con mucho esmero-,
todo trabajao en cuero
hacen juego en el pretal;
un lindo freno ‘e metal,
de copas y bien lustrao,
y entre cosas del pasao
que añoro y que tanto quiero
como si fuese resero
tengo un buen poncho encerao.

Todas estas cosas son
las que hacen mi vida grata
hoy que resido en La Plata
“Capital de Tradición”.
Aunque ya medio viejón
no estoy pa’ salir de farra,
y cuando ganas me agarra
sin que nada se me oponga,
canto cifras y milongas
y me acompaño en guitarra.

Versos de
Miguel Petto Gómez

EL ESCARMIENTO

Era mi gusto de mozo
peliar por una pitada,
parar música en los bailes
o pagar pa’ que tocaran.
Sentenciador y dichero,
fantástico si había faldas,
por gusto y mala costumbre
los enriedos me yamaban.

Yevaba una’e dos narices
como olfatiando en la faja,
y la hacía estornudar plomo
decidido y de pat’ancha.
¡Si habré toriao por el lujo
chaquetas bravas y mansas!
¡Si habré parao taba al güelo
y avispao la paisanada!

Una güelta -porque hay güeltas
en que la suerte s’empaca-,
dentré con una salida:
“-¡Toque polka esa guitarra,
no pregunto cuanto vale
porque me sobra la plata!”

-Si le sobra… no la tire,
guardelá porque anda escasa,
y a más está errao paisano
con obligues d’esa laya
que a ningún sentenciador
le sé vender mis calandrias.

-¡Parensé! -retumbó un trueno-
-¡Aflojenló… denle cancha
pa’ que baile si es su gusto
sobre la punta ‘e mi daga!
(y en la voz del guitarrero
la suerte se balanceaba).
Rastriyaron las espuelas,
se abrieron los que miraban,
y un poncho contra otro poncho
y un facón contra una daga
recularon pa’firmarse
y en la cruz de la topada
yoraron chispas los fierros
y hamaqué una carcajada.
¡Tome y traiga… tome y traiga!
los resueyos nos quemaban
y la punta ‘el alarido
se me sumió en las entrañas.

Era güen zapatiador
el mozo de la guitarra,
y en un puntazo pasao
que si lo alcanza lo acaba,
me besó el costao del ojo
el rejucilo ‘e su daga.
Las vistas se m’enturbiaron
¡tome y traiga… tome y traiga!
y refalé en las gramiyas
como cayendo en desgracia;
me asolivió la bravura
y otra vez yegó su daga
pa’ visitarme de cruce
y aflojarme en otra cáida.
-¡Agarrenló… yo no quiero
matarlo cumpa; su plata
servirá pa’ cualquier cosa
menos pa’ comprar agayas!...
Borre con riales… ¡si puede!
la pinta que hace mi marca.
(y la voz del guitarrero
me sobaba de confianza).
………………………….
Tuavía yevo en las orejas
el ausilio que pitaba
a media rienda de apuro
y en montón la milicada.
………………………….
Ya vé mozo, curesé
de hacer retozar la plata,
y no haga sonar de gusto
las cuerdas de una guitarra,
“que a ningún sentenciador
se le venden las calandrias”.


Guitarrero… guitarrero
¡tome y traiga… tome y traiga!
la suerte, como que’s perra
nos da ‘e mamar enseñanzas…
¡Ande andará, por qué pagos
el gaucho de las calandrias!
…………………………….
Este relato que ha entrao,
jué pa’l hijo de Don Balta
que quiere pagar mis cantos
porque ha vendido unas vacas…
Dende tiempos que pasaron
lo han tráido hasta mi ranchada,
y ansí como se los cuento
el escarmentao lo narra…
y tuavía digo aunque viejo
cuando me corren con plata:
“Yo a ningún sentenciador
jamás le vendí calandrias”.


Versos de Julio Migno

miércoles, 4 de abril de 2012

UNA POSTAL DE MI PAGO

Cual fragua está el horizonte
queriendo fundir al sol
y su candente crisol
parece que quema al monte.
La noche, en su lento apronte
va dibujando fantoches,
las aves le ponen broches
a los trajines del día,
y la lechuza porfía
con chistidos de reproches.

Un carao lejos se oía
lanzar su queja estridente
cual el llamao de un doliente
en el velorio del día.
Un tero que guardia hacía
alertó a una gallareta;
murciélagos en gambetas
vuelan los bichos cazando.
Don lechuzón, descansando
mira el campo de una horqueta.

Las vacas en procesión
al corral ya van llegando;
con un lienzo están jugando
los perros en el galpón.
Un cuzco, que’s cachorrón
le está toriando a la gata
y del tirón se desata
porque la vió a la patrona.
Negra pava rezongona
resopla sobre el tres patas.

Un chimango retrasao
va rumbiando a su guarida,
de pasada, una embestida
la tijereta le ha dao;
el “nochero”, resignao
está de guardia en las casas;
la noche ya todo abraza
y borra hasta los caminos
y algo quejoso el molino
chirriando reclama grasa.

Después de lavarme un poco
me pongo unas alpargatas
trompiezo con unas latas
y en el fogón me coloco.
Mojo unas yerbas y evoco
pensando como al descuido
en todo lo acontecido,
en lo hecho y por hacer,
el hoy ya va siendo ayer
con otro día que se ha ido.

Así es mi pago surero
en nuestro ambiente rural,
basamento y pedestal
de raza de hombres enteros.
Pa’ servir, somos primeros
cuando hay que dar una mano,
virtú con que’l soberano
distinguió a los de mi suelo:
de las pat’hasta los pelo’:
¡argentino y bien paisano!
(13/02/1980)
Versos de
Francisco Chamorro