miércoles, 26 de abril de 2017

FIDEL

Jué una noche clara, de luna en menguante
de un junio tan frío, que helándome está;
como una golilla, blanquiaba la helada
tendida a lo largo del Arerunguá.

No sé si “mandinga” andaba esa noche,
lo cierto es que, ¡diande poderme dormir!
Ojalá me hubiera dormido del todo.
Me duele entuavía lo qu’he hecho sufrir.

Me tiré del catre, con cierto fastidio
al sentir los perros, a gente ladrar,
y vide, en la sombra, de un cerco de talas
que al galpón un hombre pretendía entrar.

Me crucé el de apala, me engolví la faja,
más bien por costumbre, manotié el facón
y me juí agachando por atrás de un brete
con la certidumbre que juera un ladrón.

Lo vide clarito! Jué al gancho’e la carne,
no encontrando nada, por casualidá.
¡Era un mozo güeno como el pan bendito;
mire hasta ande llega la necesidá!

Yo lo conocía, era un gran amigo,
pude comprobarlo, pues más de una vez,
cuando de Entre Ríos tráibamos baguales
de distintas formas probé su honradez.

Pero allá en su choza tenía seis gurises
que, dende esa noche, huérfanos están
y qué no hace un padre que quiera a sus hijos
si llorando de hambre le reclaman pan.

Y en el rancho pobre de rotas paredes
temblando de frío la infeliz mujer,
con cuentos de brujas calmaría los hijos,
esperando a su hombre pa’ hacer de comer.

Como iba diciendo: traté de ocultarme,
pero en ese instante salía del galpón
y dejuro, al verme, de golpe y zumbido
le causó, quien sabe que fiera impresión.

Sorprendido el pobre perdió los estribos,
desnudó la daga y me atropelló!
El frío’e la helada que esmaltaba el campo
lo sentí en mi cuerpo, esa noche yo.

Talvez de vergüenza no alzaba la vista;
yo alcancé a gritarle: “¡Respete Fidel,
no me comprometa!, ¡piense en sus gurises!”.
Pero estaba ciego el cristiano aquel.

Nunca vi una daga más cerca’e mis ojos
como un rejucilo brillaba al pasar!
Le ladiaba el bulto, y en la mesma panza
como fría culebra la sentía rozar.

Perdí las chancletas, extravié el sombrero
¡cómo cuadra y media me hizo recular!
A los resfalones entre la gramilla
con helada y todo alcancé a sudar.

Y viendo dejuro, que me achuraría
no había ni un testigo, el cielo era el juez,
eché mano al fierro, y, hasta luego amigo.
¡Qué remordimiento me ha quedao dispués!

Al pensar canejo que al rancho derruido
dispués de esa noche de frío tan cruel
en lugar de carne pa’ los gurisitos
llevaron el cuerpo del pobre Fidel.


Versos de Wenceslao Varela

lunes, 24 de abril de 2017

JAGÜEL

Si ya has quedau al olvido
y te corona un laurel
y tu nombre de “jagüel”
en el campo se ha perdido
ya no se escucha el chiyido
de tu roldana inquieta,
solo se oservan las grietas
de la bebida rajada
y apenas las rastriyadas
de aquel mancarrón maceta.

Con un recau de arpiyera
‘taba ensiyao el matungo
y un balde que a los tumbos
cabrestiaba a la’sidera .
hoy casi todo es tapera,
el tiempo ríe de gozo
y se derrumba un pozo
donde anidan las palomas
y de tanto en tanto asoma
algún lechuzón curioso.

Nunca falta algún hornero
esperando su charquito
para amasar su barrito
y así construir su alero.
Se oye balar un ternero
-de su madre se ha estraviau-,
la hacienda se ha’montonau
y se rasca en la alambrada
y de tantas rasconiadas
se hayan dos palos ladiau.

La hacienda sedienta espera
ver parir a tus vertientes
pero el destino imponente
ya refrescó su sesera.
Amalaya quien pudiera
de revivir el pasau,
si todo está tan cambiau,
el progreso firme avanza
y su puntiaguda lanza
en tu pecho se ha clavau.

                                              Versos de El Pampa Carranza

domingo, 23 de abril de 2017

LARGARON!!

Siguen llegando jinetes,
allá retumba el rebenque;
es domingo y el palenque
está repleto de fletes.
En la esquina “Los Tres Sietes”
hay carreras ese día.
Un paisano desafía,
le aceptan y muy confiado
dinero, manta y recado
a su “moro” le confía.

Van dos jinetes de menta
en dos pingos de esperanza
y suben a la balanza
para redondear sesenta.
Allí la suerte no  cuenta,
tan solo la furia impera,
van a soltar a bandera
y, según lo establecido,
corren todo lo carpido
que son, trescientos de afuera.

¡Largaron…! Un griterío
ensordecedor se escucha,
es titánica la lucha
que hace honor al desafío.
Un paisano grita: “Al mío
voy doble contra sencillo”,
por allá brilla un cuchillo,
queda una cara marcada
y el Juez, falla en la llegada:
“Señores: ganó el rosillo”.

Al del barbijo lo curan,
alguien le vendó la cara,
el que lo marco dispara
-tiene deudas que lo apuran-,
los comentarios no duran,
la emoción le pone un velo.
De nuevo retumba el suelo,
la fiesta campera canta
y el que se jugó la manta
en su “moro” sale en pelo.


Versos de José Alaiz

miércoles, 19 de abril de 2017

MODESTIA APARTE

Como vanguardi’aguerrida
traigo mi poco saber,
aprendido al recorrer
los caminos de la vida.
De humilde cuna, mecida
bajo techo de humildá,
que aguantó la tempestá,
los años y la pobreza;
traigo: valor, entereza
y amor a la libertá!

Y soy, de poncho y espuela
sobre cualquier redomón,
uno más de mi nación
con la vida por escuela;
el que a versos y vigüela
con nudos y disonancias,
en poblados o en estancias
se cortó solo, a lo entero,
con modestia o altanero
asegún las circunstacias.

Cuando encuentro un reservao
d’esos que ninguno ensilla
es, pa’ mi, cosa sencilla
dejarlo, a espuela, charquiao.
Cuando topo un mal hablao
con fama de aguantador,
le hablo a solas “con amor”
que’s güeno pa’ dominar
y, si no quiere aflojar,
lo sé llamar al rigor.

En rueda’e “monte” prefiero
apuntar a la menor,
y si salgo ganador
rescato cuando yo quiero,
en la taba soy certero
y muy cebao a ganar,
durísimo de aguantar
cuando el güeso es de mi gusto.
De ver plata, no me asusto
cuando me afirmo a “clavar”.

Jamás, con mi “moro” arrollo
si d’entro en una carrera;
con “rastras” no armo cuadrera
porque teng’orgullo criollo.
Salir “de abajo” es un “bolloz,”,
cuando quiero corto luz,
“fiador”, “pescuezo”, “testuz”
los saco justo, pues no!
Siempre que lo corra yo
que me hago un ñudo en la cruz.

Y pialando a medio lazo
en un rodeo parao
soy seguro pa’l “volcao”
y de “revés” segurazo!
En elogios a mi brazo
se ha gastao gente campera,
pues pa’ guampiar campo ajuera
soy cosa que ni de encargo,
aunque tengo un lazo largo
como legua brasilera.

En ruedas de pericón
como en versos, no me achico;
echo, apenas abro el pico,
pa’ mi lao un corazón
Lo endulzo a conversación
porque mi labia no es poca
y si una “taura” me toca
de’sas que andan coquetiando,
me l’arrincono bailando
hasta que “le copo en boca”.

En amores nunca dejo
que naides me pida cuenta;
de los “quince a los cuarentas”
me dio por remedio un viejo.
Voy ende’ntonces parejo
sin faltar a mis deberes,
pues, en cuestión de quereres
da más la fama que’l oro…
he dejao lunanco el “moro”
de tanto cargar mujeres!

A todo el mundo respeto,
dende chico he respetao,
pero… cuando estoy mamao
mejor que me dejen quieto.
Ande me apretan, aprieto
y soy duro p’apretar.
Van a tener que aguantar
y es maña vieja que tengo:
a malas ni voy ni vengo
ni me dejo “caroniar”.

Que se abra cancha el caudillo
con las púas como gallo
y los baguales con callo
del bocao sobre’l colmillo…
Le saco el cuerpo al cuchillo,
tranquilo paro el hachazo,
a las mujeres… a brazos
-hijo de bárbara escuela-
a los baguales… a espuela,
y a los malos… a ponchazos!

Versos de Wenceslao Varela

                                         

miércoles, 12 de abril de 2017

EL COSTILLAR DE PALETA

Era domingo y soleao.
La chacra de Secundino
plantada junto al destino
pintaba como pa’asao.
Allá abajo en un tinglao
ya un fueguito se veía,
el patrón iba y venía
y enganchao en una horqueta
un costillar con paleta
oreándose presumía.

La patrona de la casa
aprovechando su franco,
corre la sillas, los bancos
y hasta los muebles repasa.
El humo su huella traza
y la carne ya ensartada
comienza a dejar colgada
de grasita, un lagrimón,
y prepara en un rincón
la patrona, la ensalada.

Sentao en banco’e cadera
Secundino prende un pucho,
mientras lo mira “El Barbucho”
sabiendo lo que le espera.
Linda mañana campera,
suave, como la esperanza,
una torcacita mansa
picotea en derredor
y pa’ aliviar el calor
la “doña” un vino le alcanza.

Se va dorando el asao,
ya el paisano lo dio vuelta,
y un fuerte: “-Vieja… -le suelta-
tené todo preparao!”.
Tarro con tierra al costao
pa’ clavar el asador,
y el tan agradable olor
lo motiva al apetito…
y abajo del ucalito
está armao “el comedor”.

Corta el gaucho una pulpita
que aceta su compañera
y queda en lista de espera
un riñón con su grasita.
En la galleta exquisita
come el criollo Secundino;
como testigo, el molino,
de ese cuadro familiar
y así yo quise pintar
cosas del campo argentino.


Versos de Darío A. Lemos

domingo, 9 de abril de 2017

EL AMIGO

Éramos como hermanos, con mi amigo:
suyas eran las pilchas de mi apero,
mi “moro”, mi guitarra, mi confianza,
y hasta la intimidá de mis secretos.

Y era mío también todo lo suyo:
su caballo, su poncho, su dinero,
y sus males también y sus pobrezas.
Éramos como hermanos con Ruperto…

En yunta trabajamos en las yerras
o rondando ganao pasamos sueños;
por turnos galopiamos los ariscos
o charquiamos a espuela los mañeros.

Me ayudó y lo ayudé, parejo siempre,
en la paz, en la guerra, en todo tiempo.
A brazo lo saqué de una creciente
y ancas me sacó de un entreviero.

Después, pa’ mi desgracia hice una muerte
de esas que llegan como llega el viento,
que nos pecha nomás y en cualquier caso,
resulta inútil perfilarle el cuerpo.

Ya metida la pata no sabía
si ganar las bagualas o dir preso.
Conozco las angustias de la celda
y la arisca tristeza del matrero…

“Tenés un gurisito y una moza
que viven de tu amor y de tus pesos
-me aconsejó con su habitual sonrisa-
cambiame de facón y yo me entriego”.

No pude disuadirlo de su idea.
Era como hijo’e vasco el indio’e terco,
y después de acordar declaraciones,
a presentarse se marchó pa’l pueblo.

El tiempo que pasó, no estoy seguro,
pero jue, más o menos… año y medio.
Cuando una tarde regresó con todas
las hondas cicatrices del encierro.

Y como antes lo ayude otra güelta:
con mi confianza lo acerqué a mi pecho
pa’ansí ahuyentar la timidez huraña
de perro cuando llega a rancho ajeno.

Y le di la mitá de unos baguales
-que amansarles, le agarré a los Lemos-;
la mitá de los tragos de mi chifle,
un medio corazón y un medio techo.

Y tuvo pa’ sus potros mi palenque,
mi gaucha lira pa’enredar recuerdos;
la sombra de mi ombú pa’l sol de estío
y el calor de mi poncho pa’l invierno.

Pero una tarde comprobé una escena
que aunque la vide, me costó pa’ crerlo.
Y me hinca el corazón como una espuela
y me hace lagrimear cuando me acuerdo.

Jue en ese tiempo que se ve en las lomas
repuntar las manadas los enteros
y los toros alzao taparse en tierra
rompiendo los lunares del rodeo.

Y se ajuntan de a dos los pajaritos
y los jaguares de la selva, en celo,
con las diez medias lunas de sus garras
les dibujan tatuajes a los ceibos.

Y máullan mano a mano los monteces
en arco el lomo y erizao el pelo,
y charquiaos a colmillo andan sangrando,
los cimarrones de peliarse entre’llos.

Que los vide clarito junto al poso…
y la que con su amor tejió mis sueños,
entornó los ojazos media augada
con el calor asfixiador de un beso.

Me asujeté del crimen, a una vara.
Pa’ que me vieran me compuse el pecho
y me puse a ensillar de lomo duro
como dice el refrán, pero en silencio.

Por eso, cuando agarro una guitarra
pa’ ahuyentar el dolor que llevo adentro,
me salen remolonas las versadas
como si me lerdiara el pensamiento.


Versos de Wenceslao Varela

PALETA SECA

En la estancia “Manantiales”,
cuartel segundo de Pila,
negrea una inmensa fila
con rumbo pa’ los corrales,
‘tan encerrando animales
porque’s tiempo de entorar,
así que al aprovechar
lo que se mueve’l vacuno
es el momento oportuno
pá’ ver y clasificar.

Entre grito y atajada
como pa’ sacarse’l frío,
ensordece’l balerío
de la hacienda’lborotada.
Vigilante la pionada
lo pispea al capataz,
que junto con Don Tomás
(de poncho fino al cogote)
ya están carculando el lote
que dejarán aquí atrás.

El martes hay en Belgrano
remate de Sáenz Valiente
y como la estancia es cliente
les van a dar una mano,
ya hablaron con  Don Silvano
pa’ dir sacando la guía,
cuanto se oyó la porfía
justo frente al tranquerón
y lo ve que está Ramón
que no sé lo que decía.

“-Echale el lente al toruno
porque si no te cuidás
se te va’volver p’atrás
y no te va quedar ni uno,
apistolalo al lobuno
así como vos sabés,
enverijalo, entendés,
cosa que’sté bien alerta…
que te va a buscar la puerta
no te dije… ¡áhi lo tenés!”.

“-¡Sacudíselo al cuadril!”,
se oyó antes del cabayazo
y ya se vino el porrazo
a dos velas y un candil,
le hizo cimbrar el mandil
del sopapo, al mancarrón,
que cuerpiando la intención
se abrió y lo quedó mirando
como se’staba ensuciando
el porfiao del revolcón.

“-¡Ajá! ¿Te gustó mierdita?
¡Se te saltaron los moco’!
¡Echale la culpa’l soco
que’nsiyo… pa’ la escuelita!”
Se sonríe Ramón Pita
mientras el armao desfleca,
y con socarrona mueca
acariciando el lobuno
le dice, hinchao, al toruno:
“-¡Me yaman… Paleta Seca!”


Versos de Álvaro Istueta Landajo

jueves, 6 de abril de 2017

TABA

¡Cómo te pareces a esas mujeres
que tienen siempre retobada el alma!
que a veces nacen buenas y la vida
de tanto hacerles mal… las hacen malas.

Mis manos te lustraron a caricias;
te llevé en las maletas cuando andaba,
gastando los caminos de la tierra
en busca de carpetas y tabiadas.

Y juistes en mis noches de desvelos
novia sin encetar, amiga, hermana,
toda mi fe de jugador sin suerte
pendiente de tu mísera esperanza.

Puse mi sencia en vos, con yapa y todo;
cuando entré a ejercitar tus güeltas pálidas
me faltó maña pa’enriendar un potro
o buscar un estilo en la guitarra.

Y, a siete pasos te dejaba siempre
como nacida allí… medio inclinada
sobre cualquier saliva en cancha dura;
naides pudo aguantarme en las oladas.

¡Y cómo me sentía de seguro
cuando las libra rebalsaban blancas!
¡Eres el alma de mi mano lisa
a riendas de domar, cabresto y grasa!

Cuando aburrido de gastar caminos
busqué la soledad de mi guitarra
pa’ revivir recuerdos en mis versos
y curarme de heridas que no sanan…

Te puse en la solera, pa’ olvidarte,
porque si bien me dista mucha plata
causaste con tu… liso, mi deshonra
como esas pobres mujercitas malas.

¡Por vos robé baguales entrerrianos,
pasé cien contrabandos pa’ mi Patria,
copé paradas sin tener ni un peso
y pelié sin razón; por vos malvada!

Me olvidé de rezar y de la Virgen,
me olvidé de golver de las tropiadas
al rancho tibio de mis padres pobres
ande la vida sus promesas canta…

Y estuve entre las celdas y los montes
pobre y hasta sin fe que es cosa amarga…
Te tengo un odio extraño vieja amiga,
mezcla de compasión, cariño o rabia!

Tu amarillo tiricia, tu azaroso
vivir entre machaje, vino y caña
manoseada por todos, por cualquiera,
igual que esas mujeres desgraciadas.

Que viven muertas por su propia vida,
me hacen sentir por vos cariño y rabia;
tu suerte es falsa, volcadora, arisca…
y eso que eché mis veintidós clavadas.

A ocasiones no puedo con el vicio
te saco’e la solera toda ahumada
te barajo en mi mano endurecida
a riendas de domar, cabresto y grasa.

Me voy al patio y en cualquier blandito
-como el que nace pa’ tirar la taba-
te dejo inclinadita a siete pasos
como en mis peores días, ¡qué desgracia!

Versos de Wenceslao Varela