martes, 6 de diciembre de 2011

DE LAS BRASAS A UN COSTAO

Lindo es después de un asao
mientras corre el cimarrón,
tirarse sobre un jergón
a conversar del pasao;
y de las brasa’a un costao
la pava medio tiznada,
con la tapita ladeada
pa’ que no suelte el hervor;
un viejo bolaceador
y una guitarra prestada.

Y entre un “¡Sírvase, aparcero!”
y un pedido de cigarro,
alguien prepara en un jarro
café al estilo campero;
otros limpian con esmero
su cuchillo en la alpargata,
que’s una prenda barata
y a veces no hay más remedio,
que hacerle un tajo en el medio
para que dentre la pata.

Con un cielo oscurecido
y el viento que pasa auyando,
a poco ya están hablando
de historias de aparecidos;
el “viejo” por consabido
es el primero que muenta,
y al tiempo que un caso cuenta
de hacerles fruncir el cuero,
se enrieda en unos aperos
y al suelo va la osamenta.

Allí se armó un zafarrancho
de marca morrocotuda,
al diablo se fue la viuda
y las historias del chancho;
las mujeres desde el rancho
preguntaban, ¿qué ha pasao?,
y salieron misturao
los que el golpe festejaban
con los que se santiguaban
vichando pa’ todos lao.

Versos de Osvaldo Andino Álvarez

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