martes, 20 de diciembre de 2016

VIEJO RESERO

Sin estribar; al galope;
bien requintao el sombrero;
prototipo de un resero
que ya con él se perdía,
Rómulo Álvarez volvía
de un viaje de un mes entero.

Contaba que lo agarró
un temporal desatado;
sin poder dormir; mojado,
duro de frío después…
¡Créanme que en todo el mes
ni las botas me he sacado!

Tendría casi noventa,
cuando por oírlo, un día,
le pregunté si sabía
de un camino, aquí en Vidal…
“¡Cómo no! el camino ‘rial’…
que en Arbolito nacía…”

“Si conoceré estos pagos…
Setenta años de resero,
sin más lumbre, compañero,
en mis noches de desvelo,
que las estrellas del cielo,
ni más reloj que el lucero.

Antes que corriera el tren
esto era casi un desierto;
usted viera que concierto;
el de las tropas bagualas
al balar entre los talas
en las ronda a campo abierto.

Marchando, si es que había luna;
rondando, si estaba oscuro;
día y noche, sin apuro,
¡Cuánta hacienda se acarreó
de acá, al Partido de Ajó
al Saladero de Luro…

Un año anduve en Monsalvo,
y al cerrarse el Saladero,
de Tuyú y Divisadero
a Plaza tuvimos que ir
sin bajarse, es un decir,
del caballo el año entero.

¡Aguas hondas! Todavía
me parece ver su brillo,
bañando el lomo al novillo,
que no hay res que no peligre
entre el Cañadón del Tigre
y los Montes del Tordillo.

Y cuántas veces nadando
en un pingo acostumbrado,
tanto el Quequén o el Salado
nos miraron con asombro,
vadear con la ropa al hombro,
a caballo al otro lado.

Varias veces llevé hacienda
de Juancho hasta San Luis,
cortando en dos el país
por el medio de la pampa…
¡Viendo pasto, cielo y guampa
yo era un resero feliz…!

Mi almohada fueron mis bastos;
mi cama siempre el recado;
mi techo, el cielo estrellado;
mi ambición, arrear y arrear;
mi orgullo, que al regresar
ni una res se había quedado…

La Yerba, Pozo del Fuego;
Los Naranjos, La Porfía;
Los Patrios, La Lobería;
La Loma Rica, Kakel;
Van desfilando en tropel
frente a la memoria mía.

El Durazno, El Vigilante;
Macedo, Tarrhué, Loncoy;
La Esquina de Arguas de hoy,
y otros, que ya ni me acuerdo,
vivirán en el recuerdo,
mientras que yo ya me voy…”

Yo pensé: no morirás!
aunque vuelen tus cenizas,
sobre esta tierra que pisas
y se esfume tu memoria,
seguirás vivo en la historia
del gaucho que simbolizas…


Versos de Eduardo Freije Sáenz

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