jueves, 17 de abril de 2014

POR EL GATIAU DE HUENCHUL

Salú, paisano Huenchul,
que ha de’star preocupadazo
vaya primero, un abrazo,
más grande que’l cielo azul.
Paso a decirle, Saúl,
con abultada alegría
que de aquí en más no querría
verlo triste y preocupau,
porque le tengo el “gatiau”
que se le jue’l otro día.

En verdá, una pinturita,
hermoso pingo el “gatiau”,
hasta los vasos calzau
y de orejas chiquititas,
cabeza bien formadita
y en las riendas obediente,
vivaracho, inteligente…
lo entré a una yerra el domingo
y le aseguro, que al pingo,
le falta hablar solamente.

Usté, en el rastro encontrau,
notó que no se había juido…
pero no ha sido un bandido
el que se lo hubo llevau…
Se le sentó de apurau
el chico Claudio Maciel,
al decirle Don Fidel,
que su madre agonizaba
y a viva voz lo llamaba
para despedirse de él…

En tan grave circunstancia
de su “gatiau” se agenciaba,
porque su tropilla estaba
en el puesto de la estancia;
antes de acortar distancia,
en su ranchada llamó,
como usté no respondió
tal vez, por haber salido,
el pobre no había tenido
ni tiempo a pedírseló…

Llegó hasta el puesto pidiendo
que por favor lo ayudara…
y le ensillé el “malacara”
que le cambié al Coti Rendo;
noté al muchacho sufriendo
y no es pa’ menos el caso,
se despidió, apuradazo
y junto con su animal
también me dejó el bozal,
los dos cabrestos y el lazo.

Me dijo entre otras cuestiones
que en cuanto pueda, realmente,
él mismo, personalmente
le va a dar esplicaciones.
Como agarré vacaciones
-que buena falta me hacía-,
saldré de “Las 3 Marías”
con rumbo al Río Colorau
para llevarle el “gatiau”
que se le jué’l otro día…


Versos de Jorge A. Soccodato

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