domingo, 23 de febrero de 2020

CON MI CHINA VIEJA


Atendé china querida
que’s pa’ vos esta versada
pa’ tu rodilla sacada
o pa’ tu taba torcida
aunque vieja y dolorida
caprichosa y rezongona
como naranja verdona
me resultas a la larga
aún con la cáscara amarga
con la pulpita dulzona.

No importa que andés renguiando
yo he de quererte lo mismo
que con algún senapismo
tuito se te irá pasando
si el pelo te está quedando
como el pasto con la helada
no te preocupés, no es nada
que en cualquier casa’e peinao
te dejan en el poblao
oscura, zaina o tostada.

Si los años te han surcao
sin compasión el pellejo
la sinceridá ‘el espejo
dejuro te ha disjustao
pero también me ha pasao
el tiempo con su rastrillo
la guadaña y a cuchillo
me rasuró la gramilla
el macachín, la flechilla,
el trébol y el espartillo.

Sin embargo no me quejo
tu tampoco has de quejarte
que es más que una suerte un arte
el saber llegar a viejo
mirame a mí yo no cejo
aunque me duela el encuentro
al dolor que reconcentro
ni a nada que herirme quiera
y canto pa’ que no muera
el gaucho que llevo adentro.

Si tú no sabes cantar
al menos tuviste el don
de enseñar tú corazón
a querer y a perdonar
mi constante apadrinar
te ha ido enseñando la güella
si ayer te seguí por bella
relinchándole a tu amor
si moza juiste una flor
hoy vieja sos una estrella.

Hoy en el camino andao
la fe y la ilusión es otra
tu dejastes de ser potra
y yo de ser reservao
ahora vivo amadrinao
tranquiando a tu alrededor
y atao a tu maniador
como un ñudo corredizo
me tenés como petiso
mimoso y tropezador.

En yunta y acollarao
seguiremos despacito
gozando del calorcito
que en la alma nos ha quedao
yo maceta y destabao
vos lunanca y bichocando
nos aburrimos mirando
lo que en otras ocasiones
chumbaos por las tentaciones
nos divertíamos tocando.

Pero dejate ‘e zonciar
de que estás vieja y bichoca
que con la miel de tu boca
capaz de hacerme empachar
las causas que hay que aceptar
son claras como la luna
la razón es sola una
que estamos, Vieja, y no al ñudo
como empanchaos de peludo
que hasta el olor nos repugna.
                                            (1960)
Versos de Clodomiro Pérez

jueves, 13 de febrero de 2020

A PONCHO NOMÁS


Voy a pedir un barato
creyendo que soy capaz
de hacer a poncho, nomás,
el decir de mi relato,
es medio potro y lo ato
pa’ darle una palenquiada
enfrente’e la paisanada
y ya con un trecho andau
veré si salgo parau
si pega una costalada.
  
Formé “tropilla” de sueño
a lo largo de mi vida
y entablé la recorrida
ensillando, “el empeño”.
Nunca de nada fui dueño
pero sí en mi corazón,
ha latido la emoción
de manera muy genuina
porque tuve una “madrina”
que se llamó “la ilusión”.
  
Su madre fue “la esperanza”
y su padre “el pensamiento”,
le embozalé “el fundamento”
y de cencerro, “confianza”,
el tañido que se afianza
al valorar la querencia
en los campos de “la ausencia”
entre loma’y pajonales
atravesando los males
curtido con “la vivencia”.

Y entablando “el placer”
también entablé “el sufrir”
y en ese ir y venir
fui sumando “el querer”,
que junto con “el deber”
anduvieron el camino,
cerca’e la madrina vino
uno de pelo intrigante,
medio a la par, adelante,
y su nombre fue “el destino”.

 Marcó un rumbo “la pobreza”,
pero sin tener un real,
de algún momento especial
guardó la mayor riqueza;
tuve “el logro” con guapeza,
que también supe entablar
y otro, pa’ mal recordar
que se llamó “el fracaso”,
ese que cortó mi lazo
y entraron a disparar.

 Ya no estoy entropillando,
es otro tiempo, otra acción,
hoy tengo este redomón
“el relato”, enriendando;
los años fueron pasando
y aquí me tienen plantau,
algo mío he valorau
para seguir en la huella…
Y si no alcanzo una estrella
por lo menos… lo he intentau.
                               (23/01/2020)

Versos de Carlos Daniel Líneas

domingo, 9 de febrero de 2020

EL BAILE


La fiesta se originó
finalizada la trilla,
porque “sin las de semilla”
cuarenta bolsas les dio;
fue el patrón quien prometió
con tres meses de antemano
“Si es el rinde soberano,
menos las monjas y el fraile,
he de convidar a un baile
para premiar al paisano”.

Así, con cielo cubierto
de estrellas en rededor,
donde no se vio mejor
luz de luna en campo abierto;
mientras daban un concierto
los grillos del pajonal
y en contrapunto un bagual
relinchaba a la distancia,
iban copando la estancia
parientes y personal.

Piso de tierra el galpón
bien regado a palangana,
y una orquesta ciudadana
ha contratao el patrón;
dos guitarras y acordeón,
bien a la usanza campera,
y en un lienzo de arpillera
pueden leer los que aguardan:
“¡Hasta que las velas no ardan,
pasen por esta tranquera!”.

Comienzan a acomodarse
las parejas en su rol,
y de la luz del farol
buscan bailando alejarse;
“¡Es cuestión de no apamparse!”,
grita ocurrente el mensual,
y un viejo sentimental
que de temprano ha chupau
dice: “Se han entreverao
como cuero sin señal”.

El que llevó días atrás
mate cocido al rastrojo,
al mujerío pone el ojo
junto con el capataz;
quien le aconseja, además
de aliarse en una palmada:
“Vos ganá la atropellada,
que al son de la musiquita,
la vas a encontrar mansita
como liebre encandilada”.

Un vasco busca camorra
cuando comprobó su vista
que hasta el medio de la pista
le han hecho volar la gorra;
semejante a una cotorra
las chinas largan su rollo,
y bajito reza un criollo
a la hermana del puestero:
“Dios me hiciera jardinero
pa’ cuidar este pimpollo”.

Tiró el lazo con aplomo
un peón, al oir ranchera,
y pialó de compañera
la hija del mayordomo;
corajeando, ni sé cómo
le dijo en tono de gozo:
“Soy Dorreguero y buen mozo,
mas le advierto sin cumplido:
que usté me tiene metido
como balde adentro ‘el pozo”.

Escuchando su verseado
la chica le sonreía
pero astuta se venía
lo mismo que pampa alzado
y haciendo el pelo a un costado
replicó con voz de ruego:
“Los muchachos de Dorrego
que en amor no hallan fortuna,
son como tronco de tuna,
no sirven ni pa’ hacer fuego”.

Hasta que de la cocina,
mandan tortas y buñuelos
para calmar los anhelos
de la gente bailarina;
se va vaciando la tina
cargada con sidra y vino,
la patrona, con buen tino
se deshace en atenciones;
y otra vez trenza ilusiones
el soguero del destino.

Mas cuando llega el final,
porque el día se dio cita,
en promesa de visita
vuelven al camino real;
balando cerca al brocal
es despedida un cordero,
un gato lame el talero
culpa del vaso volcado,
y un cuzco ya muy cansado
se arrolla sobre el apero.

Baile que ensillaste gloria
con los dichos del paisano,
sana costumbre en el llano
acollarada a tu historia;
por traerte a la memoria
hoy me enhorqueto en el centro
del pingo que va al encuentro
de patria y de tradición,
y en campos del corazón
queda retozando adentro.
  
 Versos de Eduardo González

sábado, 8 de febrero de 2020

MATERAS DE AYER


Materas, gauchos bastiones
de las estancias de antaño,
la pionada, cual rebaño,
se juntaba en sus fogones.
Diario lugar de reuniones
ande el mate, soberano,
al pasar de mano en mano
-costumbre tradicional-
era un antiguo ritual
en el quehacer campechano.

Las paredes, muy senciyas,
de chorizo o material,
algunas con ventanal
otras, con simples miriyas.
Apoyaos en sus oriyas
bancos de forma variada
y entre matiada y matiada
sagradas de cada día ,
al suelo, verde tañía
la yerba desparramada.

Había que ver el piso
destinto en cada matera:
de ladriyo, de madera,
de tierra o cemento liso.
En mi pago uno se hizo
con esmero y con mesura,
pues conformaban su hechura
tabas del lao de la suerte.
¡Deficulto que otro acierte
con mesejante lindura!

Vide un fogón circular
hecho de barro y ladriyo
y una yanta de rastriyo
amurada en el lugar.
No faltaba un costiyar
asao con pacencia santa
y el humo, como una manta,
cubría pavas tiznadas,
tuitas con ganchos colgadas
en el borde de la yanta.

En la difusa humareda
que flotaba en el ambiente
se mentaba, diariamente,
alguna hazña campera.
Otro tema, también era,
cuasi siempre preferido:
un cuento de aparecido,
de luz mala o lobizón;
ha falta que un joven pión
por eyo no haiga dormido.

Las materas han quedao
en el tiempo sepultadas.
Hoy no tienen las pionadas
ese recinto sagrao.
De a poco se han apagao
las brasas en el fogón
mas, el gaucho cimarrón
sigue caliente en las manos
de puebleros y paisanos
que son patria y tradición.

Versos de Arnoldo Daniele

viernes, 7 de febrero de 2020

BOLICHE TAPERA


Entre cardos y gramillas
que hacen guardia a su cumbrera,
duerme un “boliche tapera”
cobijado en coronillas;
horcones hechos astillas
lo presentan abatido,
y notándolo vencido
pasa el tiempo y se despacha,
pagando de punta y hacha
con el facón del olvido.

Sin notas que a la llegada
da en la tropilla el cencerro,
ni los ladridos del perro
macaco a cualquier pasada.
Con la ilusión sepultada
un chimango busca altura,
y en broche a tal desventura
el viento al brocal le puso
“paja brava” y  “cardo ruso”
que entristecen su figura.

La seca en los bebederos
denuncia que no hay carreras,
y perdieron dos banderas
su resto en los esquineros;
solo coparon los teros
quietudes de tanta pampa;
la tranquera cedió grampa
al costado del camino,
y ya sin rueda el molino
gira lástima en su estampa.

Hasta el palenque quebrao
parece añorar coscoja,
o algún mañero que afloja
la cincha en el alambrao;
¡malaya!, si del pasao
Regresara un “hopa – hopa”,
del resero, y ver su tropa
pastando en el potrerito
al cambiar pechazo y grito
por el sabor de la copa.

Y lo que fuera fogón
-punto de unión del gauchaje-
pareciera que el indiaje
le hubiese entrao en malón;
no está el capataz ni el pión
que un mus haya acollarao,
ni el bolichero parao
junto al vino, caña o grapa;
dando una vuelta de yapa
si era bueno lo gastao.

Boliche que a paso lento
fuiste opacando tu estrella,
cuando el progreso hizo mella
en el criollo firmamento;
tu tapera es el lamento
de una estirpe que no olvida,
pero en la tierra sentida
tu historia pisa tan fuerte,
que aunque te alcance la muerte
¡siempre seguirás con vida!

Versos de Eduardo González

lunes, 3 de febrero de 2020

POBRE ESTANCIA


Fue por ambición de herencia
que pelearon entre hermanos,
dejando a varios paisanos
sin labores ni querencia;
filosa esa diferencia
con su facón pegó un tajo.
Que es cencerro sin badajo,
y es guitarra sin bordona,
y es hambre que no perdona,
el lugar que no hay trabajo.

Así quedó abandonada
la estancia orgullo del pago,
extrañando algún halago
como en época pasada;
abatida la morada
que albergaba a los patrones,
y las piezas que a los peones
tantas veces han reunido;
¡todo está desvanecido!
igual que las ilusiones.
                        
No tiene el jardín las flores
que le adornaban el suelo,
ni las notas que en su vuelo
daban pájaros cantores;
se esfumaron los olores
de placentera costumbre,
y aquella familiar lumbre
que irradiaba la casona,
se marchó con la patrona
y toda la servidumbre.

Frente al tanque carcomido
presta el molino su queja,
y semioculta una reja
muere al golpe del olvido;
ni balada, ni mugido
que atraviesen la extensión;
la araña copó el cinchón
de aquel mayordomo altivo,
si total ya ni es motivo
para un cuzco juguetón.
Los hilos del alambrado
se declararon en huelga,
tal si lloraran la melga
que el yuyaje ha sepultado;
antiguo paso de arado
por los esquineros brota,
y testigo en la derrota
que sufre el torniquetero,
suele presentarse un tero,
o alguna que otra gaviota.

Farol de tanta alegría
hoy te has quedado sin mecha,
cuando el rinde de cosecha
con un baile se medía,
y el galpón que los unía
-regadito a palangana-
desbordado de jarana,
se mostraba servicial,
semejante a un club social
en la llanura pampeana.

Como aguardando al “nochero”
sigue clavada la estaca,
y un cardo rueda y se hamaca
culpa del viento surero;
¡malhaya! venga un resero
con tropa de venturanza,
y en el sitio que ahora alcanza
a cubrir el pajonal,
vuelva a crecer un trigal
entre surcos de esperanza.

¡Pobre Estancia!, destruida
de la matera al brocal,
sin algún peón o mensual
que te haga la recorrida;
se apagarán con tu vida
los dichos del paisanaje,
y solo te hará homenaje
un chimango desde el techo,
erguido y sacando pecho
por disfrutar del paisaje.

Versos de Eduardo Néstor González