miércoles, 23 de enero de 2019

MESTURAOS


Bueno, m’hijo, escuchemé:
quiero dejarle de herencia
un puñado de experiencia
que en la vida coseché.
Soy su Tata y, creamé,
su amigo y su compañero,
y por lo tanto lo espero
ponga sus cinco sentidos.
Haga honor a mi apellido,
no pase por chapucero.

 Si es que le toca enlazar
campo afuera un yeguarizo
dele lazo, que es preciso
más de un tirón evitar.
Tenga cuidao al carnear
porque el matambre no es cuero;
no lo corra al que es ligero
cuando es larga la campaña.
Debe el hombre darse maña,
no pase por chapucero.

Si su afición es domar,
dejé en la tranquera el chucho.
Entregue, si agarra muchos,
pingos mansos, de enlazar.
Si se ofrece jinetear
defienda el unco y el cuero,
hache grande, a lo campero…
cuide m’hijo, su picana:
no quiero que hoy o mañana
pase por un chapucero.
  
Si cái a’lguna pialada
de convite puerta afuera
pongaseló hasta la pera
de revés con llamaradas;
dele yapa que en la armada
se ve el que no es ventajero,
afírmese en el culero,
lárgueselé a la retranca,
que castigue con el anca…
No pase por chapucero.

 Atienda bien lo que digo:
y respete en sus andanzas
que el abuso de confianza
será su peor enemigo.
Eso sí, no busque abrigo
ni se me esconda a lo tero;
y si hay que jugarse el cuero
con razón, ni busque cancha:
donde quiera haga pata ancha…
¡No pase por chapucero!

Versos de Julio Secundino Cabezas

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