sábado, 8 de diciembre de 2018

A MI ENCIMERA


Es sencilla como el dueño
pero muy aguantadora
y está entre lo que atesora
este paisano sureño,
la cuido con mucho empeño
desde que un anca, la trajo,
y por peonar a destajo,
entre los bastos y el cuero,
es la pilcha que más quiero
de mi recao de trabajo.

No hay bordándole figuras
ningún lujo, en tiento fino,
porque le dieron destino
mis dos manos, medio duras,
y aunque humildes, sus costuras,
nuca aflojó en la cinchada
ni al tirón, ni a la sentada,
jamás cedió mi encimera,
solo cambié a su asidera
alguna argolla ovalada.

Pa’ abrazar a su parienta
la cincha, tiene correones,
bien sobados y fuertones,
por si ajustar se presenta.
Cada tiento le acrecienta
su utilidá y su valor,
que en mi mi oficio, domador,
me ayuda con los baguales,
atando maneas, bozales,
riendas, lazo y maneador.

Sigue siendo servicial,
según la ve mi manera,
cuando ella, a cada estribera,
le va ofreciendo un ojal,
a la vez, como señal,
o simple gusto campero,
van claritas, en su cuero,
mis iniciales marcadas,
y las potreras, atadas,
pa’ hacer grupo en el apero.

Sabrá Dios, ande canejo,
podrá ir a parar el día,
en que ya la vida mía,
no ensille ni un pingo viejo;
mas hoy, que lucho parejo,
junto a mi fiel compañera,
yo he de seguir, ande quiera,
afirmando los garrones
y soportando cimbrones,
como mi criolla encimera.

Versos de Julio Tomisaki

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