jueves, 2 de junio de 2011

DE PASO POR LA LLANURA

Es un espejo el arroyo
que le abre un tajo al potrero
y taloneando un overo
se larga a cruzarlo un criollo;
marca la boca de un hoyo
chiflando el alambrador;
rompe el silencio un cantor
pecho de bronce y badajo,
mientras deja boca abajo
la gramilla, el arador.

Dos nubes medias lobunas
al sol lo van emponchando
y mira al maizal pensando:
“¡Dios quiera que llueva, ahijuna!”;
un gran ventarrón acuna
en el alambre, a un zorzal,
al ancho camino real
le da un chirlo a la pasada
y deja la rastrillada
de blanco polvaderal.

Un toro muy enojao
da unos balidos machazos
y escarba a los manotazos
un pozo medio ovalao;
un corderito asustao
no sabe pa’nde agarrar;
un tero empieza a gritar
al ver una comadreja
y en el lomo de una oveja
un tordo sale a pasear.

De repente parecía
que era una “poya” de luces
la bandada de ñanduces
que por el bajo corría,
y cuando el potro del día
daba el último arrastrón
sin trinos, medio tristón,
de lejos miraba el monte,
que hacía fuego el horizonte
pa’ tomar un cimarrón.

Versos de Gilberto De Goicoechea

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