viernes, 14 de noviembre de 2014

TOTORA

Al rancho donde aprendí a creer en
el hombre y a querer el mate margo

Rancho que’n la cerrasón
de mis pupilas marchitas
solés prender la chispita
de tu ricuerdo dulzón:
cuando al triste corasón
me lo arrocina el destino,
y desnortiao y sin tino
pierdo rumbo y goluntá,
en mi memoria te alsás
pa’ señalarme’l camino.

Vos juistes el blando nido
ande mis sueños se criaron;
el palenque ande se ataron
mis afetos más queridos;
la güerta ande ví floridos
y semiyaos mis anhelos;
el manantial color cielo
que supo calmar mi sé;
la fogata ande quemé
tuititos mis desconsuelos.

Juiste aroma y miel, Totora,
de primavera serrana;
juiste la novia paisana
qu’emprestó lus a mi aurora.
Ponchadas de lindas horas
bajo tu techo viví.
La vigüela tuvo allí
arruyos d’hembra amorosa
y la caña jué sabrosa
pa’l gaucho que truje’n mí.

Y aura que falt’a mi vida
tu perfume de querencia
y de luto por tu asusencia
yevo’l’alma dolorida;
aura que aguanto prendida
a la cacunda una crus,
y sin alzar el testús
voy marchando al tranco lerdo,
en mi noche es tu ricuerdo
com’un bichito de lus.


Versos de Serafín J. García

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