viernes, 5 de abril de 2019

LA PICAZA DE BARBOSA


Fue pa’ un día de Santa Rosa
que una tormenta machaza
hizo parir la picaza
del finao Viejo Barbosa
y como estaba la cosa
por el reparto enredada
por una casa alquilada
y algunos pesos guardados
la tropilla de gateados
quedó casi abandonada.

Era yo entonces puestero
de un campo que se lindaba
y a la picaza observaba
hacía más de un año entero.
Mi espíritu de cuatrero
andaba como el carancho
observando bien a lo ancho
y amparado en las revueltas
con el cinchón de dos vueltas
me traje el potrillo al rancho.

A la noche de las casas
tras el ladrido de un perro
pude escuchar el cencerro
de la madrina picaza.
Andaba tan relocaza
corriendo la noche aquella
que por poco se degüella
en el fondo del potrero
contra un vieja esquinero
un gatiao que iba con ella.

Temprano estaba mateando
junto al fuego en la cocina,
cuando veo la madrina
con el potrillo mamando
nueve gateados pastando
imponían su presencia
y solté ante la evidencia
al potrillo calculando
que iban a salir trotando
todos para su querencia.

Está en los recuerdos míos
aún aquel potrillo hermoso
como un sobrino vicioso
que está amparao por los tíos
con mil pesares sombríos
al Viejo Barbosa evoco
si por verlo estaba ‘loco’
al picazito cruzao
tras que no fue pa’l finao
no ha sido pa’ mi tampoco.

Versos de Héctor del Valle

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