Al filo lo desafila
el rencor que lo golpea.
Chairearlo bien es tarea
de toda vida tranquila.
Solo hay lana si hay esquila
y abrigado hay que vivir.
Sin golpes bajos, ni herir
para estar donde hay que estar.
Y amar, que a gatas amar
salpimienta el existir.
Quien ama también se pierde
(se pierde quien se entrevera).
La inundación es fulera
la seca mata lo verde.
Cuando Don Silencio muerde
no existe la huella recta
ni la solución perfecta
-es daño que aumenta el daño-
Don Silencio es un extraño
que si halla herida… la infecta.
Y soy -de epidemia- un cuero
flaco, de poca gordura,
sirvo para darle hechura
solo a un lazo compañero.
Pa’ cabresto soy fulero,
fácil me puedo cortar,
nunca serví para atar
ni llevo a nadie de tiro,
armo la armada, suspiro
y me gasto en revolear.
Soy amante del amar.
Amo el amar, pues querer
y acariciar otro ser
es andar el mundo, andar.
Trenzo tientos del llorar
con los tientos del reír,
pero alcanzo a discernir
de cada trenza su ser,
cuando le entrego “al querer”
los deseos del vivir.
Versos de Pablo Díaz
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