viernes, 23 de diciembre de 2011

CRECIENTE

El agua que era visita
se quedó de dueña ‘e casa,
y no tenemos ni grasa
pa’cer una torta frita.
Al reparo la pavita
gruñe cerquita del pie,
y el desteñido caicué
se va solito al galleta.
Si ya la yerba es receta
de algún boticario inglés.

Se han achicao las provistas,
escasean las raciones,
y se tumban los horcones
como si jueran pruebistas;
no se ve ni a largavistas
asao, galleta ni tinto;
hay que hacerle aujero al cinto
pa’ tapar retorcijones.
Esto es pior que diez malones
como dice el Viejo Pinto.

No se me ponga a llorar
que va a aumentar la creciente;
piense que en un redepente
se va a poner a bajar;
y otra vez güelta a quinchar
y a enderezar los horcones,
hacer pasear lo talones
pa’ salir del trance fiero.
Aunque esta es vida ‘e costero
me quedo en los albardones.

Nos sabremos remediar
como en otras anegadas.
Macá chiflando en la helada
es curtido pa’ aguantar;
pero puedo asegurar
y por ser terco, porfío:
pa’ que no nos mate el frío
si viene otra inundación,
o enaltan el albardón
o lo rebajan al río.

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