(De la tropilla de Don Jorge Campos, el dibujante más campero)
muy lindo el picaso
overo;
con las patas como
tero
y hasta zarco, suelen
ser;
supe en mis tiempos
tener
una yegua muy ladina,
retacona, patas finas,
criolla, como Martín
Fierro,
¡si hacía sonar el
cencerro
pa’ sentirse más
madrina!
¡Amalaya! si volviera,
ver mis pingos
entablao’,
con los cogotes cruzao’
apretujando a mi
overa;
una reliquia campera,
sanitos de pata y
manos,
parecían orejanos,
sin ninguna cicatriz.
Era el hombre más
feliz
paisano entre los
paisanos.
Ni recordarme
quisiera,
pero no puedo evitar,
me dan ganas de llorar
acordarme de mi overa.
Si hasta por una
soncera
manotearla de pasada,
y en esas largas
volteadas
me seguía como guacha,
manchándome las
bombachas
al rozar de su
quijada.
Versos de Julio
Secundino Cabezas
No hay comentarios:
Publicar un comentario