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viernes, 5 de mayo de 2017

SI NO ES CIERTO...

Viejo el petizo tostao
y ya tordiyo el hocico,
tiene duro los pichico’
y yeva tres enancao,
a su vejez le ha confiao
(como si juese una agüela)
sus tres cachorros, Portela
capataz de “La Invernada”
pa’ que no les pase nada
dende’l casco hasta la escuela.

Un mandil y un cojiniyo
(todo el apero que luce),
largo y volcao tiene el tuse
pero está gordo y con briyo,
debe tener un colmiyo
como p’hacer una lanza,
le sabe sonar la panza
culpa de tanto talón
y él, agarra un galopón
cortito… pero que alcanza.

Yega justo, medio al trote
(jamás se lo desensiya),
una rienda en la variya
y l’otra atada al cogote;
él pastorea algún brote
que nació de un pajarito,
dispués se queda quietito
sin que haga, del ruido, caso
y al poner de punta el vaso
queda dormido al ratito.

Cuando despierta, los vé
porque terminó la clase,
y entonce’l mayor les hace
a los más chicos, el pie,
él ni se mueve por qué
el más grande di un tronquito
salta y queda sentadito
delante de los hermano’…
las riendas, en esta mano
y en la derecha un palito.

Cuanto alguno se pelea
él moja pronto la oreja,
como poniendo la queja
por más que nadie lo vea,
va, con los tres, como sea,
al galopito o tranquiando,
la madre que está esperando
justo en la puerta, asomada,
sabe que no  pasó nada
porqu’él… los vino cuidando.


Versos de Álvaro Istueta Landajo

domingo, 9 de abril de 2017

PALETA SECA

En la estancia “Manantiales”,
cuartel segundo de Pila,
negrea una inmensa fila
con rumbo pa’ los corrales,
‘tan encerrando animales
porque’s tiempo de entorar,
así que al aprovechar
lo que se mueve’l vacuno
es el momento oportuno
pá’ ver y clasificar.

Entre grito y atajada
como pa’ sacarse’l frío,
ensordece’l balerío
de la hacienda’lborotada.
Vigilante la pionada
lo pispea al capataz,
que junto con Don Tomás
(de poncho fino al cogote)
ya están carculando el lote
que dejarán aquí atrás.

El martes hay en Belgrano
remate de Sáenz Valiente
y como la estancia es cliente
les van a dar una mano,
ya hablaron con  Don Silvano
pa’ dir sacando la guía,
cuanto se oyó la porfía
justo frente al tranquerón
y lo ve que está Ramón
que no sé lo que decía.

“-Echale el lente al toruno
porque si no te cuidás
se te va’volver p’atrás
y no te va quedar ni uno,
apistolalo al lobuno
así como vos sabés,
enverijalo, entendés,
cosa que’sté bien alerta…
que te va a buscar la puerta
no te dije… ¡áhi lo tenés!”.

“-¡Sacudíselo al cuadril!”,
se oyó antes del cabayazo
y ya se vino el porrazo
a dos velas y un candil,
le hizo cimbrar el mandil
del sopapo, al mancarrón,
que cuerpiando la intención
se abrió y lo quedó mirando
como se’staba ensuciando
el porfiao del revolcón.

“-¡Ajá! ¿Te gustó mierdita?
¡Se te saltaron los moco’!
¡Echale la culpa’l soco
que’nsiyo… pa’ la escuelita!”
Se sonríe Ramón Pita
mientras el armao desfleca,
y con socarrona mueca
acariciando el lobuno
le dice, hinchao, al toruno:
“-¡Me yaman… Paleta Seca!”


Versos de Álvaro Istueta Landajo

domingo, 6 de marzo de 2016

APARTANDO PA' LA FERIA

1
Corre un vientito frescón
y el mensualaje emponchao
con el cabayo ensiyao
espera junto al galpón,
yega, saluda el patrón,
da la orden de montar,
dice: “-Vamo’a parar
el del potrero del bajo
y pa’ no tener trabajo
los perros se han de quedar.
2
Si yevamos la perrada
habiendo tanto chicaje
difícil que se trabaje
con l’hacienda alborotada”.
La gente no dice nada
porque tiene la razón,
nu es la primera ucasión
que sus palabras se acetan,
lo quieren y lo respetan
porque’s campero y gauchón.
3
Dejan el casco tranquiando
contentos de su quehacer
y cerca’el amanecer
se va el cielo coloriando;
ahora van galopiando
sin dejar de conversar,
sujetan, para pasar
por la tranquera del bajo
y pa’empezar el trabajo
se’ntran a desparramar.
4
Al poco rato nomás
se oye a l’hacienda balar
empujada po’el gritar
que la va’rriando de atrás;
el patrón y el capataz
han hecho yunta los dos,
gritan con toda la voz
y al tiempo que se aturdieran
si parece que quisieran
que los escuchase Dios.
5
Ayá un toro retobao
se ganó entre la laguna
y lo sacan, por fortuna
de las guampas, enlazao,
aunque está muy enojao
no tiene nada que hacer,
le queda solo volver
pues además de los lazos
otros dos, a cabayazos,
lo ayudan a comprender.
6
Ya está l’hacienda reunida
junto a un molino grandote
y una vaca, medio al trote,
busca su cría perdida;
al reparo’e la bebida
s’echa un ternero cansao,
otro de lomo bostiao
‘ta parao, pero temblando,
endemientras van cinchando
los que primero han yegao.
7
Cincha el patrón, luego muenta,
también lo hace el capataz,
y aquél, mirando pa’tras,
manda’uno yevar la cuenta:
“-Si yegamos a sesenta
según el papel que traje,
entre seca y machorraje
lo que podamos sacar
no vamos a demorar…
tenés a la feria un viaje”.
8
Lo convida con un: “-Vamos”
enderezando al rodeo
y el capataz dice: “-Creo
que sí, patrón, las sacamos,
si le parece la’echamos
en el rastrojo de mái’,
ayí animales no hay
y pa’ mover bien temprano
mejor tenerlas a mano…”
“-¡Ajá… lo mejor es áhi!”.
9
“-Mirá, Cirilo, áhi tenés
la rabona y la peluda
y la de ajuera, esa aspuda
que quedó de la otra vez”,
“-¡Abrite, Juan! ¡Van las tres!”
dice ahora el capataz,
sujetan, güelven pa’tras
y cortando un ternerito
ya vienen, siempre al tranquito,
arrimando otras dos más.
10
“-¿V’esa del aspa quebrada…?
-le comenta el capataz-,
güeno, esa es así nomás
aunque parezca preñada”
“-Debe estar amachorrada”
suelta el patrón y se caya.
“-¡Sí!, porque tiene esa laya
de fines del mes de octubre
y nunca baja la ubre…”
“-Bien, entonces, que se vaya”.
11
“-¿Y esa…? -pregunta estrañao-
no tiene la señal mía…”
“-¡Ah, nó! esa es de Badía
y se debe haber pasao…”,
“-Avisale al encargao
que tiene una vaca aquí,
mejor anda vos, así
te yegás a lo’e Lazarte
y averiguas, de mi parte,
por las sogas que le di”.
12
S’escucha gritar un tero
cerquita del albardón,
en tanto que aclara un pión:
“-Es Benjamín, el puestero,
como ha ensiyao el overo
capaz que venga a picar…”
“-Cuidao!...”-se le oye gritar
al puestero que yegaba
porque una ternera andaba
con ganas de disparar.
13
Se oye’l chirlo’e la’zotera,
sale que apaga el cabayo
y en menos que canta un gayo
güelve al rodeo la ternera,
sin embargo la mañera
busca encarar otra vez,
“-¡Pero, Jacinto! ¿Qué hacés?
¡Corre muchacho! ¡Atajala!
¡Se te jue…! ¡Güeno, dejala!
la vamo’a sacar después”.
14
Y así siguen apartando
suave, porqu’esa es la cencia,
sin que falta una ocurrencia
pa’ ráirse de vez en cuando;
‘ta el lote remoliniando
‘n’un manchón de pasto puna,
mientras Cirilo Laguna
pregunta: “-¿Ché, cuántas van?”
y contesta pronto Juan:
“-Si no he errao, sesenta y una…”.
15
“-Me parece que no hay más,
suficiente las que están,
y mandá a Jacinto y Juan
que se las yeven nomás”,
así lo hace’l capataz
que también manda’l puestero
diciéndole: “En el potrero
mejor antes de dejarlas
traten de ver de arrimarlas
para el lao del bebedero”.
16
“-¡Cómo nó!, pierda cuidao
que las vamos a arrimar
y le vamos a dejar
la ternera d’este lao…”.
Se mueve el lote apartao
con los tres que van arriando,
y al verlos irse alejando
se güelve’n la direción
que había quedao el patrón
y los piones atajando.

Versos de Álvaro Istueta Landajo

sábado, 31 de diciembre de 2011

MI NOVIA ES LA SOLEDÁ

Se oye un lejano torido
que al dir despertando calma
se va metiendo en el alma
como en el óido un chiflido;
el día, que se ha aburrido
se yeva la claridá
y empresta tranquilidá
pa’ que corra la memoria…
Y yo solo, pues mi novia,
mi novia es la soledá.

Ya está el campo por dormirse
cansado de tanto luz,
y la tan mentada cruz
en el cielo, quiere abrirse,
trae la noche al venirse
su poncho de oscuridá
y tapa un rancho que’stá
como cuidando a una noria…
Y yo solo, pues mi novia,
mi novia es la soledá.

Como ispiando, de una en una,
las estreyas van saliendo
y medio se van corriendo
pa’ darle paso a la luna,
se cayan en la laguna
la gayareta, el macá,
el silencio envuelve ya
como una sombra que agobia…
Y yo solo, pues mi novia,
mi novia es la soledá.

Versos de Álvaro Istueta Landajo

LA BENDICIÓN

1
Estancia “La Bendición”
con tu gaucha marca “el gato”
bien plantada de hace rato
en un pago muy lindón,
pago crioyo y antiguón
yamao… General Belgrano,
lugar donde soberano
campea un sabor que’ncierra
para querer más mi tierra
y sentirme más paisano.
2
Tu casa chata y largota,
gastao patio de ladriyo,
y el viejo aljibe, senciyo,
con su roldana yorona,
aqueyas rejas tiocona’
que’n tus ventanas había,
ese frescor que salía
de la gran enredadera
que la tierra, gaucha entera,
como un poncho te tejía.
3
Ese algo que’n la pieza
semejó tendida mano
dando sombra en el verano
y en el invierno, tibieza,
grandura que jué grandeza
tamaño y comodidá,
altar de hospitalidá
ande supe cobijarme…
sin que quieras preguntarme:
quien sabe como estará?
4
Tu corredor de baldosa,
columna ‘e fierro redondo,
pintao en el frente y fondo
de un lindo color de rosa,
tu cocina tan ruidosa
lo mismo que’l comedor,
las siyas alrededor
de la mesa, que si hablara,
es capaz que me abrazara
en mi sueño evocador.
5
Esa grande y vieja higuera
que daba sombra ‘e colores
porque había entre las flores
hasta paja cortadera,
ayá, la parte trasera,
ande sangraba el ceibal,
o en que yoraba un rosal
con el dolor de una espina
el amor de la glicina
por la estreya federal.
6
Tu parque alegre y senciyo
con paráisos, con higueras,
araucarias y palmeras,
ligustros, robles, membriyos,
aquel inmenso espiniyo,
manzanos y durazneros,
naranjos y limoneros,
nísperos, moras, ciruelos,
y a gatas alzao del suelo
el ranchito del parquero.
7
Ese colchón de hoja fina
de color medio perdido
que’ran las que habían caído
del monte de casuarina’,
la pálida cina-cina
achicada en su grandor
por el aire de señor
de un ligustro muy derecho
recostada -por despecho-
contra el árbol de alcanfor.
8
Tamién la casa ‘e los piones
petisona, bien blanquiada,
escondida y asomada
entre unos sauces yorones,
tus dos limpitos galpones
que supo besar l’aurora,
ande la desgranadora
con su insistencia de griyo
hizo reír al rastriyo
junto a la guadañadora.
9
Ese palenque de yanta
que unas argoyas tenía
y que a mi me parecía
que se abrazaba a una planta,
tamién la vieja volanta
pintada ‘e color marrón
que cobijaba un galpón
y en los dos, muy bien escrita
estaba bien pintadita
la marca y “La Bendición”.
10
Tu ancho camino de’ntrada
adornado de frescura
que pimientos y maclura’
daban en tarde soliada,
que’n tu güeya abovedada
soñé recorriendo al tranco,
ande a manera de banco
para mirar campo ajuera
me acomodé a tu tranquera
pintada de negro y blanco.
11
Y aquel cruza de ovejero
muy guardián, pero alunao,
que por quedar de agregao
le pusimos “Forastero”,
y tamién el ratonero
tan seriote, tan discreto,
que jamás tuvo ni un reto
cuando anduvo entre la gente
que por gauchito y prudente
lo yamábamos “Respeto”.
12
O de no el cuzquito aquel
tan gaucho como ninguno,
de pelo medio lobuno
que “Tata” yamó “Clavel”,
jué siempre el crédito d’él
por vivaracho y dispierto
y como sería de cierto
que “Tata”, por divertirse,
si lo mandaba morirse
“Clavel” se quedaba muerto.
13
Aquel cuadrao palomar
que no muy lejos se alzaba
ande nunca me faltaba
un pichón pa’ churrasquiar,
los nidos que supe hayar
de urraca, de carpintero,
de picaflor, de jilguero,
de ratona y de mistito
que del güevo al pichoncito
oservaba con esmero.
14
De churrinche, corbatita,
chingolito, leñatero,
de benteveo, de hornero,
de calandria y cenicita,
renegrido, cabecita,
y palomita torcaz,
¡ah! tiempos que fui rapaz
sin ignorar escondrijo
y que al recordar me aflijo
porque ya no vuelven más.
15
Y esos petisos que jueron
(eso lo sabe el Señor)
como el regalo mejor
que nunca jamás m’hicieron,
petisos que se perdieron
pero en mi pecho han quedao,
y hoy que los he recordao
vaya otro adiós, muy senciyo,
al “Valecuatro”, rosiyo,
y “Envido”, oscuro tapao.
16 …………………………..
Estancia que me traés
como el puntazo de un grito
ese recuerdo bonito
del tiempo de mi niñez,
que’n mi sentir pareces
un sueño viejo y lejón;
si tengo la sensación
cada qu’evoco tu estampa
que le robaste a la pampa
un poco de tradición.
(10/05/1966)
Versos de Álvaro Istueta Landajo

jueves, 29 de diciembre de 2011

AL PELAJE

Le canto al gatiao tiznao,
tamién le canto al cebruno,
y pa’ n’olvidar ninguno
canto al lobuno bragao,
le canto al entrepelao,
al briyoso doradiyo,
al zaino, al moro, al tordiyo,
al colorao y al overo
y además cantarles quiero
al pangaré y al rosiyo.

Canto al blanco porcelano,
al picazo gargantiya,
al barroso testeriya
sin dejar de lao al ruano,
al de’mprendar el paisano
que’s el oscuro tapao,
tamién al bayo encerao
y como nada me dejo
vá mi canto al azulejo
y al guapo alazán tostao.

Canto al palomo, al albino,
canto al overo rosao,
y porque soy de cuidao
le viá cantar al sabino,
le canto al gatito barcino
pasando por el tubiano,
al alazán blanca mano
y como al cantar me alegro
canto al bayo cabos negro’
y al castaño rabicano.

Y les canto a toda hora
al blanco orejas rosada’,
al rosiyo anca nevada
y hasta’l zaino mano mora,
y como nada me atora
(hasta aquí lo he demostrao),
canto al tordiyo rodao,
y en un estilo sincero
le canto a otros dos overo’
al negro y al colorao.

Al zaino lomos overo’
lo acoyaro en mi canción
al colorao corazón
y al doradiyo lucero,
y pa’ que’l canto sea entero
le viá cantar al rosao,
al tostado requemao,
al bayo güevo de pato
y ya qu’el cantar desato
vaya mi canto al manchao.

Versos de Álvaro Istueta Landajo

sábado, 7 de mayo de 2011

A BUSCARLA

Temprano me levanté,
mucho antes del aclarar,
y al acabar de yerbiar
apuradón, charrusquié,
por áhi medio me atoré
de lo nervioso qu’estaba,
y mientras güeltas yo daba
lo mesmito que’l carancho
parecía ahumarse el rancho
por lo tanto que pitaba.

Dispués manotié’l bozal
y apurao, al trotecito,
salí chiflando bajito
en direción al corral,
ayí agarré el animal
un colorao malacara,
que’n la noche yo encerrara
pa’ que se’sté alivianao
y hoy al ponerle el recao
ni por broma se aplastara.

Prolijo lo cepiyé
(me gusta ser cuidadoso),
y al dejarlo bien briyoso
más prolijo lo ensiyé,
en una planta lo até
pa’ tenerlo más a mano,
quedó escarbando el julano
mientras yo me jui a vestir,
como queriendo decir:
“-¡metele, apurate hermano!”

Ya pa’l rancho me gané
sudando, casi sin vista,
y al estar el agua lista
en un Cristo me afeité,
ni bien las botas lustré
las puse al lao de la cama,
dispués cepiyé con gana’
el de la retranca ‘e plata
porque le gusta a mi ñata
y no visto a la macana.

Me lavé reapuradazo
hasta el cogote y las patas,
me cambié las alpargatas
y jui a vestirme, amigazo,
lo hice apurao y despacio,
me puse mi tirador,
un colorao volador
de’sos que valen la pena…
me gustan las cosas güenas
cuanto más güenas, mejor.

Me terminé d’empilchar
y me miré’n el espejo
pues soy muy diablo y no dejo
nunca nada ‘e revisar,
al acabarme ‘e mirar
jui a la cocina a apagarla,
salí, pa’ dispués cerrarla,
una última ojiada eché
y muy contento monté
porque me voy… a buscarla.

Versos de Álavaro Istueta Landajo