miércoles, 4 de julio de 2018

EL RETORNO

Una vez que fue entregada
la tropa en el saladero,
se apresta cada tropero
a emprender la retirada.
La tarde que es apropiada
está invitando a ensillar
y después de bien sestear
las tropillas han reunido,
pues de lejos han venido
y hay mucho que galopar.

Salen; toman el camino
y al primer tramo que harán,
sus diez leguas matarán
al monte de “El Peregrino”.
Forman concierto divino
el cencerro y las canciones,
que los más jóvenes peones
entonan a su regreso,
hasta que muera todo eso
que hoy fusilan los camiones.

Llega la noche, se apean
y conociendo el lugar,
como van a churrasquear
desensillan y matean;
allí las yeguas manean
y, sin echar en olvido,
que la luna ha prometido
servirles de compañera,
andarán la noche entera
dando el resuello debido.

Y ya el cencerro se empeña
en ir sonando y sonando
y a su paso despertando
todo lo que duerme y sueña,
hasta que bella y risueña,
vestida con fantasía,
la alborada en su alegría
tira luz a la llanura,
deshaciendo la costura
que junta la noche al día.

Después…  cuando el sol ardiente
vuelve a mostrar su rigor,
dejan pasar el calor
para seguir nuevamente;
pero todo ese exponente
de gauchas ciencias rurales,
muere ante leyes fatales,
pues lo de hoy con su poder,
le inferido a lo de ayer
grandes heridas mortales.

Versos de Gualberto Gregorio Márquez

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