Emparvado de trinos, hasta rayar el cielo,
mi pago fue un
rastrojo llovido de canciones;
se floreaba de chinas
cada tranquera suya
y eran lujo de cintas
las guitarras más pobres.
Las mozas más
gallardas y los gauchos más diestros,
nacieron a proeza de
pericón y lazo.
¡Caritas de sus mozas,
afelpadas de lunas,
tostaditas a penas por
los soles más bravos!
Sus pocas pulperías,
barajadas de trucos,
hendían de banderas
primorosas, el aire;
que en las ramadas
frescas era todo canción
y en los vasos culones
todo ginebra “Llave”.
Nunca hubieron
cuadreras más bravas que las suyas
y era cancha aparente
cualesquiera camino.
Para tirar la taba,
buenazo hasta el zanjón…
(Y hasta se dice de
alguien que la clavó en el río).
Corrida sortijera le
fue todo galope;
hasta capar un gato se
enfiestaba de yerra;
25 de Mayo cada
domingo suyo
y esquila populosa
cerceñar una oveja.
Payada eran los gritos
para arriar a la hacienda;
eran en cada día,
banquetones sus locros.
Y para que a mi pago
no igualara ninguno,
¡macachines los yuyos,
y hasta los perros, gordos!
(No digo de la china
bizarra de mi rancho,
con dos noches
pampeanas desbordando en los ojos).
(anterior
a 1929)
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