martes, 31 de diciembre de 2013

DE UNA HEBRA

Soy del Sur, y por lo tanto
igual que los vientos zumbo,
y a los gauchos de ese rumbo
con todo gusto les canto.
Mi voz de criollo levanto
en honor del paisanaje,
pa’ rendir el homenaje
más leal y más justiciero,
porque al paisano surero
no hay nadie que lo aventaje.

Gente gaucha, acreditada,
atenta y conocedora,
campera, muy cumplidora
y ande quiera respetada.
Es condición ponderada
la prolijidad que ostenta,
y a veces la vestimenta,
los estribos o el sombrero
distinguen en un resero
al pago que representa.

Como son hombres parejos
dá gusto ver a esos criollos
cuando con todos los rollos
vuelcan el lazo allá lejos.
Y entre camperos reflejos
si una tropilla detallo,
no está exagerao mi fallo
ni son charlas de cocina
que es un lujo la madrina
y un pingo cada caballo.

De cola corta y tuzao
lo hace al caballo más lindo,
y mi admiración le brindo
a las pilchas del recao.
Y en ese andar tan pausao,
como al tratarse de “hermanos”
les va dando a los paisanos
-a todos en general-
el sello tan personal
de gauchos y de baquianos.

Yo creo sin fanatismo
y lejos de hacer desaires,
que en el Sur de Buenos Aires
está la flor del criollismo.
En sus canciones, lo mismo,
de las guitarras al son
van derrochando intención
para expresar un anhelo,
o pa’ dir echando al vuelo
las quejas del corazón.

Si a la milonga ha enancao
a la cifra y al estilo
en el bocao de pabilo
los lleva el gaucho anudao.
Y como allá han encontrao
nidal pa’ sus alegrías,
hasta las décimas mías
que ya están aquerenciadas
han de quedar de “agregadas”

en ranchos y pulperías.

Versos de Pedro Risso

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