viernes, 27 de enero de 2012

EL REDOMÓN PATIADOR

Después de una fría helada
que’l sol empieza a entibiar,
dispuesto a desensiyar
un potro que yo amansaba,
y aunque bien lo trabajaba
tratándolo con rigor,
era loco, escarciador,
por más que lo acariciaba
las cosquiyas le sacaba
pero… salió patiador.

En el cerco de la casa
lo dejé atao ese día,
ya la patrona tenía
la pava puesta en las brasa’;
una lechuza que pasa
pega un chistido, volando,
y mientras se va alejando
lanza otro quejido fuerte
como un presagio de muerte
una desgracia anunciando.

‘Taba sacando unos tientos
pa’rreglar una encimera,
una tarea campera
para dir matando el tiempo;
yegué del campo contento
después de redomoniar
y ya dispuesto a matiar
noté que algo me faltaba,
era m’hijo que no estaba,
no lo había visto al yegar.

Le pregunté a la patrona
que andaba haciendo el gurí
porque dentro mío sentí
una duda, que m’encona;
me contestó la Ramona
que afuera estaba jugando,
que había pasao “galopiando”
de a cabayo en un palito:
“-Salió a vos nuestro chiquito,
dos año’ y ya’nda domando”

Y parada en el umbral,
la cara pálida, helada,
para afuera su mirada
supe que algo andaba mal,
me apreté fuerte’l puñal,
me calcé las alpargatas
y lo pude ver agatas
que la cola había agarrao
del redomón, y sentao
estaba atrás de las patas.

Sentí un nudo en la garganta
que me paraba el respiro
calculándole que al tiro
en las patas lo levanta;
con el codo hice palanca
pa’ sujetar mi mujer
desesperada a mi ver
por la angustia del momento.
Ni el más leve movimiento
los dos podíamos hacer.

Tenía un dolor en el pecho,
más conociendo al sotreta
que con las pata’ y la jeta
estaba como al acecho:
“-¡No me castigués, deshecho!,
que los chirlos que te di
fue porque loco te vi,
y pa’ que’n cualquier terreno
fueras un pingaso güeno,
y hoy me están doliendo a mi.”

Mira el chico a su mamá
que está en la puerta yorando
y el potro lo está oservando
de orejas gachas pa’tras;
se para y monta áhi nomás
en el palo que tenía,
que inocente picardía
se aleja en su “pingo” al paso,
Ramona lo alza en sus brazo’
con un yanto de alegría.

Con la mano en la testear
le dije: “-Gracias, hermano,
sos un flete soberano
que no va a montar cualquiera,
no conocerás sotera
y si te ato en el palenque
será porque estoy enclenque,
y si de arriba te’nfilo,
bien podés estar tranquilo
que pa’ vos, ¡no habrá rebenque!”.

Versos de Oscar y Carlos Gómez

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