Recia estampa que
esculpieron
el sol, la lluvia y los
vientos,
corazón y sentimiento
que a campo abierto
nacieron;
brazos fuertes que se
hicieron
entre crines y entre
guampas,
reproducción de una
estampa
grabada a pura guapeza
que va perdiendo
firmeza
en el cuadro de la
pampa.
Tiene por “reino”, una
estancia,
y por “trono”, un redomón;
su “culto” es la
tradición
que modeló su
arrogancia,
su perfume es la
fragancia
del trébol y la
gramilla;
su lujo es una
tropilla,
su pasión, una
guitarra
que sus manos como
garras
con suaves notas,
ensilla.
Vista ropas de rigor,
por toda joya un
cuchillo;
tiene en su aspecto
sencillo
la prestancia de un
señor;
su gesto dominador
y su palabra medida
dan la impresión
enseguida
de hallarse frente a
un varón
que a impulsos del
corazón
le va guapeando a la
vida.
Hace punta su figura
en las más rudas
jornadas
y se agrandan las
peonadas
con su ejemplo y su
bravura;
su varonil apostura
y su cantar de
jilguero
lo han hecho luz de un
lucero
que en madrugadas hermosas
alumbra sueños de
mozas
que van buscando su
alero.
Versos de Miguel
Ángel Castagnino