Te dentré con un amago
y vos, sonriendo ladina,
quisite que juera, china,
el dueño’e ‘la flor del pago’;
y cuando con un halago,
poniendo mi alma de hinojos,
le respondí a tus antojos
y te canté conmovido,
te miré y quedé prendido
en el beso de tus ojos.
Hoy pienso que sos aqueya
china dulce que almiraba,
cuando los ojos alzaba
campiándote en una estreya,
y que al hayarla en mi güeya
antes sembrada de abrojos,
con miel en los labios rojos,
nido ‘e caricias y amores
hiciste brotar las flores
en mi senda, con tus ojos.
Soy lonja cruda, y un ruego
tuyo, me deja sobao
si en tu abrazo acorralao
maniao a tu amor m’entrego;
y si se da güelta el juego,
al rato, ni los despojos
te quedan de los enojos,
que son, al fin, puro mimo,
pa’ ver si ansina me arrimo
a besuquiarte los ojos.
Versos de Salvador Riese
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