martes, 7 de agosto de 2018

LA MATERA DE SAN FRANCISCO


Como adornando la estancia
está la vieja matera,
de aspecto se ve por fuera
que no perdió la elegancia,
preserva aún la fragancia
de aquel último tizón,
que se apagó hecho carbón
junto a una pava tiznada,
esperando a la peonada
que haga rueda en el fogón.

Unos bancos de madera
en los costados quedaron
y al tiempo crucificaron
esa reliquia campera;
para el mensual ella era
un lugarcito de estar,
allí podía matear
y si es que andaba con hambre,
sobre una trebe de alambre
un churrasquito tirar.

Si se habrán contado historias
de luces y aparecidos
o de hechos ocurridos
que ya son solo memorias,
algunos llenos de glorias
los recuerda el paisanaje,
porque llevan el coraje
costuriados con un tiento
y son motivos de un cuento
que se unen con el paisaje.

Hoy suelto mi canto al viento
como el grito de un arisco
en la estancia San Francisco
junto a tu fogón me siento;
al verte sola lamento
con mi guitarra sentida,
quisiera llenar tu vida
y encenderte esta milonga,
como un caldén que prolonga
una brasita encendida.

Versos de Atilio Reynoso

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