lunes, 29 de enero de 2018

AGARRANDO CABALLO


Cuando le ofrecí el bozal
solo, metió la cabeza,
porque yo confío en esa:
que lo sepa el animal.
Temblaba cuando bagual
pero lo fui conquistando
dándole tiempo, pensando
que la mente a toda orquesta
hasta bajarle la cresta
y saliese cabrestiando.

Casi cabeza a cabeza,
que siempre sea a la par
pa’ de’sa forma evitar
que lo tome por sorpresa,
que nunca falta una de’sas
asustadas por sonseras,
una cuzqueada cualquiera…
-me acuerdo de Pancho Vivas
que lo pasó por arriba
rompiéndole la cadera-.

La escuela del potro es dura
lo mesmo que gallo asao
-el cuerpo siempre avispao
tranquilidad y mesura-,
todo a su tiempo madura…
por eso me pone ufano.
Dolores montando el ruando
conviersa por el cabresto:
“¡Que maestro, su maestro!
usted conoce sus manos”.

Versos de Omar Moreno Palacios

HUELLA SIN HUELLA


Primera

Los toros de los truenos
vienen bramando,
pechando nubarrones
negriando el campo.

El viento va tristeando
con su gemido,
lo triste de lo triste
no estar contigo.

Con víboras de plata
los refucilos,
vienen rasgando panzas
enfurecidos.

Finos dedos de agua
van tremolando,
la canción de la lluvia
sobre mi rancho.

Estribillo

A la huella, a la huella
me voy llorando,
como por las ranuras
lloran los charcos.

Segunda

Alma adentro galopo
muy en tinieblas,
paleteando la sombra
de la conciencia.

He quedao pensativo
filosofando,
los ojos asombrados
que abren los charcos.

Badajo implacable
una gotera
con ruido de ranitas,
me cencerrea.

El grillo en la bombilla
enronquecido
de cantar soledades,
sueña conmigo.

Al estribillo

Letra y música: Omar Moreno Palacios

domingo, 28 de enero de 2018

HISTORIA DE UN RELINCHO

Cerca del camino aquel
tan solitario y tan ancho
había levantao su rancho
Amadeo Villarruel.
Tenía un sauce y un jagüel
con un balde en el crucero;
un perro grande ovejero,
que áhi se quedó de agregao.
Y un tordillo y un gatiao
pa’ sus changas de resero.

Villarruel acostumbraba
voltiar el aspa temprano,
sobre todo en el verano
diariamente madrugaba.
Y una mañana que estaba
divisando el infinito,
lo vido al gatiao solito
cuando el día dio un reflejo.
Pero el tordillo ¡canejo!
faltaba del potrerito.

Recorrió pacientemente
por todas las cercanías,
y anduvo unos cuantos días
preguntándole a la gente.
Y aunque el ser tan diligente
no le dio ninguna pista,
un día que tendió la vista
de aquel camino en el brillo,
se juntó con el tordillo
de una manera imprevista.

Divisó una polvadera
por detrás de las lomadas…
Era una de esas yeguadas
que el frigorífico espera.
Al enfrentar la tranquera,
se escuchó con insistencia,
relinchar con estridencia
de entre el polvo movedizo…
como lo hace un yeguarizo
cuando vuelve a la querencia.

El gatiao enloquecido
contestaba ese relincho
y, poniéndole un carpincho,
Villarruel, ya decidido,
lo montó, y en un soplido
alcanzó aquella manada.
Entre esa mancarronada
iba el tordillo mezclao;
y juntándose al gatiao
se apartó de la yeguada.

Los dos hocicos juntaron
los caballos, y con eso
parecieron darse un beso,
y un relincho se pegaron.
Los dos hombres se miraron
poniendo en los ojos brillos
Villarruel tantió el cuchillo
y al tropillero enfrentó
y áhi nomás le preguntó:
“-¿De ande sacó ese tordillo?”

“-A treinta leguas de aquí
lo compré -dijo el viajero-
a quien me aceptó ligero
lo poco que le ofrecí”.
“-No dudo que ha sido así”
-dijo entonces Villarruel-
pero sacando un papel,
le dijo: “el dueño soy yo”
y una marca le mostró
dibujada en forma fiel.

“-Viendo que se han relinchao
-dijo el hombre- ya estoy viendo
que han estao juntos viviendo
el tordillo y el gatiao…
Sin ese certificao
pa’ mi hubiera sido igual.
Pa’ entregarle el animal
ningún papel necesito
porque ya se ve clarito
que usté dueño del bagual”.

Villarruel que era un paisano,
lleno de agradecimiento,
le respondió en el momento:
“-Quiero estrecharle la mano…
en mi alero campechano
tal vez de nada carezca;
deje que el rancho le ofrezca;
tome mate, churrasquee,
y así, después que sestee,
podrá seguir con la fresca”.

Se entienden a la distancia
con un relincho cortao,
pingos que juntos se han criao
en el puesto o en la estancia.
Lo sabe desde la infancia
el hombre de la llanura…
Del compañero en procura
el tordillo relinchó
y el relincho lo salvó
de ir a una muerte segura.

Versos de Luis Domingo Berho

MAÑANITA SUREÑA

Risueña la madrugada
borrando estrellas venía.
Y se enderezaba el día
con su cabeza dorada,
entre sábanas de helada
de la cama del potrero…
Cuando todo el gallinero
se empezó a venir al suelo.
Y erizándosele el pelo
pegó un bufido el nochero.

Igual que cuando se entierra
la cuchilla de un arao,
y la mitá se ha quedao
brillando sobre la tierra,
el sol, por sobre la sierra,
mañeriando pa’ salir,
la mitá empezó a lucir,
y, al dir calentando el llano,
la vidriera del pantano
se empezaba a redetir.

El arador ya salía
respirando cerrazón.
Y en la blanquiada extensión
el surco primero abría,
que a lo lejos parecía
un hilo negro en la harina,
un rayón de tinta china
sobre una página blanca.
Y la rosada barranca
un gran paredón en ruina.

Llorando estaba el alero
cuando del rancho cerquita,
anunciando una visita
pasó a los gritos un tero.
Un pión a su parejero
le emparejaba el testuz.
Se pasiaba un avestruz
con su tranco señorial,
y las gotas del cardal
tenían espinas de luz.

Orillando el alambrao
con aire de calavera,
derecho a la madriguera
un zorro pasó apurao.
El día lo había agarrao
y arriesgaba su salú.
Las nubes con lentitú
cruzaron por la mañana
como  vellones de lana
de las esquilas del sú.
                              
Versos de Luis Domingo Berho

martes, 23 de enero de 2018

PUCHERO DE ESTANCIA

1
Cocina de estancia vieja
con la forma de galpón,
ande junciona el jogón
cuasi pegao a una reja.
El alto techo se queja
si el viento lo zamarrea,
la leña ardiendo chispea,
el humo hacia arriba juye
y pa’l cielo se escabuye
por la negra chimenea.
2
La de fierro, de tres patas,
con agua hasta la mitá,
cubre un jueguito que va
acariciándola agatas.
Esperan unas batatas
y papas sobre una mesa,
choclos, ceboyas, sal gruesa,
unos puerros, zapayitos,
de perejil, dos ramitos
y de ajos, una cabeza.
3
Una vez selecionadas
las carnes que se usarán,
en ganchos de alambre están
caracuces y quijadas.
A estas piezas prieparadas
pa’ un puchero bien machazo,
se le agregará un pedazo
del principio del cogote
y otro corte bien grandote
del centro del espinazo.
4
Yegan las diez, son momentos
de echar carnes y verduras,
en tanto, manos seguras
agregan los condimentos.
Ojos vivaces y atentos
vichan que no falte nada,
de mientras, en la mesada,
esperan en un costao
los chorizos que han sobrao
de la última carniada.
5
Cuando todo está en hervor
y en la oya gorgotea,
el ambiente se rodea
con un agradable olor.
Conciente de su labor
vigila la cocinera,
esgrima una espumadera
pa’ espumar y revolver,
con denuedo y con placer
a esa comida campera.
6
La cocinera, su fama
se juega en cada comida,
con la ayuda consabida
que le brinda la mucama.
Eyas nunca tienen drama
ya que, atentas y serenas
demuestran ser más que güenas
en el arte culinario,
brindando el sustento diario
de los almuerzos y cenas.
7
Medio día y el sonar
de un disco de sembradora
anuncia que ya es la hora
de que pasen a almorzar.
Forma fila pa’dentrar
la pionada al comedor,
que’s un amplio corredor
ande, en la mesa servida,
está lista la comida
humiando que da calor.
8
Está la gente almorzando,
toman la sopa primero
y le dentran al puchero
que’stá en la juente esperando.
Un muchachito, oservando
que la mucama se asoma
le dice en tono de broma:
“-¡Chá, que sopa desabrida!”
y eya contesta enseguida:
“-¡Cáyese la boca y coma!”.
9
Fin de almuerzo, se encamina
la pionada a sus deberes
mientras tanto, las mujeres
se ocupan de la cocina.
Limpian todo, y no culmina
la tarea en la ocasión,
hay que dar prieparación
con los restos que han quedao,
sabroso y condimentao
pa’ la noche, un salpicón.


Versos de Arnoldo Daniele

jueves, 18 de enero de 2018

EL MORO DE LOS VIDELA

1
En un potrerito chico
del campo de los Videla,
fue que al pasar pa’ la escuela
lo vi asomando el hocico,
por algo que no me explico
allí me quedé parau
contemplando emocionau
en un silencio profundo
pa’ verlo venir al mundo
igual que un pollo mojau.
2
La madre era una rosilla
que al verla el patrón preñada
la apartó de las manadas
cuando vendió las tropillas,
y por esas maravillas
que Dios al mundo le ha dau,
nació un morito tiznau
que sin temor a golpearse,
al rato quería pararse
tanteando como un mamau.
3
A la semana ya andaba
retozando en el potrero,
o corrien a algún ternero
que curioso lo miraba,
y al verme que yo pasaba
cada mañana temprano,
sabía esperarme baqueano
y al verme yo sin testigo,
como si fuera un amigo
le decía adiós con la mano.
4
Pero quiso el romerillo
cobrarle a la yegua el cuero
y solito en el potrero
un día quedó el potrillo,
se le fue apagando el brillo
de su pelaje gauchón,
y chapinudo y panzón
se fue criando como pudo,
entre liebres y peludos
y algún polango mamón.
5
Así tres años pasaron
medio atrás quedó mi infancia,
y pa’ pionar en su estancia
los Videla me tomaron,
mis quehaceres me llevaron
hasta aquel potrero un día,
donde el morito lucía
su condición de orejano
sin que jamás una mano
lo haiga tocau todavía.
6
No bien peché la tranquera
hizo sonar las narices,
mal llevau como quien dice
buscando echarma pa’fuera,
tenía una crin entera
como el pastizal del llano,
y al ver que instinto indiano
de mi presencia recela,
como cuando iba a la escuela
lo saludé con la mano.
7
Pa’ mi que aquella señal
fue una luz en su memoria,
y sirvió pa’ que esta historia
tenga un hermoso final,
un relincho colosal
soltó al pararse en dos patas,
y ante mi sonrisa grata
que su nobleza refleja,
vino a rascarse la oreja
al borde de mi alpargata.
8
El patrón que conocía
mis andanzas de muchacho,
y de aquel potrillo guahco
su triste historia sabía,
me mandó llamar un día
y ante mis ojos atentos,
desnudo sus sentimientos
en un gesto que aún valoro,
regalándome aquel moro
por mi buen comportamiento.
9
Se podrán imaginar
el alegrón que me dio,
que ni bien me lo entregó
lo empecé a redomonear,
ni miras de corcovear
cuando le puse el recao
y al mes y medio clavau
andaba sin ser jactancia
luciéndome por la estancia
con el moro de bocau.
10
Un sentimiento de hermano
creció por él con empeño,
sin que conozca más dueño
que mi recau y mi mano.
Y hasta ese amor soberano
que aún comparte mi existencia,
pudo calmar su impaciencia
sentada en sus ancas recia,
cuando zal salir de la iglesia
rumbeamos pa’ la querencia.
11
De áhi en más vivió prestao
los años que hoy amontona,
con esa pinta gauchona
que lo sigue acompañando,
en un corral trabajando
o recorriendo potreros,
cargando en ancas un cuero,
tirando agua en el jagüel,
o al ruido de un cascabel
con el sulky dominguero.
12
Hoy está pa’otros quehaceres
porque ‘entoavía tiene tela’
y va con tres a la escuela:
un varón y dos mujeres,
cumplidor pa’ los deberes
ya está ensillau de temprano,
y al verlo alejarse ufano
con los chicos de testigo,
porque siempre fue mi amigo
lo despido con la mano.


Versos de Carlos Loray

PICO A PICO

En el último potrero
de la estancia “La Amarilla”
estaba Juan Cabanilla
cambiando un torniquetero,
cuando al grito de los tero
bordeando al tranco el camino
en un “lobuno barcino”
venía Clarito Esquivel
puestero también como él
pero del campo vecino.

Como viejos conocidos
se saludaron atentos
y con camperos acentos
entraron a hablar tupido
de los casos conocidos
de toros y pariciones
de padrillos y galpones
de cosas sin importancia
de trabajos en la estancia
y el trato de los patrones.

Hablaron de las cosechas
de semillas importadas
de las duras tratoreadas
y de las melgas derechas
de lo bien que se aprovecha
el campo con los boyeros
de molinos, bebederos
de tanques y terraplenes
de la yerra que se viene
de lazos y de terneros.

Hablaron de tiempos duros
del precio del almacén
y de la muerte recién
de la esposa’e Don Arturo
de los chicos y el apuro
porque comienza la escuela
del susto de Doña Nela
cuando al pasar por la vía
le echo vientito ese día
el tren que va pa’ Cañuela.

Hablaron casi a las risas
con maliciosa jarana
del pobre “Chueco” Maidana
que lo dejó “La Petisa”
del platal que se precisa
pa’ faturar este invierno
de los cochazos modernos
que cambia el hijo’el patrón
del último ventarrón
y del rumbo del gobierno.

Hablaron tanto y surtido
hasta que el buche molesto
les recordó que en el puesto
está el puchero servido,
apuraron un despido
como quien hizo algo malo
y a lo peludo’e regalo
cayeron justo a comer
Cielito sin recorrer
y Juan sin cambiar el palo. 

Versos de Carlos Loray



              

                                  

domingo, 14 de enero de 2018

BAILES DE AYER

La música se escuchaba
lerdona desde un rincón;
y sumando la emoción
a su compás se bailaba…!
¡La fiesta se realizaba
como otras tantas se hacían;
el rancho se aparecía
con fachada cenicienta…!
¡Por la luz amarillenta
que cada candil ponía…!

Las mujeres se empilchaban
a la usanza campechana;
mostrando en forma galana
lo que el cuerpo modelaba…!
Los porrones circulaban
mano a mano con holgura;
en tanto las confituras
de masas y el chocolate…!
¡quitaban lugar al mate
por esas lindas ricuras!

En el fogón los asao’,
se iban dorando jugosos;
y el sabor apetitoso
entraba por todos lao’…!
Barrido el piso y regao
el lugar se mantenía;
y en tanto el baile seguía
al mandao del bastonero…!
¡Cada uno en el entrevero
justo su sitio tenía…!

Y allí no era cosa rara,
que los mozos y las mozas
una aventura amorosa
en esa ocasión buscaran…!
Y que tampoco faltaran
algunas chismosas viejas;
que observando las parejas
sus movimientos espiaban…!
¡Por ver como se apretaban
hablándose en las orejas…!

Los bailes con relaciones
un tinte alegre le daban,
y en un prosear se enfrentaban
conforme a sus intenciones…!
¡También otras ocasiones
la fiesta se matizaba
y otros juegos se agregaban
como a manera de broche…!
¡El monte criollo de noche
y por el día la taba…!

Ahora hasta el campo ha llegao
lo moderno y lo de afuera
y nuestras cosas camperas
de a poco se han marginao…!
¡Bailes del tiempo pasao,
trozos de historia en colores
y que desde sus albores
un signo feliz tuvieron…!
¡Bailes gauchos que nacieron
y se afirmaron amores…!


Versos de Cirilo Bustamante

martes, 9 de enero de 2018

ROMANCE DE MI CASTAÑO

Perdió una riña mi gallo,
cuerpió mi ñata ese día,
rumbié pa’ la toldería
y entonces gané un caballo.
A veces me busco y me hallo
en lo negro del destino,
nos fuimos por el camino,
él tranquiando leguas largas
y yo regustando amargas
cositas que deja el vino.

Se hacía larga la huella
el toldo distante estaba
mi caballo se cortaba
y yo iba pensando en ella,
pero la luz de una estrella,
tiene el “castaño” en la frente,
y obligau a ser valiente
se estiró en la noche larga,
llevando la enorme carga
de mis sombras al poniente.

Camino de largo andar
con rumbo a la toldería
ya la ñata no era mía,
ni era mío su cantar
por algo alargó el tranquiar
mi caballito “castaño”,
por algo su desengaño
iba yo manso y rendido
menos triste que su olvido
y menos cruel que su engaño.

Mi agüelo me dio una manta
mi mama me dio un caballo
y n o sé quién, aquel gallo
que ya no riñe ni canta,
el temblor de mi garganta
es cosa de otro querer
que mi taita supo ser
esa luz que agradecida
recuerda toda la vida
el alma de una mujer.

De las cuatro medio abierto,
con una estrella en la frente,
el resuellito caliente,
y el ojo siempre despierto,
hecho al rigor del desierto,
y al calor de mi carona
fibra loca y redomona,
menos pa’ mi, pa’ cualquiera
ni se le dio a la pulpera
ni lo palmió la patrona.

No anduvo en potrero ajeno,
ni sabe lo que es palenque
y al ñudo cargo rebenque
porque se pasa de güeno
lo tuve tascando el freno
por culpa de aquella ñata
y esa es pena que me mata
porque a la par de su engaño
merecía mi “castaño”
un regio apero de plata.

Jamás ganó una carrera,
al menos que sepa yo,
ni tampoco se lució
en la fiesta dominguera
sí en boliada guanaquera
algunas veces se vido
sería porque atrevido
su dueño gaucho sin suerte
quiso pedirle a la muerte
remedios para el olvido.

O supo de las cuadreras
con gloria de griterío
porque siempre a su albedrío
corretiaba campo ajuera,
pero en aquella carrera,
que le propuso mi incierto,
destino por el desierto,
alcanzó las tolderías
mi “castaño” en agonía
y yo en su cruz casi muerto.

Al verlo gacho y rendido
en las sombras del poniente
mi caballito valiente,
me recuerda lo que he sido
relincha al tiempo perdido
añora el lejano estero
pero es fiel y compañero
y amujando las orejas
se queda a sufrir mis viejas
tristezas de montonero.

Cimarrón venido a manso
mi caballito castaño
jue ganando año tras año
mi cariño y su descanso;
hoy es viejo, yo lo alcanzo
cuando aquí en la toldería
intenta otra correría
jinetiau por chango pobre
el indiecito de cobre
que ha pariu la india mía.

Perdió una riña mi gallo,
cuerpió mi ñata ese día,
rumbié pa’ la toldería
y entonces gané un caballo…


Versos de Buenaventura Luna

lunes, 8 de enero de 2018

EL PEDIDO

Mandemé en nombre, paisano,
de la amistá de nosotros
un par de botas de potro
bien graniaditas a mano.
Bolé a cualquier orejano
cuando salga a las laderas.
Ensebe bien las potreras
y le ajunta los garrones.
Suebran por esas regiones
crudos pa’ engordar bichera.

O bolé algún redomón
de esos cebaos a voltiar;
yo sé que usté es pavo… liar
muy mentao en “el rincón”.
Allá en mis años de pión
cuando pa’dentro tropiaba,
me acuerdo que lo topaba
todas las güeltas domando
cada salao, que de blando
ni las riendas levantaba.

Aunque, usté sabe cueriar
tenga cuidao al sacarlas
y especialmente al lonjiarlas,
no me las vaya a cortar.
Las quiero pa’ zapatiar
con mis espuelas de plata,
y aunque pueda creer que a gatas
me asujeto en los garrones,
sepa que en los pericones
me baja el alma a las patas.

Póngaselas con rocío
que usté que es medio patón,
les va a amueldar el garrón
a lo justo pa’l pie mío.
En su sabencia confío,
gaucho prolijo lo sé…
las punteras cuesalé
con un pespunte oriental,
no les deje delantal
que estribo con todo el pie.

Nos le haga de botón
las guasquillas de jareta
porque mis dedos macetas
no sirven pa’ un apurón.
Me gustan más de corrión
pa’l hombre que anda en baguales…
aunque no es muy de orientales
son fácil de desatar:
ñudo pampa de acortar
dos tientos en los ojales.

Pa’ estreno les voy a atar
mis enormes nazarenas
con cabresto de cadena
alzaprima de ajustar,
un crudo voy a ensillar
pa’ lucirlas si él me deja,
tengo la costumbre vieja
que cuando voy jinetiando
corro la pata espueliando
hasta el tronco de la oreja.

Cuando me las traiga vamos
a asar un buen costillar,
chupando sin apurar
pa’ ver si no nos mamamos
porque, si a hablar empezamos
de yerras y jinetiadas,
pericones y payadas
y estancias que conocemos,
de siguro que tendremos
el chifle a las testeriadas.

Y, además será un orgullo
pa’ mi rancho de terrón
lucir en algún rincón
tan lindo ricuerdo suyo,
rancho, que oculto entre’l yuyo
se agacha en la soledá
pero el que trae amistá
halla siempre en su interior:
churrasco, cristiano amor
y gaucha sinceridá!


Versos de Wenceslao Varela

lunes, 1 de enero de 2018

QUE PA'ESO ERA AUTORIDÁ

Como por casualidá
y por diversas rasones
tuve en varias ocasiones
que bajar a una ciudá.
En donde es autoridá
según dije una ocasión
nada menos que Rendón
aquel negro “liendre” y piyo
que se recostó al caudiyo
que áhi manda la situación.

Creo no habrán olvidao
que yendo de mal en peor
el moreno Nicanor
tuvo que juir del Bragao.
Yo lo créiba ya curao
de su audasia y osadía
pero con tal picardía
al caudiyo lo envolvió
que al final nombrao salió
“comisario’e polisía”.

Y un domingo a las cuadreras
cayó un gentío al poblao
pues se había depositao
plata pa’ varias carreras.
Y yo, como “juan de ajuera”
traté de hacerme informar
pues no me gusta jugar
si no la creo rumbiada
y así entregar mi mascada
pa’ perder, o pa’ ganar.

La carrera más mentada
que se corría ese día:
“El Moro” ‘e la polisía
con un “saino” ‘e la Tablada,
propiedá de un tal Almada,
paisano muy ricachón,
de muy güena condisión
y más derecho que un palo.
¡Como peludo’e regalo
le cayó al negro Rendón!

Y cada uno convenía
que’l “saino” era lijeraso
pero que no habría caso
pa’ que ganase ese día,
pues ya la vos se corría
de que había mala intensión,
porque Nicanor Rendón
mucha plata había jugao
y tendría asegurao
el triunfo en esa ocasión.

Tuito el poblao se volcó
en la cancha aquella tarde
y jué sin hacer alarde
que la plata se jugó.
A correr se comensó
en la más corta distancia,
carreras sin importancia
de algún común alversario
¡y al fin cayó el comisario
emponchao con arrogansia!

Si parecía de hoyín…
relusía el condenao
cual si lo hubiesen lustrao
de las motas al botín.
Tras él, en un mal rosín
flaco pero diligente,
avansaba su asistente
dentro’un uniforme holgao:
“¡Pero era grande el finao…!”,
decía al verlo la gente.

¡Y llegó lo prometido…!
“El Moro” era una pintura,
la del “saino” una figura
de estao perfeto y señido.
Y cada cual alvertido
ya “rumbió” pa’ la largada;
de la gente alborotada
el ¡pago! ¡pago! se oía,
y cada uno pretendía
defender bien su parada.

Varias partidas erraron…
Un “¡vamos!”, se oyó y ligero
los dos fletes, aparsero
como cuerdas se estiraron.
Los jueces se prepararon
pa’ fallar en la ocasión
y el tercero, un mocetón
que había cáido del Bragao
ya nos había demostrao
ser más “liendre” que Rendón.

“El Saino” del forastero
sostenido se acercaba
y el de Nicano pegaba
y taloneaba lijero.
Llegaron: pasó primero
“El Saino” casi cortao,
se juntaron a un costao
los rayeros… y el tercero
gritó: “-¡Puesta cabayeros
pa’ todos ha resultao!”

A nadie nos conformó
como se había fayao
y Almada ya calentao
en vos alta protestó.
Pero Rendón ordenó
a un sargento muy corsario:
“¡Páselo a este perdulario!
pa’ que aprenda esta verdá:
¡Qué ande soy autoridá

no pierde el del comisario…!

Versos de Juan Oscar Shedden