domingo, 8 de junio de 2014

DESOREJIANDO UN PASTEL

Desorejiando un pastel
(y haciendomé el distráido)
con las vistas había cáido
sobre la María Isabel.
Estaba en el rancho aquel
porque se casó un amigo,
del casorio jui testigo
-aunque no sé de papeles-
enguyendo unos pasteles
estaba como les digo.

Esa moza era la hermana
de’ste paisano amigazo
y yo desataba el lazo
de mi gusto con gran gana.
Cuando empezó la jarana
y el bailongo ya se armó
áhi jui a sacarla yo
pa’ bailar una ranchera
¡malaya suerte matrera!
La moza dijo que no.

Volví a templar la bordona
ya que me había parao
encaré a la de al lao
que tiraba pa’ viejona;
salí con la percherona
bien gruesa y carretiyuda,
crina tordiya, dientuda
y pa’ pior, conversadora
al yamarla yo “Señora”
me dijo: “Si… pero viuda”.

Cuando la quise yevar
pa’ sentarla en su banco
no me dejó dar ni un tranco
y ya me volvió a’garrar.
Empezaban a tocar
un valsecito campero
“-No me yeve muy ligero”
-me dijo toda mimosa-
y de yapa vi a la moza
bailando con un pueblero.

Cuando pude la largué
a la gorda enamorada
y al borde de la enramada
en un tronco me senté.
¿Y ahura que hago?, priegunté
pa’dentro, mientras miraba
que la María bailaba
con el de saco y corbata,
l’iba’arrimando la chata
porque’n el óido le hablaba.

Aunque’nvideando al pueblero
dispués de pasao un rato
ayí pidiendo un barato
canté un estilo surero.
Lo dediqué con esmero
al matrimonio aquel.
Como la María Isabel
ya tenía pretendiente
manotiando de la juente
desorejié otro pastel.
                               (6/02/2006)
 Versos de Alberto Zárate

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