domingo, 30 de septiembre de 2012

LA TARDE GRIS DE UN PAISANO


Un hombre piensa y camina
-gaucho de estampa sencilla-
mientra’oserva la tropilla
que le falta la madrina;
ya no está “La Golondrina
aquella yegua mentada
que’n más de una jinetiada
dejó al montador de a pie.
En Fortin Dolores fue
una tarde desgraciada.

Estando pa’ la final
sale con Alfredo Díaz
y nadies pensar podría
aquel destino fatal;
ya nunca entrará al corral
ni andará por el potrero;
la estrañan sus compañeros
porque andan como estraviao
y queda un bozal colgao
en el galpón de Marrero.

De corazón oprimido
hoy me puse a cavilar,
con tristeza a recordar
lo que’n mi pago ha ocurrido.
Qué gaucho no habrá sentido
lo que le estoy recordando,
si hasta vi hombres llorando
la muerte des’te animal.
Fue un acidente casual
pues se estropió corcoviando.

Recuerdan los montadores
aquella yegua overita
que vino a morir invita
en campo ‘e Fortín Dolores;
ella bajó a los mejores
jinetes de de nuestro suelo,
no soportaba el pigüelo
cuando entraba a corcoviar,
y al nombrarla en mi cantar
tengo que usar el pañuelo.

Ya no está en las carteleras
pa’ los premios especiales,
difícil que otra la iguale
a la reservada overa,
que con bastos y encimera
siempre se hizo respetar,
nadie llegó a jinetear,
siempre salió vencedora,
y.. con el cencerro, ahora
¿quién ocupa su lugar?

Hoy no está en “Los Inocentes”
por las cosas del destino,
ni marchará en los caminos
como antes marchaba al frente.
Hoy es recuerdo en la gente
y en las fiestas campesinas
aquella yegua madrina
orgullo de un gaucho obrero:
de la tropilla ‘e Marrero,
¡la famosa “Golondrina”!

Versos de Carlos E. Rolón

EL LUNAR DE LA TROPILLA

Pico blanco, gargantilla
y zarco del lao del lazo,
supe tener un picazo
de lunar en mi tropilla.
Era de laya sencilla
y sin yel pa’ galopiar;
yo lo he sabido probar
en destintas ocasiones,
cuando esegían los patrones
saberse desempeñar.

Dib’abarajando el freno
haciendo lucir las priendas
y jugando con las riendas
era tranquilo y sereno;
bagualito más que güeno
nunca lo podré olvidar,
por eso han de dispensar
o criticarme si acaso
que cantándole al picazo
no los deje resollar.

Picazo, mi pensamiento
quiero sincero atracarte
y dentrar a alabanciarte
como es tu merecimiento;
no es charla ‘e cocina o cuento
ponderiar tus condiciones,
son verdades de a montones
las que dejaste a tu paso,
porque vos juiste picazo
motivo ‘e conviersaciones.

Cuando dentraba a un poblao
y pisaba las orillas,
se hacía un arco y de costillas
se pasiaba atravesao;
a veces de lao a lao
de la calle sabía dir,
pa’ mi era el de conseguir
y por causa ‘e las mujeres,
lo enyené de amaneceres
y de noches sin dormir.

A una yerra de convite
ande cayí de goloso,
hice yunta con un mozo
al que no le di desquite;
como verso de confite
quedó el paisano arroyao
se le acabó un colorao
más ligero que un balazo
y yo seguí en el picazo
como si hubiera empezao.

Por eso que en este día
en que lo estoy recordando,
con gusto le voy cantando
la mejor milonga mía
y es muy grande mi alegría
cuando le canto al picazo,
porque en verdá jue un pingazo
el lunar de mi tropilla,
pico blanco, gargantilla
y zarco del lao del lazo.

Versos de Omar J. Menvielle

domingo, 23 de septiembre de 2012

ESTRIBOS DE ASPAS

Viejos estribos gastados
por los años con el uso,
hoy por el recuerdo cruzo
con los bordones templados,
para evocar los pasados
momentos en que ensillaba
lo de mi marca y gustaba
lucirme en algún domingo
con mis pilchas y algún pingo
al que yo mismo amansaba.

Estribos de aspa que un día
siendo yo un adolescente,
compré en el pueblo de oriente
en la vieja pulpería;
con cuanta y cuanta alegría
sintiéndome domador,
me armé de un apero flor
que lucía sobre un picazo,
con riendas, cabresto y lazo
y un recadito cantor.

Aún el recuerdo está vivo
cuando en una madrugada,
una tremenda rodada
me hizo perder un estribo;
hoy ese instante revivo
recordarlo todavía,
la búsqueda cada día
y cuando al fin lo encontré,
entonces recuperé
el estribo y la alegría.

Estribos de aspa que fueron
de mis proezas culpables,
destinos inseparables
en la vida nos unieron;
hoy otros vientos vinieron
con los años en su empeño,
y esperan como su dueño
dentro de cuatro paredes;
yo ya no muento y ustedes
duermen tranquilos su sueño.

Cuando llegue al fin el día
que me ha marcado la suerte,
y el chúcaro de la muerte
me gane en esa porfía,
en esa senda sombría
me sentiré más seguro
estribando sin apuro
rumbo al olvido profundo,
cuando me aleje del mundo
sobre un redomón oscuro.

Versos de Roberto G. Morete

MAÑANA RURAL


Como un ojo gigantesco
sale el sol en la mañana
y a la campaña pampeana
pone un tinte pintoresco;
forman un cuadro gauchesco
un rancho y una tropilla,
esa vivienda sencilla
primitiva, en la Argentina,
con su cerco ‘e cina-cina,
el ombú y las mostacilla.

Como si fuera un pañuelo
está flameando el trigal,
y el chajá tradicional
grita al levantar el vuelo.
Está tan limpito el cielo
que no se ve un nubarrón,
brilla la chapa’el galpón
porque lo ha pintao la helada,
y ya salió la pionada
a cumplir su obligación.

Hasta el viejito soguero
ha buscao el reparito,
con un cuchillo chiquito
bien afilao, corta un cuero;
desde la rama, el jilguero
deja escuchar sus gorjeos;
cuatro gauchos a un rodeo
lo han parao en un rincón,
y en la lanza del vagón
canta un gayito pimeo.

El balerío de la hacienda
se escucha como un rumor,
y trabaja el domador
con un redomón de rienda,
lo da vueltas, pa’ que aprienda
con el rebenque, al bagual,
mientras que cruza un mensual
que monta un picazo pampa,
adornando con su estampa
a la mañana rural.

Versos de Juan G. García

viernes, 14 de septiembre de 2012

AL QUE ENFRENEN...

1
Hay murmullos de cuadreras,
y de pingos imbatibles…
para mí no hay imposibles,
tratándose de carreras.
“Al que saquen las bajeras”
-pegó el grito Enrique Uzal-,
luego Nicasio hizo igual
con otro, tan manso y bueno,
que hasta les corría sin freno
con la rienda en el bozal.
2
Uno vino de La Pampa
ya listo para el apronte,
y el de la Guardia del Monte
es buenazo hasta en la estampa.
Don Nicasio, si hacen trampa,
los piensa sacar “sirviendo”;
a gritos me estoy riyendo
-amenazar a talero-
pero en fin, al “Dorreguero”
le van a ganar corriendo.
3
Corriendo me han de ganar,
siempre que haya quien acete.
Yo dispuesto al que me rete,
“pago!”, le voy a gritar;
no acostumbro a disparar
ni a quedarme en el pantano.
Tengo por si acaso un “ruano”
que siempre ha sido primero,
y si echan un tropillero
también tengo un “rabicano”.
4
A ese mentao “sangre ‘e toro”
y al “alazán” de Cirilo
soy capaz de darle kilos
con un potrillito “moro”.
No respeto a Uzal ni a Floro,
a Nicasio, ni a ninguno.
Pueden puntear de uno a uno
los de la marca Contreras,
porque, en cuestión de carreras,
mi crédito, es un “lobuno”.
5
Como ya no tiene contra
olvidó casi al galpón,
pero, así y todo, sueltón,
en un momento se apronta.
Este servidor lo monta
porque si llega a extrañar,
es capaz de corcovear
y a partir, loco, se niega,
pero al punto se sosiega
con solo verme llegar.
6
Los que se quieran probar
pueden nombrar el paraje,
fecha, cantidá y metraje,
y comiencen a varear.
Que yo pienso terminar
con “tordillos” y “tostados”,
y con todos los mentados
de la Esquina de “Las Latas”;
no han de llevarse mi plata
ni corriendo con dopados.
7
No se me vengan en fija
con unos deshechos gordos.
Si tienen y no son sordos,
echen mano a la verija,
aprieten bien la clavija
y afilen los animales.
los Nicasios, los Uzales,
los Contreras, los Cirilos,
no pido lonja ni kilos,
-¡Vamos de iguales a iguales!
8
Yo le doy pasto cortado;
también avena aventada.
La ración bien controlada
siempre por litros he dado.
Tuve un maestro a mi lado
y no le salí tan manco;
lo sé trabajar al tranco,
cuando hay alguno alocado;
también le doy máiz quebrado
marca “Pisingayo” blanco.
9
Bien levantadito el freno,
después de alguna partida,
le hago a fondo una tendida
y me lo traigo sereno.
Si el animal está bueno
en el desbaste se sabe;
no es señores que me alabe
pero la ocasión me obliga
y perdonen que les diga
que, cuidar es cosa grave.
10
Igual les corro a bandera,
a media vuelta o partiendo;
me parece estarlos viendo
saltándome la tranquera.
Pero, de cualquier manera
el desafío está hecho.
El que se crea con derecho
y pingo para medirse,
puede montar y venirse
que yo no aflojo ni un trecho.
11
Ya estando en este terreno
no puedo volverme atrás,
a no ser que esté de más
como rana en charco ajeno.
Enfrene el que tenga bueno
y si hay otros que lo sigan.
Si son muchos y me obligan,
también tengo dos nocheros.
Bueno, sin más caballeros,
será hasta que ustedes digan.

Versos de José Alaíz

domingo, 9 de septiembre de 2012

LA YERRA


1
En el cruce de colores,
de sombras y de reflejos
donde alzan los bozalejos
caballos escarceadores,
restallan los arreadores
marcando la atropellada,
pasa la hacienda asustada
y el retroceso del pial
echa al suelo al animal
como planta desgajada.
2
El cuchillo fulgurante
modula el son del balido
tajando junto al latido
la roja carne anhelante,
mientras el lazo tirante
como una cuerda templada,
en la mano traspirada
produce la sensación
de que por cada tirón
hay una vena cortada.
3
La masa humeante y oscura
sobre el suelo pisoteado,
extiende un charco ondulado
de espesa sangre madura,
y al ablandar la postura
y recobrar el resuello,
recibe el bárbaro sello
de humillación de la marca,
que nubla la vista zarca
y estira el tendón del cuello.
4
Uniendo la fuerza airada
al lujo de la baquía,
allí todo se confía
al brazo y a la mirada;
el fondo de compadrada
que en el porte se revela,
de ningún riesgo recela
teniendo una buena cincha,
y luce desde la vincha
a la estrella de la espuela.
5
(No hablo de yerra con brete
ni contorno de corral,
sino de yerra campal
donde se luce el jinete;
hasta el viento se somete
a su violenta nobleza,
y en medio de la proeza
parece que el campo entero
hiciera mayor su esmero
de rodearlo de belleza).
6
Es como si resurgiera
intacto, un antiguo rito,
que elevara al infinito
junto al humo de la hoguera,
el eco de la carrera
y ásperas voces de mando,
el olor del pasto blando
en la pampa rastrillada
y una neblina morada
que en nubes se va azulando.
7
Cuando el silencio extendido
va recuperando el llano,
se escucha un hondo, lejano
y doloroso balido,
pero ya el grupo reunido
comparte con risa franca
el frasco de caña blanca
que anima el ritmo del pulso
y sazona el gusto insulso
del asado de potranca.
8
Y la noche que derrama
sus sombras por los colores,.
tapa heridas y sudores
poniendo final al drama;
entonces junto a la llama
el grupo desdibujado,
eslabona en el pausado
y serio correr del mate,
esa congoja que late
cuando el cuchillo ha brillado.

Versos de Miguel Domingo Etchebarne

lunes, 3 de septiembre de 2012

AUSENCIA


(triste)
Como listas’e poncho se me jueron los días,
qui’arrimao a sus ojos ramonié su querencia.
Jué un’alfalfa tiernita su presenci’a mi gusto
y el hayarla era fácil, como agüita di’acequia.

Alboriaba su encuentro mirasol d’entusiasmo,
golondrina di’ocaso m’enlutaba su ausencia:
peru’había en su pago trebolar d’esperansa,
q’encontrarl’a otro día me verdiaba promesas.
  
Floreció’e vidalitas su camino de siempre
-mi guitarra en canciones mojonaba su güeya-
y hoy me güelv’el camino lamentao’e los tristes:
la vidala es un triste cuando busca y nu’encuentra.
  
Su ricuerdu’es el sol que me arrea las noches,
el reparu’y reposo de suestadas y leguas,
la defens’a los áhugos, contra mal tan grandote,
pans’arriba, a sarpasos, como gatu’en la leña.
  
And’está l’arroyito que mojaba mi sé,
and’el sauce yorón que sombriaba mi siesta?
¡La Chiquita es agatas un siñuelu’engañoso,
y yo soy un guachito que le bala a su pena!
  
Floreció’e vidalitas su camino de siempre
-mi guitarra en canciones mojonaba su güeya-
y hoy me güelv’el camino lamentao’e los tristes:
¡la vidala es un triste cuando busca y nu’encuentra!
  
Versos de Diego Novillo Quiroga
Música de Magaldi-Noda