martes, 31 de mayo de 2011

LAZO DE VEINTE

Después de cortar dos cueros
y de sacar cuatro tientos
entré a desvirar atento
como hace todo campero;
sin ser un hombre soguero
ni menos acostumbrao,
con cuatro tiento’oviyao
empecé a trenzar un lazo
que cada día, de paso,
lo iba dejando enterrao.

Como el tiempo nunca alcanza
para el que vive luchando
lo fui de a ratos trenzando
como quien trenza esperanza,
hasta que una noche mansa
-mientras que hervía la oya-
estiré esa prenda crioya
que al terminar la trenzada,
le medí veinte brazadas
de la presiya a la argoya.

Una vez para enlazar
se lo presté a un viejo crioyo
que armó como con diez royos
por gusto de compadrear,
y sin hacerse esperar
con mucha fuerza en el brazo
enlazó un toro machazo
que al cincharlo campo afuera
salió como si quisiera
hacérmelo triza, al lazo.

Erraron los de revés
y al quedarse el mancarrón
medio silbó en el tirón
pero el toro no se fue;
por eso de aqueya vez
con sus tientitos durones
anduvo por los galpones,
por yanuras y barrancas,
cascabeliando en el anca
de distintos redomones.

Los más camperos dirán
¿para qué un lazo tan largo?;
si lo esplico, sin embargo,
yo sé que lo entenderán:
no estando Pedro ni Juan,
no teniendo compañero,
aprende el hombre campero
a salir solo del paso
y con la ayuda del lazo
voltea al bagual más mañero.

Y al enlazar algún malo
pa’ poderlo embozalar,
lo he visto yegar a humear
con una vuelta en el palo;
mas si a su tiempo resbalo
tiene cien hazañas fieles
porque'ntre tirones crueles
con él bajé, si señor,
la bomba y el pescador
en diferentes jagüeles.

Potros, yuvias y mañanas,
tirones y desencantos
lo fueron sobando tanto
que parecía una badana;
clásica prenda paisana,
mezcla de patria y bandera,
que cuando pialé ayá afuera
al bagual más soberano,
no corría entre las manos
ni en la bombacha, siquiera.

Le dio fin una tordiya
entre pastos y matorros,
lo hayé mascao por los zorros
de la yapa a la presiya.
Perdido entre la flechiya
ya no servía pa’ nada...
Lazo de veinte brazadas
tioco, servicial y fuerte:
¿cómo no pudo, a la muerte
acogotarla tu armada...?

Versos de Saúl Huenchul

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