domingo, 25 de septiembre de 2022

DE ROMERÍA

 En mi tiempo mocetón

un sábado que aburría,

apié en una “romería”

buscando la diversión;

mientras un sol dormilón

acunaba entre dos cerros,

lejos de pialarme en yerros,

sigiloso entré, primero,

como zorro que alza un cuero

sin que lo escuchen los perros.

 

Picao de curiosidá,

descubría las mejores,

con el aroma de flores

que da el campo y la ciudá;

más, pa’ decir la verdá,

eya era sobresaliente.

Yo por no pechar la gente

y hacer la cosa senciya,

me le mandé por la oriya

como sulky sin patente.

 

Ande empezó el musiquero

en un valsiao largué’n punta,

y a tanta beyeza junta

le fui atracando mi cuero;

baquiano pa’l entrevero,

la timidez dejé a un lao,

notando que’l del costao

entre las arremetidas,

pegaba unas sacudidas,

igual que cuzco mojao.

 

Luego vino una ranchera,

“floriada” con relaciones,

y unos versos redomones

entropiyé campo ajuera;

por eso a mi compañera

le dije en tono paisano:

“No aletees más en vano,

golondrina de este suelo,

ni te alcés en nuevo vuelo

que aquí yegó tu verano”.

 

No bien oyó ese versiao

la moza mostró alegría,

pero astuta se venía

lo mesmo que pampa alzao;

y haciendo el pelo a un costao

contestó en forma burlona:

“Aunque me crea querendona,

le alvierto que en el amor,

no ha nacido el domador

que me ponga la carona”.

 

Después, de la “romería”,

-con una sonrisa franca-,

salí yevando en el anca

a la que hoy es mujer mía;

y recuerdo todavía,

que esa noche de fortuna,

coscojiándole a la luna

mi pingo tranquió el repecho

con la pera contra el pecho,

como cisne de laguna.

 

Versos de Eduardo “Piqui” González

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