domingo, 5 de agosto de 2018

LA MANTA PERUANA


Tengo una manta peruana
que fue del finao agüelo
tejida con mucho celo
en fina urdimbre de lana,
de su mesma trama emana
unos flecos bien trenzao
y el fondo, que’s colorao
muestra, retazos de albura
por las muchas ataduras
que por teñirla, han usao.

Yo, me la truje conmigo
cuando eya quedó sin dueño,
y al acariciarla sueño
con yerras, pingos, amigos;
la tengo como testigo
del tiempo de mis mayores,
cuando no había sinsabores
que’scurecieran mi infancia
y bebía las fragancias
de la vida y de las flores.

Siendo potriyito tierno
buscando un libro pa’estruirme
eya solía cubrirme
p’hacerle frente al invierno,
y formábamos un terno
cada cual en su función,
yo buscando la estrución,
el libro en papel de maestro
y tendido sobre nuestro
la manta era proteción.

A veces de fantasioso
solía salir bien montao
en un oscuro tapao
medio loro y muy fogoso,
yo me sentía orguyoso
al verlo bien aperao
y enseguida pa’l poblao
salía pisando chiquito,
mientras jugaba el vientito
con los flecos colorao.

Ni un zurcido se le ve
que le recuerde un puntazo,
nunca lo arroyé en el brazo
para echar una de a pie,
simplemente yo lo usé
en su misión verdadera,
como tibia compañera,
como adorno en otros casos,
siempre guardando un retazo
de mi vida campo ajuera.

Pobre manta!! Está gastada,
ha perdido algunos flecos,
pero conserva los ecos
de sus grandezas pasadas.
Cuando la veo arroyada
escondiendo sus heridas
veo mi vida repetida
y me quedo cavilando:
¡los dos nos vamos gastando
contra el filo de la vida!

Versos de Osvaldo Andino Álvarez


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