viernes, 29 de marzo de 2019

EN LAS ESQUILAS


Fue apenas pasó septiembre
que me fui pa’l lao de Pila,
a trabajar en la esquila
que empezaban en noviembre.
Así pa’ fin de diciembre
cambio de pilchas, y agatas,
renueve las alpargatas
a fin de año estaré
gastando lo que gané
en esas jornadas gratas.

Haciendo ‘cebo’ entre piones
remoloniando en la estancia,
sin trabajo y sin ganancia
me arreglaba en los fogones,
se decía que había cuestiones
y se pasaba otro día,
sin mirar la pulpería
por no quererme empeñar,
y era un espiar y espiar
si la lana florecía.

En cuanto vido tranquila
la cuestión el mayodomo,
ordenó con mucho aplomo
pa’ que se largue la esquila
por las maneas en fila
nos quedamos dando el resto,
ya la ‘comparsa’ con esto
era una atención total,
y metíamos a corral
las majadas de los puestos.

Sobre un lienzo de arpillera
trabaja el hombre y le gusta,
aunque la faja se ajusta
pa’ hacer sonar la tijera.
Uno que ha quedado afuera
sabe que se desbarata,
y aunque entró perdiendo plata
enganchó de agarrador,
otro de embellonador
pero igual hacen su lata.
………………………….
Después que la hube limpiao
bien la panza a un cascarriento,
crucé pa’ darle un ‘asiento’
a la tijera que he usao.
Y ya bien despreocupao
lotié unas embellonadas,
pa’ dejarlas aliviadas
aunque empecé muy tardón
por darle el gusto al patrón
fui haciendo las más cargadas.

También ‘enganché’  contrajo
un viejo que desvasaba,
el mismo que descornaba
y el que curaba algún tajo.
Cada cual con su trabajo
al hacendao le dio brillo,
y aunque parezca sencillo
hay un clasificador
y el mejor esquilador
va esquilando los padrillos.

Entre el que alza los vellones
y el que pa’l consumo aparta
como el que un cordero ensarta
o el que estiba en los galpones.
Después de esas cuestiones
que la primavera brinda,
pa’ que le dure y le rinda
y la vida sea mejor,
cargué bien el tirador
y vuelva con pilchas lindas.

Versos de Héctor Del Valle

jueves, 28 de marzo de 2019

VIEJO CHAPEAO

Siempre anduve bien montao
tapando al flete con prendas,
no tengo estancia ni haciendas
pero vivo preocupao
por agrandar el chapiao
que no es soncera, aparceros,
no será de los primeros
como el de un hombre con plata,
sin embargo no es de lata
ni de soga’e saladero.

Puntea la cabezada,
la rastra, facón, espuelas,
freno, copas, pontezuela,
“las marías” retobadas.
Riendas de plata sellada
pa’ lucir algún domingo,
cuando lo adorno a mi pingo
un flor de picazo overo,
¡refucila tanto el cuero
que hasta suspiran los gringos!

Mis nombres en el pretal,
en los bastos, cabecera,
y en la estrella’e la frentera
un lujo encada inicial;
con el brillo del metal
he encandilao muchos ojos
pero que mueran de antojos
no cambio el chapiao por nada
y si copan la parada
mi poncho no junta abrojos.

Por ser taura y jugador
una vuelta eché mi resto
paré con el sobrepuesto
los cañutos, bajador,
los estribos, un fiador,
riendas, chifle y el yesquero,
pero el cinto era culero
tiró el hombre. Salió: taba.
Vuelta y media eché: clavada!,
y le arrié hasta el parejero.

Ahora lo ensillo a ucasiones,
pa’ un domingo en especial,
pa’ una fiesta nacional
ande siempre los mirones
codicean los patacones,
bombas, virolas, estrellas
creyendo que nuestras huellas
se han borrao o se deshacen…
¡Ande hay yeguas, potros nacen.
Ande hay gordos, hay de peya!

Versos de Carlos Adolfo Castello Luro

domingo, 17 de marzo de 2019

BOTAS DE POTRO


Botas sobadas a mano
con la paciencia de un viejo
de un animal azulejo
que era  un pingo soberano.
En un tiempo muy lejano
también las supe calzar,
y aunque las dejé de usar
de vista nunca las pierdo,
porque me traen un recuerdo
de aquel pingaso ejemplar.

No olvido esas ocasiones
que al ceñir las ligas pampas
con sus camperas estampas
me apretaban los garrones.
Y al lucir en mis talones
unas espuelas sin brillo
con nudo fuerte y sencillo
las alzaprimas guapeaban,
y a mis botas las maneaban
del empeine y del tobillo.

La derecha, un buen rayón
ligó en el trabajo rudo,
que un toro bayo guampudo
le obsequió de un refilón.
Suerte que en esa ocasión
pude cuerpiar la embestida;
y en forma más conocida
en la izquierda está presente
la marca, clara y patente
que el bagual luciera en vida.

Ahura, cuando alguna vez
con cuidao las manoseo
son pa’ mi como un trofeo
de modestia y sencillez.
Por ser gauchas sin doblés
solía usarlas muy altivo,
y hasta encontraba un motivo
pa’ olvidar ciertas derrotas
al sentir contra mis botas
las caricia del estribo.

Versos de Pedro Risso

sábado, 16 de marzo de 2019

DE VUELTA


 Después de haber castigao
quemando en forma severa
el sol dio la vuelta entera
y allá abajo se ha tumbao.
Sus rayos han aflojao
y ante sus fuerzas escasa
librao de sus amenazas
voy a marchar con la fresca,
pa’ que así cuando amanezca
me halle cerca de las casas.

Allí cerca, a la madrina
diez rosillos la rodean;
diez pingos que se florean
si les toca una fajina.
Una que otra cina-cina
le hacen marco a lo visual,
y el reseco pastizal
al mirarlo así aparenta
una alfombra amarillenta
que nace atrás del corral.

Ya queriendo anochecer
casi estando entre dos luces
desde el puesto “Los Ombuses”
la vuelta voy a emprender.
Salí al tranquito y al ver,
del sol muy escasos brillos,
entre el canto de los grillos
ví echando atrás la mirada
que seguían a la gatiada
los otros nueve rosillos.

En un silencio absoluto
que ni se siente avanzar,
la noche, al poquito andar
se está vistiendo de luto.
La distancia le discuto
a la güeya con prudencia,
porque yo tengo querencia
y estoy ansiando el regreso
impaciente como el preso
que está esperando sentencia.

El montado, de improviso,
una espantada me intenta
al ver blanquiar la osamenta
de un animal yeguarizo.
Alzo la vista y diviso
todito el cielo estrellao,
y hasta se me ha figurao
viendo allá arriba la cruz
que estoy mirando al trasluz
un poncho todo augeriao.

Corría un vientito de frente
medio fresco y además,
arreaba pa’ el lao de atrás
la polvadera caliente.
Al tranco y pausadamente,
de mi voluntad muy dueño
sigo el rumbo con empeño
a los amagos primeros
entre el cencerro y los teros
me van ahuyentando el sueño.

Me doy cuenta al ir marchando
aunque parezca mentira
que una lechuza me mira
y un chajá me está sobrando.
Más allá como añorando,
está un viejazo esquinero
donde hizo nido un hornero
y al verlo tan tieso y mudo
parece un negro desnudo
que está parao sin sombrero.

Paré pa’ mudar caballo
en la inmensa soledá,
calculando la mitad
si en la distancia no fallo.
Pa’ que sepan les detallo
todo el cuidado que tomo,
y con precaución y aplomo
al soltarlo a mi rosillo
con el revés del cuchillo
le di vuelta el pelo el lomo.

Ni un alma se me ha cruzao
mientras voy pa’ mi destino
porque en la noche, el camino
es muy poco transitao.
Pa’ hacer las penas a un lao
que me atropellan de intento
le doy vuelo al pensamiento
y un estilo en la ocasión
es freno pa’ el corazón
y manea pa’ el sentimiento.

Ya en el rancho este paisano
está al cimarrón prendido,
y el día se ha sorprendido
porque le he ganao de mano.
El sol ilumina el llano
y en la campera extensión
cada rancho es un mojón,
monumentos los baguales,
y las güeyas y corrales
un altar de tradición.

Versos de Pedro Risso

sábado, 9 de marzo de 2019

LA GUACHITA

Fue la niña sin juguete”
adulta” con sus diez años
y fue escalando peldaños
porque la vida arremete.
Como varón, sobre un flete
era abrojo en el recao.
¡Cuántas veces ha ordeñao!
¡Cuántos fríos!... con la atada,
cuando iba de madrugada
tiritando en el arao.

Trabajando en la majada
amontonó los vellones
y engrasó sus ilusiones
junto a sus pilchas gastadas
todo, lo vio de pasada
para ella, no hubo domingo
¡trabajo!... sin más distingo
que sol naciente y estrella
“rústica” pero… ¡que bella!
con ese acento tan gringo.

Por humilde se aguantó
ofensas, risa e insulto
ella, era como un bulto
que sin derecho creció.
¡Su juventú! la dejó
mansillada en vil manera,
pobre piona, tesonera,
sencillita como un yuyo
que al fin, si tiene algo suyo,
fue ese hijo de soltera.

De áhi en más, siguió rodando
luchando como una fiera
y aquella “gringa” campera
al muchachito fue criando.
Todo de sí le fue dando
con su sentir tan humano,
puso ternura en sus manos
y Dios, le brindó su apoyo
porque le dio un hijo criollo
con sentimiento paisano.

El pelo le entró a blanquiar,
su muchacho la hizo ¡abuela!
dicen, que prendió una vela
y que se puso a rezar.
Después de tanto peliar
tuvo una paz interior,
por mandato superior
la dicha que reconcilia
su fe, le dio esta familia
donde ella vuelca su amor.

Y allí está, la que ayer fuera
la sufrida, “la guachita”,
contenta con su nietita
curtida por tanta espera.
Pudo ser una tapera…
pero hizo blanco, lo gris
y al cambiar ese matiz
a una esperanza aferrada
fue justamente “premiada”
con una vejez feliz.

Versos de Juan de la Huella

jueves, 7 de marzo de 2019

CARTAS CAMPERAS


CARTAS CAMPERAS

“Sierras de Curamalán, al Viejo Calixto Coria”

Como criollo de esperencia,
quisiera amigo Calixto,
me sacara un tanto listo
en esa cuestión de cencia,
pues cerca de mi querencia
tengo una ‘negra’, ¡canejo!
que me frunce el entrecejo
y pa’l amor es ladina…
¡Cómo que’s una argentina
con mañas de zorro viejo!

Ella, la linda Mariana,
que así se llama la prienda,
suele largarme la rienda
con una labia galana,
y yo, tuita la mañana
como ternero mamón,
prendido del cimarrón
sin poderme descartar,
siento un bichito picar
dentro de mi corazón.

Deme, pues, una receta
que haga venir comezón,
para darle un picotón
en la colorada jeta,
que yo, lerdazo y sotreta
soy pa’l jueguito’el amor,
solo un poco escarceador
dende lejos lo presumo…
pero al dirme sobr’el humo
se me dispara el valor.

Ella, la hermosa criollaza,
tiene su nido en la sierra…
y es flor del campo qu’encierra
el orgullo de una raza;
cuando se acerca, me abrasa
con fuego de quemazón,
y el potro de la ilusión
como fiera embravecida…
¡Despierta el alma dormida
de la gaucha tradición!

Su aparcero,
                    Don Lucero

RETRUCANDO

Güen amigo don Lucero:
un consejo le daría,
pero… en amores, hoy día,
es un bocao algo fiero;
meterme en un entrevero
estando viejo y maseta;
colija, pues, la receta,
y abaraje… la experiencia…
¡Todo es cuestión de… paciencia…
si le hace… alguna gambeta!

Con mi memoria al tranquito
-por temor a costalar-,
me hace amigo recordar
un cariño algo marchito,
medio aventao y flojito
de mis lejanos amores…
que juyeron… como flores
qu’el pampero las deshoja…
¡Ahura… tengo una congoja
que hace güella en mis dolores!

Algún día… rilataré
mi vida de enamorao,
tuito… lo que yo he pasao…
en cuanto mi alá arrastré;
aquel tiempo ya se jué
junto con los amoríos…
Hoy, me flaquean  los bríos,
y solo, triste, jadeante,
¡Ando como pena errante
entre los ranchos vacíos!

Su amigazo,
                     Calixto

Versos de Francisco Puga

(Revista “Lo Que Canta El Pueblo” – Año V N° 78)

lunes, 4 de marzo de 2019

EL REEMPLAZO


-Permiso mi Comandante
vengo a reemplazar a Tata
porque su vida barata
swe fue al cielo, vacilante;
un puesto quedó vacante
en sus filas colorada’
tengo la pata pesada
y el corazón decidido
y con dieciocho cumplidos
quiero entrar en las patriada’.

Se fue y me dejó de herencia
este pingazo tostado,
por supuesto su recado
entre otra pertenencia
disiplina y obediencia
una lanza como guía,
el lazo, las tres maría
y este poncho que flamea
y el facón que dio pelea
en contra de la anarquía.

La estirpe gaucha me ordena
que tengo que ir a luchar
para poder aportar
mi humilde grano de arena,
es que corre por mis vena
sangre criolla y federal,
hoy que me siento bagual
y dejé de ser potrillo
saldremos de “Los Cerrillos”
por una unión nacional.

Están exclamando urgente
un aire de libertá
y que la ansiada unidá
sea moneda corriente,
y que sepa el continente
que nos mandamos nosotros,
no necesitamo’a otros
ni gringos entrometidos
y que sepan los bandidos
donde hay yegua nacen potros.

Anda la flota extranjera
merodeando nuestra playa
iremo’a darles batalla
cuando guste y cuando quiera,
mi madre llora y espera,
creo que tiene razón,
pero en esta situación
la Patria sangra y precisa
que defienda la divisa
de la Confederación.

Sé que la chuza salvaje
me puede aujerear el cuero,
hijo’e tigre, soy overo,
no cambiará mi pelaje,
aunque se me trunque el viaje
o se nuble el horizonte,
o cuando el diablo se apronte
o Dios me llame a reposo,
voy a morir orgulloso
de ser ¡Colorao del Monte!

Versos de Oraldo J. González (Mar de Ajó)