jueves, 2 de junio de 2011

CUANDO APRETABA EL GARRÓN

Viejo y querido Entre Ríos
al recordar tus cuchillas,
veo retozar las tropillas
que domé en los pagos míos.
Como gotas de rocío
es mi llanto en la poesía,
al ver tras la lejanía
el hachazo en los quebrachos,
y a mis tiempos de muchacho
machucando las encías.

Perdiéndose en la llanura
del camino un poco lejos,
la estancia es como un espejo
después, vienen las alturas.
La cuchilla y sus pasturas,
saliendo de “Tres Esquinas”,
ande la senda se inclina
muchas veces galopié
en los tiempos que domé
en la estancia “La Argentina”.

También al ser domador
en la estancia “La Victoria”
galopea en mi memoria
un paisano flor y flor.
Vide en él un gran amor
con nobleza de hombre entero,
muy pialador, buen soguero
y al ser pa’l potro capaz,
era un gaucho capataz
Don Rodolfo Pellichero.

¡Si habré rejuntao baquía
con mano firme y serena!
Allá por “La Magdalena”
entre brincos y porfías.
Garrón, fuerza, gallardía,
tirón, tacazo, revuelo.
Allí me dieron los duelos
tantas grandes experiencias,
que por buenas referencias
fui a domar a “San Carmelo”.

En sus corrales están
los recuerdos que amansé;
y los pingos que monté
de poncho y de lazo están.
Pero los años se van
como el agua cristalina;
y hoy ni el monte se imagina
que llevo sobre los hombros,
estos recuerdos que nombro
del pago de “Tres Esquinas”.

Versos de Alfredo Miño

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