jueves, 18 de enero de 2018

PICO A PICO

En el último potrero
de la estancia “La Amarilla”
estaba Juan Cabanilla
cambiando un torniquetero,
cuando al grito de los tero
bordeando al tranco el camino
en un “lobuno barcino”
venía Clarito Esquivel
puestero también como él
pero del campo vecino.

Como viejos conocidos
se saludaron atentos
y con camperos acentos
entraron a hablar tupido
de los casos conocidos
de toros y pariciones
de padrillos y galpones
de cosas sin importancia
de trabajos en la estancia
y el trato de los patrones.

Hablaron de las cosechas
de semillas importadas
de las duras tratoreadas
y de las melgas derechas
de lo bien que se aprovecha
el campo con los boyeros
de molinos, bebederos
de tanques y terraplenes
de la yerra que se viene
de lazos y de terneros.

Hablaron de tiempos duros
del precio del almacén
y de la muerte recién
de la esposa’e Don Arturo
de los chicos y el apuro
porque comienza la escuela
del susto de Doña Nela
cuando al pasar por la vía
le echo vientito ese día
el tren que va pa’ Cañuela.

Hablaron casi a las risas
con maliciosa jarana
del pobre “Chueco” Maidana
que lo dejó “La Petisa”
del platal que se precisa
pa’ faturar este invierno
de los cochazos modernos
que cambia el hijo’el patrón
del último ventarrón
y del rumbo del gobierno.

Hablaron tanto y surtido
hasta que el buche molesto
les recordó que en el puesto
está el puchero servido,
apuraron un despido
como quien hizo algo malo
y a lo peludo’e regalo
cayeron justo a comer
Cielito sin recorrer
y Juan sin cambiar el palo. 

Versos de Carlos Loray



              

                                  

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