“Los Hermanos Baltazar”
se criaron por “El Remanso”
y al gustarles el descanso
no quisieron trabajar,
pero se iban a ingeniar
pa’ poder sobrevivir,
cuando dejó de existir
su padre por borrachera
y su madre, curandera,
también se vino a morir.
El mayor era Severo,
muy cazador de perdices,
y como el nombre lo dice
serión, y mal compañero,
dañino, muy buen nutriero
y por demás atrevido;
para otro pago se ha ido
al descubrirse su maña:
que trampiaba en la espadaña
estando el lugar prohibido.
La que sigue es Robustiana,
mujer de “Chiquito” Aldao,
y no sé porque entripao
lo augó, en la palangana;
era melliza con Juana
que soltera se mostraba,
a las yerras se llegaba
para pialar puerta afuera;
y le ganaba a cualquiera
pisando ella la taba.
Cuarto venía Sabino,
muy hábil para carnear
y en eso de bolichiar
de tiro largo pa’l vino;
por haragán y ladino
una vez en lo’e Rosales,
se puso a robar bozales
de los caballos atau
pero cuando fue alertau
huyó por los pastizales.
Buena monta en las cuadrera’
era “El Petizo” Sotero
pero también muy tonguero
corriera pa’ quien corriera;
una vez en la bandera
se quedó chanta, parau,
estaba de más jugau
el caballo que él corría
y gracia’a la policía
no fue esa tarde finau.
Donde había mucha oveja
Clementino se llegaba
y un cacho de púa ataba
en una tacuara vieja;
en el puesto de Juan Ceja
una noche lo encontraron.
Dos corderos desataron
que ya los tenía maniau,
pero él, ha disparau…
ni con perros lo alcanzaron!
Otro era, Isabelo,
muy seguro pa’ boliar
y al no tener pa’ ensillar
montaba un picazo en pelo;
fue muy grande el revuelo
en la Estancia del “Dorao”,
traía un ñandú cortao
que iba abriendo los alones
y al ver una carga’e piones
saltó el pingo el alambrado.
No era pa’ darle ventaja
a la “Negra” Saturnina,
charlatana y muy cretina
pa’ jugar a la baraja,
usaba cuchillo y faja
y la fueron a acusar
que se estaba por cartiar
jugando por mucha plata
y en un patio quedó en pata
desafiando pa’ peliar.
Francisco, muy mal llevau
junao como “El Tuerto Pancho”,
para el ciervo y para el chancho
era un perro encarnizau;
una vez en un bañau
quisieron arrinconarlo,
dos hombres, sin respetarlo
lo trataron de cuatrero
y pelando el caronero
tuvo a los dos que matarlos.
El último, Sinforoso,
siempre se hacía el dormido
pero despierto había sido
y en la pasa, habilidoso;
en un juego ostentoso
buscaba al más quedau
y en el momento indicau
los dos ‘chivos’ le alcanzaba…
el quedau, manos echaba
y él, a buena había jugau.
Historia de cada humano
con una vida jugada,
estando la suerte echada
apuesta cualquier paisano;
ni por malo, ni por sano
se puede aquí sentenciar,
no les gustó trabajar
y fue a voluntá su empeño,
como diez almas sin dueño:
“Los Hermanos Baltazar”.
Versos de Carlos Daniel Líneas