Aflorando
del pasao
con
remesones de historia,
se
cobija mi memoria
en
este poncho encerao.
Lleva
en silencio guardao
el
chasquear del aguacero,
que
aguantó con el resero
pa’
cuidarle su elegancia
cuando
salió de la estancia
al
corral del matadero.
Poncho
de tono cercano
al
negro descolorido,
se
nota que fue cosido
sin
errores con la mano.
Hecho
con lienzo liviano
y
de forma circular,
suple
al toldo y al hijar
sin
ningún impedimento,
¡y
al galopar contraviento
se
agacha pa’ no volar!
Prenda
de ayer que perdura
por
muchas generaciones,
que
fiel con las tradiciones
respetaron
su estructura
aunque
ya no la mixtura
de
hollín, aguarrás y cera
con
clara de huevo que era
aliada
al aceite’e lino;
¡cosas
del tiempo argentino
que
usó la gente campera!
De
boca más vale chica
pa’
que no le filtre el agua,
abajo
es como paragua
cuando
al caer se abanica.
Sobre
el caballo se ubica
del
anca hasta la clinera,
tapando
las estriberas
pa’
cubrir hasta el encuentro
y
poder pisar de adentro
estribos
y agarraderas.
Es
un testimonio estable
con
entronco soberano,
que
en la vida del paisano
fue
su amigo inseparable.
Poncho
encerao, impermeable
original
por su estampa,
con
cicatrices de guampas
de
diferentes tamaños,
¡que
le punzaron los años
y
el temporal de la pampa!
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