1
Mi güen
amigo Cisneros
le’scribo
de anticipao
pa’
contarle l’he amansao
los dos “picazos
overos”;
los he
domao con esmero
bien a
la usanza campera,
seguro,
probarlo’espera
y verlo -un
lujo sería-
manejarlos
con maestría
trabajando
por Las Heras.
2
Llegaron
desde Las Flores,
los
envió Don Sebastián,
amigo de
aquel Froilán
que
conocí por Dolores;
son dos
y de los mejores
que
pisaron por la estancia,
compadrones,
con prestancia…
más
elogios, no derramo.
¡Parecen
pintaos por Ramos
por su
estampa y elegancia!
3
Al traerme
los baguales
dentré a
puro maneador
a
quitarles el temor
y las
cosquillas sacarles;
las
maneas colocarles
y luego
el siguiente paso:
bozal y
bocao pa’l caso
más un
cabresto largón,
enderecé’n
dirección
ande’staba
mi “picazo”.
4
En un “bayo”,
juguetón
Martín
andaba esperando
y “El
Poli” Rossi ensiyando
mi “picazo”
en el galpón;
Gualtieri,
pa’ la ocasión,
iba poniendo
el asao
y López,
en un costao
el
cimarrón ensiyaba
mientras
que yo acomodaba
las
pilchas de mi recao.
5
“El Poli”
salió adelante
y yo,
largué por atrás,
el primero
salió en paz,
el otro
un poco picante;
como a
ocho metros distante
Martín
estaba observando;
y al
sacarlos disparando
le
agarraron las orejas,
mientras
largaba unas quejas
la boca
le iba tirando.
6
Después,
un poco de sal,
les
coloqué en las encías,
dejándolos
cuatro días
pa’ no
formarles un mal.
Al tantiarlos
por igual
comencé
con los galopes,
mientra’el
cabresto, a los toques
a las
patas sacudía.
No se
sabe si algún día
el lazo,
no los provoque.
7
¿Pa’ que
seguirle contando…?
¡Usté lo
sabe aparcero!
mucha pierna,
y por entero
el
cuerpo le fui hamacando.
Hasta los
fui acostumbrando
con el
poncho galopearlos
porque
si al acariciarlos
se le de
por juguetear
y no sea
que al lloviznar
de a
pie, me lo vean dentrarlo.
8
Completos
los he dejao
mi güen
amigo Cisneros,
pa’l
desempeño campero,
con
título de abogao.
Cosas que
me han enseñao
las
charlas en el fogón
y dejo,
aquí, en la ocasión
del
maestro el nombre puesto
y en el
encerraré’l resto:
¡Don
Juan Carlos Marañón!