Yo corto con mi cuchillo
que
o es de plata ni de oro
pero
pa’ mi es un tesoro
porque
es como yo, sencillo.
El
pobre no tiene brillo
siempre
en su vaina guardao,
pero
eso sí, afilao,
un
orgullo del paisano,
sabe
lucir en mi mano
cortando
un cacho de asao.
La
marca no se le ve
pero
no hay duda que es buena
porque
lo chaireo apenas
y
corta como yilé.
El
apellido tal vez
ya
no es una garantía,
todo
ha cambiado hoy día
y
la marca es lo de menos
he
visto apellidos buenos
que
son una porquería.
No
nació pa’ la vitrina
nació
pa’ andar engrasao
y
lucirse en cualquier lao
cortando
carne argentina.
Mañero
pa’ la cocina
áhi
tiene poco que hacer,
cuando
salgo a recorrer
siempre
me acompaña atento,
capaz
de sacar un tiento
del
pelo de una mujer.
Entre
algunas pertenencias
mi
padre me lo dejó,
por
eso lo tengo yo
como
una sagrada herencia.
Su
honradez y su decencia
fue
su mejor capital,
y
es algo muy personal
esto
que en el pecho llevo
ser
un pollo de sus huevos
da
un orgullo sin igual.
No
lo llevo pa’ pelear
pelean
los animales,
pero
pa’ peor de mis males
no
soy muy fácil de arrear.
Derecho
me han de llevar
pero
siempre por las buenas,
una
vez pa’ mi condena
mi
doña pisó el palito
y
él me decía: “Hermanito,
deje,
no vale la pena”.
Su
consejo tan preciao
me
hizo ganar la esperanza,
porque
amigo, la vengaza
no
conduce a ningún lao.
Eché
al olvido el pasao
y
me sacudí el tierral
y
a los dos nos pasa igual
que
nos vamos achicando
y
el tiempo nos va gastando
como
por ley natural.
La
otra noche me han tentao
pa’
que le pusiera precio
pero
yo le tengo aprecio
por
los servicios prestao.
Mientras
haya algún asao
habrá
de seguir conmigo,
cual
silencioso testigo
de
mis años de bonanza,
con
él me he llenao la panza
y
ha sido muy buen amigo.
Versos
de Adrián Maggi
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