domingo, 30 de diciembre de 2012

"EL MORITO" DE VICENTE

1
Tengo un “morito” liviano
en los doscientos ligero
sin laya de parejero
pero pa’l caso baqueano.
Bracea muy bien de mano
afirma bien el garrón
como trompo en la ocasión
pa’ obedecer en las riendas,
y trabajando en la hacienda
con más fuerza que un malón.
2
“-Vicente, me dijo un día
un criollo chascomusero,
con tu “morito” yo quiero
dentrar en una porfía.
Vos, sos gaucho de valía
no me lo vas a negar
a Palermo quiero entrar
-me decía muy risueño-,
pa’ que aprecien los porteños
su condición al andar”.
3
Cuando dentró a concursar
y se afirmó en las arenas
Pedrito a las nazarenas
ni las tuvo que sudar.
La gente lo entró a mirar
como sapo de otro pozo,
yo retozaba de gozo
afirmándome en un banco
porque vi que “el pico blanco”,
se les ponía trabajoso.
4
La monta, un caso especial,
Álvarez fue garantía
mostró saber y baquía,
pa’ese trabajo rural.
Lo entendía el animal
como si fueran hermanos
“el moro” sin ser  baqueano
se le prestó para el juego
aplaudiendo desde luego
la habilidad del paisano.
5
Fue pa’un concurso de rienda
y caballos de trabajo
los jueces miran de abajo
pa’ ver mejor la contienda.
Y sin que nadie se ofenda
les viá decir compañero,
que “el moro”, entró primero
sin ninguna discusión
segundo el de Marañón
del Pago de Mataderos.
6
Por sus encuentros macizos
capaz de tumbar un rancho
y le observas a lo ancho
que no es tripa pa’ chorizo.
Detallándolo es preciso
decirles que es muy baqueano,
yo se lo compré a un paisano
de los Pagos Coneseros,
marca de Erbite, aparcero,
seguridad de antemano.
7
Verlo andar es una joya
como avispas sus orejas
y enlazando no perpleja
por más que zumbe la argolla.
Muestra así su estampa criolla
de caballo muy mentau
ricos se me han arrimau,
con cheques y documentos
pa’ tentarme en un momento
fortuna me han ofertau.
8
Jamás pensé en negociarlo
ni separarme del “moro” 
pero un tal Romualdo Floro
en plata vino a taparlo.
En seco quise cortarlo
pero él redobló la usura
yo afirmado en mi postura
le dije: Mire paisano,
ni el oro del Vaticano
me paga las herraduras.
9
Es mi “moro pico blanco”
hoy un chuzo codiciau
es mi crédito cuñau
con más respaldo que un banco.
Y así por honesto y franco
les viá decir amigazo,
mostrandole de un brochazo
otra cualidad marcada,
lleva una pata calzada
pa’ dato, del lau del lazo.

Versos de Juan Carlos Gaffoglio
                       (El Cimarrón)

jueves, 27 de diciembre de 2012

LA CARRERA

Es de hacer notar que a este notable verso de 32 pies (al decir de los paisanos viejos), el autor lo escribió en sus años de escuela secundaria, cuando contaba 17 años de edad, y era muy aficionado a las carreras cuadreras, las que frecuentaba, si no me equivoco, en la zona de Temperley. 
1º Parte

1
Surcando el dorso leonado
del ondulante pajal,
se estira el camino real
sobre el llano dilatado,
y en una altura apostado
como si fuera un vigía,
rompe la monotonía
del horizonte infinito
la silueta de un ranchito
blanqueando en la lejanía.
2
Pulpería “El tropezón”
es el nombre que le han puesto,
en el que va, por supuesto,
encerrada una intención,
pues en toda esa región
no hay quien no dé en ella al fin.
Desde el poblador más ruin
y el poderoso estanciero,
al mercachifle extranjero
o el milico del fortín.
3
Flameando en el mojinete
izado en una picana
el banderín color grana
mil diversiones promete,
y cual al lugar compete
por su aislada situación,
vese además de un zanjón
rodeando el recinto suyo
el consabido mangrullo
para vichar al malón.
4
Junto al galpón, el corral
de palo a pique formado,
y el palenque levantado
frente al rancho principal:
cuyo pobre aspecto es tal
que nadie al verlo creería
que además de pulpería
es posta de la galera
que va de la Yegua Overa
al fuerte de Olavarría.
5
 De fogones un enjambre
se ve por doquier humear,
que carne no ha de faltar
a quien arribó con hambre.
De cerda, pluma y corambre
hasta los topes repletas
se alinean ocho carretas,
y unas tropillas rodeadas
junto a las yeguas maneadas
se arremolinan inquietas.
6
Es un domingo de mayo
esplendoroso y sereno,
la luz del sol baña a pleno
el inmenso campo bayo.
Ocupando todo el playo
bajo los sauces sin hojas,
descansan con cinchas flojas
los buenos pingos traídos,
entre relinchos, bufidos,
y resonar de coscojas.
7
Todo el criollaje del pago
se encuentra en “El Tropezón”,
de suerte que la reunión
causa verdadero halago.
Unos por echar un trago
se han venido de ex profeso,
otros por tirar el “güeso”
y los de más tragaderas,
para ver si en las carreras
pueden ganarse algún peso.
8
Lucen allí sus colores
los ponchos pampas más raros
y osténtanse los más caros
facones y tiradores.
Los calzoncillos mejores
muestran su cribo sutil.
Vense chiripases mil
de rico paño merino.
Y más de un sombrero fino
de paja de Guayaquil.
9
La excelencia pregonando
del amasijo casero,
un mulato pastelero
se desgañita gritando.
Y más allá, demostrando
guardarse mutuo recelo,
callados como en un duelo
varios gauchos en cuclillas
con sus filosas cuchillas
trazan marcas en el suelo.
10
Tras la enrejada ventana
en donde atiende el negocio,
trajina el dueño y su socio
con porrón y damajuana.
Mientras en grata jarana
agrúpanse las personas
y a sus voces chacotonas
viénese alegre a mezclar
el metálico rodar
de las pesadas lloronas.

2º Parte

11
Ya “El Tropezón” ha quedado
poco menos que vacío
porque todo aquel gentío
en la cancha se ha volcado,
cuando uno recién llegado
de modales altaneros
“¡Vamos a ver, caballeros,
-vociferando propuso-
le corro con este chuso
al que le abaje los cueros!”.
12
Con un silencio completo
recibe esto la reunión,
y el gaucho en tono zumbón,
vuelve a repetir el reto,
añadiendo: “¡Les aceto
cualquier parada, canejo!
Ya ven el pobre “azulejo”
que aura tengo aquí ensillao,
lo traigo medio aplastao
porque es un sotreta viejo!”
13
Otro hombre se abre paso
entre la rueda de gente
y dice tranquilamente
sujetando su “picazo”:
“Le corro, pues, amigazo,
aunque sé, no viá ganar;
mas bien lo hago por probar
este animal tan bellaco
que’n cuanto a correr lo saco
se me arrastra a corcoviar.”
14
Ya la apuesta concertaron
los dos a cual más ladino,
y al costado del camino
los fletes desensillaron.
Ya sus rayeros nombraron
depositando la plata,
dejaron junto a una mata
sus sombreros en el suelo
y ambos se ataron el pelo
con una vincha escarlata.
15
“¡Ya se armó!” Pegó uno el grito
y los grupos de curiosos
rodearon presto a los mozos
en expectante circuito.
Vivo, morrudo, cortito,
bien desvasado a cuchillo,
sus ojos un solo brillo,
su pelo un solo reflejo
¡estaba aquel “azulejo”
como “pistola’e bolsillo”!
16
Y si superior su estado
y desenvuelto su andar,
su pinta era, a no dudar,
de perfección un dechado.
Impresión de estar pesado
dejó su rival al paso,
por lo que de acuerdo al caso
y no bien lo examinaron,
las apuestas comenzaron
contra el caballo “picazo”.
17
Con gesto duro y altivo
gritó fuerte un gaucho viejo:
“¡Cien pesos al ‘azulejo’!”,
alzándose en el estribo.
El del “picazo”, muy vivo,
al instante respondió:
“¡Pago, don, los tomo yo!”
y arrimando el parejero,
en las manos de un tercero
la suma depositó.
18
Otra vez volvió a gritar:
“¡Al ‘azulejo’ voy diez!”
y el del “picazo” otra vez
volvió la banca a copar.
La gente entró a murmurar
sobre si sería ligero
el “picazo” parejero
que pronto verían correr,
echando todos a ver
que era animal forastero.
19
El gauchaje que ahí estaba
la marca desconocía
y menos aún sabía
del mozo que lo montaba.
Sin embargo, no ignoraba
ninguno que aquel paisano
que así arriesgaba a su mano
la plata tan fríamente
venía seguramente
de algún partido lejano.
20
Tomó éste otra parada
sin el menor comentario
y a la par de su contrario
se encaminó a la largada.
La gente no jugó nada
a favor del forastero,
pues el otro parejero
en tres cuadras era un rayo.
No se encontraba caballo
que lo ganara a ligero.
21
Pronto ambos emparejaron,
y en haciéndolos picar
a sus pingos, a ganar
el tirón se prepararon.
En cuanto se acomodaron
el “azulejo” salió,
el del “picazo” paró
el animal y enojado:
“¡Sujete, no he contestado!”,
a su adversario gritó.
22
Éste comprendió al momento
que ‘madrugar’ no podía,
pues el otro conocía
su intención, y estaba atento,
así que regresó lento
cuando pararon los fletes.
Nuevamente cual cohetes
los parejeros partieron
y los dos ¡vamos! se oyeron
lanzados por los jinetes.
23
¡Se vinieron! Y la gente,
para no perder detalle
abriose formando calle
en dos filas frente a frente.
Y en velocidad creciente
avanzan como un turbión,
mientras meneando talón
los mozos sobre los tuses
van casi echados de bruces
espiándose la intención.
24
Portándose como buenos
por sacarse delantera,
prosiguen en lucha fiera
de espuma y de sudor llenos.
Los corredores serenos
alzaron de pronto el brazo
y ya el primer rebencazo
sobre los cuartos sonaba,
mientras la gente gritaba:
“¡El azulejo!”, “¡El picazo!”
25
Y cuando en raudo correr
cerca de la rayan estaban
y todos ya descontaban
que “puesta” tenía que ser,
viose al “picazo” perder
pie, y cambiar de mano,
mientras su jinete, en vano
por seguir en la contienda,
lo levantaba en la rienda
con esfuerzo sobrehumano.
26
¡Pero qué! Ya no hubo caso.
Fue una “calzada” maestra
y ya no quedó ni muestra
de la furia del “picazo”.
Aprovechando su atraso,
el de la trampa apuró,
en dos saltos se cortó
y por más de un cuerpo entero
al caballo forastero
la carrera le ganó.

3º Parte

27
Ahora en el mostrador
con un porrón a su alcance,
comenta a su gusto el lance
muy contento el vencedor.
Tiene hinchado el tirador
que de vez en vez tantea
en tanto se pavonea
satisfecho de su obra,
¡porque él es hombre que cobra,
y si no cobra pelea!
28
Mas de pronto una advertencia
alguien susurra a su lado
y el gaucho se ha enderezado
barruntando la pendencia;
pues, poniendo en evidencia
hallarse resuelto a todo,
arremangado hasta el codo
y el poncho arrollado al brazo,
encáralo el del “picazo”
y apostrofa de este modo:
29
“¡Oiga, don, salga pa’ajuera,
venga pa’acá, atraquesé;
ya maliciará por qué
le hablo de esta manera,
cuando se arma una carrera
diciendo libre de pata,
me parece que se trata
de correrla bien legal
por lo que aura ¡tal por cual!
¡me va a devolver la plata!”
30
Quebrándose los sombreros
uno y otro antagonista
corrieron la mano lista
en busca de sus aceros.
“¿Qué me cuentan, caballeros?
¿Me habrá tomao por ladrón?
¡Oigan la reclamación!”,
el del “azulejo” grita
agregando: “¡A ver, mulita,
ya basta de alegación!”
31
Y con ademán veloz
las dagas desenvainaron,
y de firme se cargaron
a punta y hacha los dos.
De una puñalada en pos
viene un quite o un revés,
y ya avanzan a la vez
o pierden terreno a trechos,
entre el jadear de los pechos
y el resbalar de los pies.
32
Hasta que en una topada,
y a todo vigor del brazo,
logró entrar el del ”picazo”
con certera puñalada.
Se rodeó la paisanada
en torno del gaucho muerto
y a favor del desconcierto,
el matador, al tranquito,
marchó a esconder su delito
en el pajal del desierto.
                                    (Ca. 1909)

Versos de Justo P. Sáenz (h)

domingo, 23 de diciembre de 2012

A PROPÓSITO DE LA FOTOGRAFÍA

1
Este es un bayo, potrillo
muy flauchín y chicuelón,
al que por esta razón
muy pocas veces ensillo.
2
Aunque nacido en la estancia
es de origen correntino:
de allí su aspecto mezquino
y la falta de arrogancia.
3
¿Qué quiere? El criollo de allí,
aunque de nervio y aguante,
parece insignificante
al lado de los de aquí.
4
No hallará hueso ni alzada
(Y usted no ignora estos datos)
en los campos sin fosfato
de la provincia citada.
5
¡Por favor, no me denigre
a mi apero a la entrerriana!
con sus estribos campana
y su carona de tigre.
6
Pues por conservar su estilo
uso hasta cincha de piola.
Bajo del garrón la cola
y el cojinillo de hilo.
7
También notará el pretal
tan usado en la región,
que sin él no ensilla el peón
¡ni para ir hasta el corral!
8
Mi basto es de cabezadas:
típico también de allí.
Y parecido al que aquí
se usó en épocas pasadas.
9
No ha de gustarle tampoco
el sobrecincha que ve.                 
¡Allá en la estancia de usted,
si lo usara, lo creen loco!
10
Y ¿qué dice del fiador
que en lugar del bozal llevo?
¡Yo no las voy con lo nuevo,
lo “antigua” es mucho mejor!
11
Mi chambergo es de alta copa.
Es propio de aquellas zonas.
Lo mismo el par de lloronas.
Y, por fin, toda mi ropa.
12
Esperando encuentra a gusto
la presente explicación,
lo abraza hasta otra ocasión
su amigo y colega:
                               Justo.

Versos de Justo P. Sáenz (h)

sábado, 22 de diciembre de 2012

LINDO PIAL SI NO SE CORTA!


1
¡Lindo pial si no se corta!
es un dicho conocido,
que nunca echaré al olvido
por el crioyismo que aporta.
¡Voy a’rmar con varias tortas
el lazo de mi memoria!
pa’enlazar la trayetoria,
de un pialador de Macedo,
y ver si rimando puedo
contar parte de su historia…
2
Lo que cuento convencido
ocurría ayá en “La Marta”,
cuando se juega una carta
“El Chango”, con un torcido.
Que exprofeso había elegido
pa’ lucirse no lo dudo,
¡cuero d’epidemia crudo
era el lazo que destaco…
de aquel pialador “tabaco”
camperazo y entrañudo!
3
Jué’n los Pagos del Tuyú
pa’l día ‘e la tradición,
que se eligió aquel rincón
cargao de sana virtú…
donde mostró la aptitú
más de un gaucho a no dudar,
que sabía jinetear,
bailar huella, pericón
y ayudar en la ocasión
a la escuela del lugar.
4
Hubo monta de las clinas,
con recao, grupa surera,
y en pialada puerta’juera
un duelo que se avecina…
“El Chango” pa’ “La Argentina”,
pa’ “La Marta”, Uta y Manuel,
Tochi, Varela, Maciel,
Gutiérrez, Jerez, los Juárez;
valuarte de esos lugares
que recuerdo el día aquel.
5
Sobresalía en la manada
una yegua anglo-normando,
pa’ que vayan calculando
era bastante pesada…
acaso también preñada,
de pelaje, “doradiya”,
que al medir por las variyas
que le daban al brazuelo,
¡habría que afirmarse al suelo
pa’ juntarle las raniyas!
6
Ni bien se abrió el tranquerón
La Jirafa” hizo la punta,           
y al errar las otras yuntas
es pa’l “Chango” la ocasión.
Revoleó con precisión
y tiró por sobre el lomo;
la yegua, al perder aplomos
casi lo digo a lo guaso…
¡se le sintió el “aletazo”
al castigar con el lomo!
7
“Gayardo” en el cañadón
le festejaban a coro…
el “aletazo” sonoro
que retumbó en la región.
Cerró los ojo’el patrón
pa’ no ver su “doradiya”
que corría de costiyas
entre la yapa y la argoya,
y aqueya figura crioya
de la punta‘e la presiya.
8
Con el lazo en los brazuelos
lo yevó echando verija
ochenta metros en fija
antes de venirse al suelo.
La boina blanca en el vuelo
jué a parar a la gramiya…
Y cuenta Juan Cabaniya,
que tanto afirmar las patas
¡tráiba las dos alpargatas
metida’hasta las rodiyas!

Versos de Felipe Olivera Moreno

jueves, 20 de diciembre de 2012

MI CENCERRO CUADRAO


Cencerro tradicional
que a mi me hicieron llegar,
me lo dio Carlos Villar
dueño’e la Estancia “El Casal”,
y pa’ mi vida rural
me viene como pintao,
es un clarín que ha sonao
al despertar la mañana
cuando pastea mi “Tobiana”
con mi cencerro cuadrao.

Hecha’e seis la cogotera
bastante fuerte quizás,
y pa’ que no la eche atrás
le coloqué la frentera,
y más pa’ que no sufriera
al ver “el ojo” gastao,
de tiento crudo y mojao
lo retobé con trabajo,
y de argolla es el badajo
de mi cencerro cuadrao.

Sonador como campana,
sigue contando sus quejas
y mojando las orejas
lo hace sonar mi “Tobiana”,
los pingos en caravana
lo escoltan, y es respetao
y algún relincho cortao
de aquel que queda pastiando,
ya lo alcanza retozando
a mi cencerro cuadrao.

Abre un surco en la neblina
con su estridente sonido,
y al pegar algún chiflido
escoltan a la madrina,
si la noche se avecina
y el cielo queda toldao,
o si la luna se ha entrao
y hay que salir de un apuro,
lo siento en lo más oscuro
a mi cencerro cuadrao.

Hace acortar el camino,
derrota legua por legua,
bien hermanao a la yegua,
a quien alegra su trino,
su sentimiento argentino
lo deja desparramao,
y ahora, que lo he destacao
con fuerza quiero gritar:
¡gracias Don Carlos Villar
por el cencerro cuadrao!

Versos de Juan Félix Oar

miércoles, 12 de diciembre de 2012

MILONGA PA'L OJO'E PLATA

Ah, pingo, que fuiste bueno,
Me parece que te veo
Arrimándote al rodeo
Con ese andar tan sereno.
Si más de uno que era ajeno
A tu coraje y valía,
Tan tranquilo te creía
Que mirando lo dejabas
Por la forma en que arrancabas
Cuando el convite venía.

Cómo pa’ que no se asombre
Si eras como agua de charco.
Pero en aquél ojo zarco
Que te supo dar el nombre
Pudo colegir el hombre
Cuál era tu condición:
De un pingo la decisión
En la vista se refleja.
Y pudo ver tus orejas
Inquietas por la atención.
  
Porque al llamarte en la rienda
Y tantiarte con la espuela
Se notaba que tu escuela,
Fue en los apartes de hacienda,
Será difícil que entienda
Quien te llegó a conocer
Cómo viniste a caer
En las guampas de aquel toro.
Eso es algo que yo ignoro
Y que nunca he de saber.

No hay pa’ la vida revancha
Si entra la muerte primera,
Ni se ve en esa carrera
Dónde se acaba la cancha,
Por eso le hago pata ancha
Al dolor de tu recuerdo,
Aunque el bordoneo lerdo
De esta milonga sentida
A la memoria convida
Y en la nostalgia me pierdo.

Pero han de quedar las mentas
Que juntaste de a montones
Y en la rueda ‘e los fogones
El paisanaje las cuenta.
Siempre hay alguien que comenta
Platicando en forma grata
Y ha de decir quien relata
En un boliche, un domingo:
<Cayó en su ley aquél pingo,
lo llamaban, “Ojo’e Plata”>.

Versos de Juan Antonio Beherán

domingo, 9 de diciembre de 2012

AL "VASCO" ISA

A los “moros” entablao
ya los vendió en el remate
es que ya era un disparate
también tenerlos parao,
los viajes se han acortao,
las tropas están escasas,
por eso su tiempo pasa
donde se fue avejentando,
¡cuarenta años tropiando
pa’ Ferrante y Apaolaza!

Bien respetao donde quiera
por su decencia y su arrojo
de gorra vasca a los ojos
y de blusa corralera
y como herencia campera
le queda‘e los animales
pelos, marcas y señales
de estancias como pintadas
y pa’hacer una gauchada
no pregunta lo que vale.

Si habrá buscao en la huella
un grillo que le responda
cuando le toco hacer ronda
una noche sin estrellas
o cuando la luna aquella
que salió de madrugada
y en los talas enredada
le dio una sombra a su estampa,
pa’ pintarle al poncho pampa
la plata de alguna helada.

Resero viejo famoso,
si habrás arreao animales,
esquivando cangrejales
y mil yuyos venenosos
y hoy al tranco despacioso
de tu limpia trayectoria,
sobre el pingo’e la victoria
como arriando una sonrisa
allá se va el “Vasco” Isa
rumbo al campo de la historia.

Versos de Horacio Otero

jueves, 6 de diciembre de 2012

JAGÜEL


Igual que una sepultura
tenías dos palos en cruz
y eras un rayo de luz
en medio de la llanura,
eras señal de frescura,
¿te acordás del tiempo aquel
cuando la hacienda en tropel
cáiba al rigor de la siesta?
Era pa’ vos una fiesta
sentirte rodiau, jagüel.

La rondana que en su ruido
lo dejó solo al hornero
que en lo alto del crucero
le gustaba hacer el nido;
hoy de un tala que ha salido
donde estaba la represa
ya no le causa sorpresa
verlo al tranquilo puestero,
si parece el aguatero
con su pingo que regresa.

El balde que fue una joya
perdió y quedó sin desquite
y en el puesto es escondite
que enclueca la pata criolla;
un lazo perdió la argolla
en el gancho volcador
y un cacho’e cadena flor
gastau de tanta batalla
es la única medalla,
que el tiempo dejó en tu honor.

Y en el medio del potrero
donde te hiciste leyenda
sigue afirmada una rienda
sosteniendo el esquinero;
han quedao del bebedero
los ladrillos desparejos
y en el último bosquejo
que el silencio te provoca
te han tapado bien la boca
con púas y tachos viejos.

Hoy ya no te queda nada
y solo por tradición
cuando cae un chaparrón
junta un charco tu hondonada,
y vuelve en las madrugadas
a darse un baño el lucero
faro de un grillo viajero,
navegante  de algún tarro
y seguís juntando barro
pa’ que se quede el hornero.

Versos de Horacio Otero “El Puestero Payador”