Endispués de rasqueteao
y una buena cepillada
la capa bien colorada
me tenía retratao,
los cabos como emblecao,
un calco patas y manos,
mesmo como si un enano
le hubiera dao a pincel,
humillaba el chuzo aquel
cualquier relincho cercano.
Saque’l recao del galpón
como señora preñada,
las argollas arrastradas
de la cincha y el cinchón,
bufarroneó el redomón
que lo había dejao colgao
en una planta que al lao
estaba como pintada,
tanto pa’ una lluviada
como un sol entusiasmao.
Estirao como mugido
de ternero destetao
ensillo y queda el recao
como si juese un cumplido,
puse un cuerito sufrido
con la lana contra el pelo,
las matras como pañuelos
planchados por la patrona
y arriba de la carona
matrita de menos vuelo.
Basto porteño, encimera,
cincha de cuero que un día
un tal “Negro” Iguemendía
la construyó de primera,
estribos que yo me hiciera
de afición a lo campero,
cojinillo catrielero,
sobrepuesto y de dos vueltas
cinchón por manos resueltas
Oscar Irisar, platero.
Un bocao como badana
enantes le acomodé,
riendas y clinas tantié
como si fuese tu hermana,
lo amancorné y mi humana
persona sobre’l recao,
al ñudo que había echao
de un tirón lo desmañé,
salió cuando lo animé
las patas como un soldao.
Con un rebenque de argolla
de plata, le paino el tuse,
trompieza en los tacuruces
-que le’stá sobrando olla-;
antigua costumbre criolla
llevar el lazo adelante,
montar y bajar campante
hasta que’sté bien corriente…
se ha enredado mucha gente
y ya no estoy como enantes.
Versos de Omar Moreno Palacios
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