viernes, 3 de mayo de 2024

TORMENTA'E VERANO

 Un rojo alambrao de un hilo

divide el cielo un momento

y el potrero polvoriento

queda un instante tranquilo.

El lazo de un refucilo

piala una oscura tapada,

y aunque se corta la armada

la hace tronar contra el cielo,

entre esa hacienda de un pelo

que es la tormenta enojada.

 

Las pajitas por la greda

van jugando al remolino,

se vuelve loco el molino

y se le borra la rueda.

En un “sálvese quien pueda”

van los pollos pa’l cardal;

se embravece el avenal

con un ruido de suspiros

y comienzan a los tiros

la sábanas del tendal.

 

Llega un vientito chiflando

con una tropilla de hojas;

dicen “ay” las chapas flojas

que están de miedo temblando.

Una lata bellaqueando

se dispara campo ajuera,

ya cerca de la tranquera

levantan tierra unas gotas,

las primeras son grandotas

y llueve a la polvadera.

 

La paineta del alero

lo pone al malvón contento,

y madejas de agua el viento

retuerce sobre el potrero.

Contemplando el aguacero

los chicos se quedan bobos.

Cruza el patio a los corcovos

‘don sapiola’ muy campante

y se va de comandante

con un escuadrón de globos.

 

Un de repente limpea;

goteras en la cocina,

rebalsando está la tina,

‘don gallardo’ cacarea.

Una pata cucharea

el sol que se hunde en un charco.

Allá arriba se ve el arco

con las puntas en el suelo,

con siete listas que el cielo

le ha puesto a su poncho zarco.

 

Llega arriando nubarrones

el resero de la noche,

haciendo un vasto derroche

de brillantes patacones

en la rastra de botones

que el cielo se ha puesto nueva.

Hay un bicho en cada cueva

y en cada charco de luna,

y allá brama la laguna

que el demonio se la lleva.

 

Versos de Luis Domingo Berho