domingo, 7 de septiembre de 2014

TAPE VIEJO

Don Nicomedes Aldao
-buen domador y tropero-
vistió de blusa, culero,
y un chiripá colorao…
De potro -cuero sobao-
y con delantal, las botas,
mientras chiflaba las notas
de imaginarias vihuelas.
Tintineaban las espuelas
con las rodajas grandotas.

Tranco pausado y seguro
-siempre de la misma suerte-
como pa’ que hasta la muerte
lo encontrara sin apuro…
Se le notaba el maduro
criterio, según el caso…
Sostenido en el abrazo
y en sentencias de caudillo.
Muy baqueano en el cuchillo
y en el manejo del lazo.

Me decía, como prueba
de virtud de criollo neto:
“No es al facón el respeto,
sino al hombre que lo lleva…”
“Mejor que lo que se eleva
es lo que tarda en caer…”
y, con igual parecer,
me dijo, para el recuadre:
“No cualquier mujer es madre
pero la madre es mujer”.

Por las distintas regiones
donde anduvo, sin descanso,
no montó en caballo manso,
sino en crudos redomones…
Y por las demostraciones
que yo contemplé a su lao,
con lo bueno del pasao
le dejo el verso, aparcero:
al domador y resero
Don Nicomedes Aldao.


Versos de Adolfo Fortunato Cosso

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