miércoles, 3 de diciembre de 2014

CAMPO NOCTURNO

Briya majestuosa y mansa
la luna sobre la pampa,
lucen de plata las guampas
de la hacienda que descansa.
Las cortaderas son lanzas
agitadas por el viento,
de tanto en tanto, el lamento,
de algún osidao molino,
y rematando el camino,
de luto está el firmamento.

Corta el silencio el chistido
de un lechuzón agorero,
que busca ratón maicero
para yevar a su nido.
El cielo se haya vestido
de gala, con mil estreyas,
a cual de eyas más beya,
es difícil de elegir,
todas merecen ceñir
la frente de una donceya.

Noche tranquila, serena,
oculto entre la maleza,
sin apuro, con pereza,
el violín de un griyo suena.
Como agobiao por la pena,
un sauce yorón se inclina,
sobre el agua cristalina
de un arroyo rumoroso,
cuyo caudal, presuroso,
con fuerza se arremolina.

El paisaje es increíble,
por momentos, fantasmal,
pensar en que haya algo igual,
parecería imposible.
La beyeza es tan tangible,
el silencio tan rotundo,
pareciera que en el mundo
luna, pampa, ser humano,
andan tomao’ de la mano
con sentimiento profundo.

Crece la imaginación,
se oyen gritos, clarinadas,
cargas a sable y espada
enfrentándolo al malón.
Gauchos que a fuerza’e facón
hicieron valer sus mentas,
dejando sus osamentas
abonando nuestra tierra,
que en sus entrañas encierra
el valor que representa.

Todo el campo en su estensión
tiene estraño sortilegio,
como sonido de arpegio
jugando en un diapasón.
Pa’l buen crioyo es la razón
de su vida y su sustento,
por eso, en ningún momento,
busca apartarse’e la hueya,
siguiendo siempre la estreya
que guía sus pensamientos.
                                           01/07/2013

 Versos de Carlos A. Faga

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