sábado, 11 de febrero de 2012

PATRÓN DE ANTES

-Muy buenos días, Ponciano,
una alegría encontrarlo.
-No salí por esperarlo
de mañana bien temprano.
-En el escritorio a mano
me ha dejao el escribiente
una nota muy prudente
la que he leído al pasar
y me dispuse a llegar
por si anda en inconveniente.

-Yo le agradezco, patrón,
de que al puesto haya llegao.
-‘Te Ponciano sin cuidao
es esa mi obligación.
-Lo llamé en esta ocasión
no pa’ ponerle un pretesto
sino pa’ decirle esto
que mi voluntá no merma:
tengo mi patrona enferma
y le viá entregar el puesto.

-Medio tiradón me hallo,
los remedios son muy caros
y no he de poner reparos
pa’ negociar mis caballos,
el tobiano, el ruano, el bayo
me los va a comprar Medina,
el azulejo Lencina
que’s una persona seria,
y el resto llevo a la feria
junto a la yegua madrina.

-Ponciano, no se me apure,
lleve a Carmen pa’l poblao,
dele todos sus cuidao
no hay mal que cien años dure;
de atenderla bien procure,
yo hablaré con Don Mansilla,
una persona sencilla,
de confianza, por supuesto,
que venga, le atienda el puesto
y le cuide la tropilla.

-Yo le agradezco, patrón,
pero espero que me’ntienda,
al ‘tar enferma mi prienda,
no ha quedao un patacón.
-Es esa mi obligación,
usté jamás me ha fallao,
fue franco, sincero, honrao,
un hombre sano, notorio,
arrimese al escritorio,
pida plata sin cuidao.

-Con que pagarle, patrón
esta tremenda alegría.
-Veinte año’es la garantía
usté cumplió como pión,
váyase tranquilo, don,
que todo irá mejorando,
y siga a Carmen cuidando,
atienda a su compañera
y vuelva aquí cuando quiera
que’l puesto estará esperando.

Versos del Paisano Mireya

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